LA CONTIENDA ELECTORAL EN EL PERÚ: ESBOZO DE UNA METODOLOGÍA DEL VOTANTE
Angel Adrian Sandoval Sánchez
10 de Abril del 2011
“Luciana (León) la tiene asegurada… claro si tiene cada cartel en las puertas de las universidades, los chibolos los miran, ven que esta ‘buena’ y deciden votar por ella” – En algún lugar de Lima.
A lo largo de la historia republicana del Perú, el proceso de elegir a nuestros representantes para los diversos cargos, podría calificarse de colorido y muchas veces accidentado. Fundada como una república democrática, es ya tardíamente cuando el derecho civil de votar deja de ser exclusivo a una minoría varonil aristocrática para ampliarse hacia el resto de sectores, hacia los analfabetos (mayormente indígenas o campesinos) [1], a las mujeres (en el gobierno de M. Odría), y a las fuerzas armadas y policiales (en el gobierno de A. Toledo). Otro punto a tomar en cuenta es la modificación de la edad mínima de mayoría de edad, reducida de 21 a 18 años, permitiendo que el componente joven sea alrededor del 30% del electorado [2], para bien o para mal…
El modelo de democracia que se sigue en el Perú no es precisamente el que mejor se adapte a los caracteres de nuestra sociedad; sino por el contrario, puesto que responde a la indiferencia política casi generalizada que se vive en el país (y dígase de paso, contribuye a la crisis de los partidos políticos). Esta democracia está construida bajo la premisa de que permitiendo ejercer el derecho de votación a la totalidad de la población se obtendrá por ende la legