sábado, 23 de abril de 2011

EL DICIEMBRE DE ESE ENERO



OLLANTA, EL CANDIDATO DE LA HISTORIA




Luis R.

En la mañana del 11 de abril ya se conocían los resultados electorales que daba al mecanismo de la segunda vuelta, que nos rige desde la Constitución de 1979, la decisión de la presidencia, esto se definiría entre los candidatos Ollanta Humala Tasso y Keiko Fujimori, Ante ello una serie de diálogos entre los partidos políticos y concesiones estarán presentes en el camino electoral hasta el día final de la votación cuando se decida al próximo presidente del Perú; ¿Cuál sería la mejor opción?, ¿por quién votar?, ¿Cual es el papel desempañado por la prensa?, ¿Cuáles son las corriente de favor de uno u otro sentido?; basta con leer los diarios, ver los programas de televisión y revisar las redes sociales para darse cuenta los favoritismos y repugnancia que generan ambos presidenciables; recientemente el escritor peruano Nobel 2010 y ex candidato a la presidencia en 1990 mencionó que con todos los temores, disgustos y confianza votaría por Ollanta Humala, porque de ningún modo ni en cualquier situación se debe votar por Keiko Fujimori así tampoco se puede permitir que se reivindique la dictadura fujimorista, la mística con que se sostiene las bases “Fuerza 2011”.

Pero ante estos pronunciamientos de los medios de comunicación y de los líderes políticos de las otras agrupaciones cabe preguntarse  ¿donde está el papel crítico de la Historia, de los historiadores y del científico social?, ¿cuantas de las grandes personalidades de las ciencias sociales se han pronunciado sobre la segunda vuelta y la opción que debería ganar?, conocemos el apoyo incondicional de los sociólogos Nicolás Lynch, Sinesio López y Manuel Dammert a Gana Perú como propuesta política y los dos primeros lo apoyan en serias columnas en el diario La República, también estamos enterados del serio compromiso que han ejercido diversas personalidad intelectuales entre los más destacados, el historiador y ex rector de la UNMSM, Manuel Burga y la arqueóloga Ruth Shady entre otros. Pero cuántos de ellos se han puesto a reflexionar el “fenómeno electoral Ollanta Humala”, ¿cómo entender este fenómeno en el discurso histórico?, mucho más allá de analizar la simpatía del electorado al candidato de Gana Perú, mucho más allá de ello es necesario entender que Ollanta Humala, su candidatura, su simpatía y su posible victoria es parte de la historia de nuestro país y comprenderla desde sus raíces nos hace entrar a los oscuros diálogos sobre la democracia, el sistema, y el autoritarismo porque aunque suene un poco “proselitista” y ambicioso puedo decir que Ollanta Humala es el candidato no de las fuerzas de Izquierda, no de las clases medias y no de la población inconforme, en tal caso no solo de ellos; Ollanta Humala ante todo es el candidato de la historia.

En un país donde la democracia nunca se asentó sobre una base de igualdad social es bastante comprensible que la mayoría de peruanos hayan votado por un discurso anti-sistema, se elige un candidato que represente una figura, un líder que transformará la sociedad haciéndola más justa, no es gratuito que Ollanta haya levando como bandera la inclusión social. Como mencionaba Alberto Flores Galindo[1] cuando se interrogó sobre las bases sociales de la democracia en un estado donde no existía la vida pública, donde no existía tampoco ciudadano y el fin era orden o anarquía; y el orden iba de la mano de los militares, de los caudillos. La república será desde sus inicios una idea germinal, grandes esfuerzos de intelectuales trataran de dar voluntad a este nuevo sistema terminando con el lastre colonial, sin embargo la ausencia de una clase dirigente no culmino con un proyecto republicano. Muchos de los grandes comerciantes de la colonia salieron del Perú con la Independencia, siguiendo a los realistas volvieron a la península, dejando el país en manos de los militares que durante las primeras fases de nuestra historia gobernaron basándose en el carácter fuerte de la personalidad, los elementos claves de su éxito era popularidad y su mensaje nacionalista, pero los militares no fueron (ni son) la salvación; el mismo Agustín Gamarra enfrentó muchos intentos subversivos, Lima fue siempre el escenario de revueltas, conspiraciones, y en el siglo XIX la misma violencia estallaba en la Plaza de Armas, parte de nuestra historia registra el motín y posterior ajusticiamiento de  los Hermanos Gutiérrez, y el mismo Andrés Avelino Cáceres vio su gobierno detenerse por las montoneras de Nicolás de Piérola.

Pero la clara dicotomía entre orden/anarquía; militar/civil y autoritarismo/democracia va más allá de los análisis simples al mencionar que el militar es la representación, sí y solo sí, del autoritarismo mientras que los gobiernos civiles son la estabilidad y democracia. Entre 1895 y 1980 de los 28 gobernantes que tuvo el Perú, quince de ellos fueron civiles y trece militares; los civiles estuvieron en el poder durante 55 años mientras los militares 30; muchos gobernantes civiles entraron de manera de facto o por golpes de estado (caso Leguia en la deposición de José Pardo); por otro lado la obra de Leguia se torno autoritaria, clausuró periódicos, deportó a políticos opositores, atacó a dirigentes sindicales y estudiantiles, en suma estableció un régimen dictatorial. Paradojicamente muchos gobiernos militares han surgido en el nombre de la democracia como el caso de Velasco Alvarado que intentó por democratizar las bases sociales económicas del país enfocándose en el agro, también intentó establecer una educación nacional, entre otras medidas. Entonces podemos concluir como Alberto Flores Galindo que dictadura y democracia no necesariamente son sinónimos de militares y civiles[2].


A qué viene el caso esta rememoración histórica sobre nuestros pasados presidentes; bueno sirve para recordar que la postulante a la presidencia Keiko Fujimori tiene en sus bases al espíritu del fujimorismo y el voto por ella es el voto por reivindicar a su padre, es el voto asistencialista del gobierno de diez años. Alberto Fujimori como civil no se convirtió más que en el reflejo más moderno del autoritarismo con la compra de canales de televisión y de diarios para “adormecer a la población”, con la destrucción de los derechos humanos y las muertes inocentes de campesinos y estudiantes[3], por las intervenciones en las universidades públicas, por las desapariciones forzadas, por el cierre del Congreso, instaurando la Constitución Política de 1993 que aun nos sigue gobernando, su gobierno es la de un dictador. A su vez su gobierno representa la creación de toda una red de servicios de inteligencia y espionaje a opositores políticos, la existencia de fuerzas paramilitares como el Grupo Colina guiados por Santiago Martín Rivas para la lucha contrasubversiva, su gobierno también recuerda la masacre contra todos los derechos de guerra en la Embajada de Japón en 1997, por último esos diez años representa aquello que los militares decían: “Maten 60 personas y a lo mejor allí hay 3 senderistas… Y seguramente la policía dirán que los 60 eran senderistas[4].

Por otro lado Ollanta Humala se presentó ya en el 2006 como el comandante que se rebeló contra la mafia del gobierno Fujimontesinista en el cuartel de Locumba, se presenta ahora como el hombre que pueda acercar la riqueza a los pobres y dar una mejor distribución de la misma. Ollanta aparece ahora como una posible salvación al pueblo peruano, en el conjunto de las izquierdas que lo acompañan, de las clases medias que elevan su candidatura y de los intelectuales que están alrededor de él puede verse en su proyecto político puntos como la Inclusión social en relación a una educación de calidad, se encuentra el progreso social teniendo como principal promotor al Estado, un aparato que utilice sus recursos para ayudar a regularizar la informalidad creando mejores condiciones de saneamiento y trabajo; Ollanta propone acabar con la corrupción, propone también los cambios en el sistema que todos los peruanos demandan por el reparto desigual de la riqueza hecho durante el gobierno de Alan García y es por ello que nuestro próximo ex presidente podría calificarse como el mejor aliado del líder de Gana Perú[5]; propone el cambio con estabilidad y la democracia y libertad, palabras que en nuestro país no quedan como categorías de las ideas ilustradas de la Revolución Francesa de 1789 sino tienen eco de episodios de nuestra historia nacional que data desde la instauración misma del sistema republicano en nuestro país. Aquí un punto aparte.

Democracia y libertad son ideas muy mermadas en la historia de nuestro país basta con revisar algunos episodios de la misma; en una República donde habían grandes brechas sociales arrastradas desde la Colonia, en un país dividido entre campesinos y los pobladores de la Urbe los que podían elegir democráticamente al presidente eran los peruanos que sabían leer y escribir previa ley de 1896 que anulo a los analfabetos de las decisiones políticas, No es exaltante el caso que Alberto Flores Galindo menciona que en un país de 5 millones de habitantes y donde el 80% por ciento residía en el campo las elecciones eran un procedimiento minoritario, como si no se explica que Leguia en 1908 haya salido elegido con 133,732 votos y en 1915 José Pardo tuvo apenas 98 mil votantes[6]; luego para 1924 los votos se hicieron públicos con la indicación de la libreta militar con la clara intencionalidad de tomar represalias, para 1931 los votos se hicieron secretos pero ni mujeres ni analfabetos votaban, Esto recién fue adquirido en 1956 el voto femenino, 1978 los jóvenes mayores de 18 años y en 1980 el acto electoral fue dejado también a los analfabetos; en toda esta historia de exclusión de la historia política es imposible ver siquiera bases sociales democráticas que mantengan este sistema como una lucha entre partidos y proyectos solo se ven una lucha entre personalidades y caudillos. Nuestro brillante historiador sigue en su análisis, ve a las masas sociales no en búsqueda de un proyecto político de país sino a la dirigencia providencial, ve al individuo antes que los planes de gobierno y es allí donde se ha estancado el voto mayoritario; por ello no es extraño que arrastrando esta herencia colonial y republicana, esta tradición autoritaria de buscar lideres que nos saquen de una crisis social, no es extraño por ello afirmar que el líder Ollanta Humala que en cuyos planes de gobierno apunta a los más claros ejemplos de aplicación de una democracia en desmedro de la tradición dictatorial y autoritaria de los Fujimori, no es extraño por ello que el candidato por Gana Perú gane más allá por la simpatía por una cuestión de historia.


Por una cuestión de historia también Ollanta necesitara por lo menos en el discurso alejarse de las ideas “ultra izquierdas” o “izquierdas” para acercarse más al centro, inclusive más que en la campaña de la primera vuelta, tomar la táctica que el ex presidente Fernando Belaunde uso en las elecciones de 1963, para derrotar al entonces líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, donde se acerco a las posiciones de centroizquierda[7]; no hay nada más visible ahora que una posible unión entre Perú Posible y Gana Perú para impedir que se elija Keiko Fujimori hija del ex dictador, el mismo hombre con quien Alejandro Toledo líder del PP lucho en el año 2000 en las elecciones fraudulentas de ese año.

Tal vez estemos cerca, solo digo tal vez, de la aparición concretizada del caudillo, del mesías a la que tanto hacia referencia Alberto Flores Galindo que apuntaba a una mentalidad colectiva que esperaba a un hombres providencial; porque no en una situación donde la riqueza es repartida de manera desigual porque no en esta situación ese hombre podría tener el nombre de Ollanta Humala.

Y esta diferenciación en el reparto de la riqueza es un lastre colonial sino desde el mismo asentamiento de la República, un naciente país que no tenía ciudadanos más que hombres diferenciados por el color de la piel, el ingreso económico, los antepasados y el lugar de nacimiento[8], esta sociedad alimento el discurso racista, el discurso de diferenciación ante la sociedad y posiblemente ante la ley, surgió la consideración de inferiores y superiores; en la Lima joven republicana este patrón de diferenciación se acentuó en el servicio domestico y en la dependencia exclusivamente del amo; lamentablemente para esos años y tal vez para nuestros tiempos decir sirviente y cholo era casi lo mismo[9], las miserias de estos hombres se veían revolcadas casi siempre en la figura de un hombre caudillo que los liberara.

La aparición de las clases populares, los ecos de una especie de conciencia campesina que se levantaba por sus derechos contra los gamonales y terratenientes y las huelgas obreras que exigía mejores condiciones y dignidad; pero en el siglo XXI estas organizaciones no han escuchado una respuesta estatal; las organizaciones han crecido se han democratizado aún más pero la oportunidad de sumarse a la vida política nacional se les es arrebatada por los que tienen el poder; es por ello que estas organizaciones, colectivos y partidos constituidos apoyan una candidatura que les prometa democratizar las mismas bases de la vida política porque sus instituciones no tienen ningún tipo de protagonismo ni en la escena oficial ni en la mediática están condenados a una subterránea resistencia o apoyar a un candidato presidencial que les asegure aquello que no tienen aún; es decir una verdadera democracia no una que solo este materializada en la concepción liberal de “votos” y “elecciones” como las empresas claramente identificadas de PPK; Decir una verdadera democracia significa la existencia de una verdadera igualdad social incluyendo la participación como factor necesario del régimen; entre las propuestas democráticas y concertadoras de Ollanta y el asistencialismo y solo asistencialismo que está marcado por un recuerdo dictatorial del gobierno del padre de la candidata Keiko Fujimori hay un gran abismo y una diferencia que de darse la daría la victoria a Ollanta Humala Tasso y si se diese al fin y al cabo no sería por obra de un milagro o de un suicidio nacional sería solo por el efecto del largo camino de una tradición de nuestra historia nacional.

[1] Alberto Flores Galindo, La tradición autoritaria. Violencia y democracia en el Perú, APRODEH-SUR, Lima, 1999.
[2] Alberto Flores Galindo. Ibídem. P. 30.
[3] Los más reconocidos son los estudiantes muertos de la Universidad La Cantuta y las ejecuciones en Barrios Altos.
[4] Entrevista al General Luis Cisneros en Que Hacer N° 20, Lima, 1983.
[5] Palabras de Nelson Manrique en diario La República, “Yo Estoy bien, tú estás bien” Lima, martes del 12 de abril del 2011, p. 13.
[6] Alberto Flores Galindo, La tradición…. P. 33.
[7] Antonio Zapata en diario La República, “La puerta del Horno” Lima, miércoles 03 de marzo del 2011, p. 13.
[8] Alberto Flores Galindo, La tradición… p. 40.
[9] Alberto Flores Galindo menciona que el eco del racismo tuvo efectos exitosos en el Perú porque antes de ideología funcionaba como práctica y en la vida cotidiana.

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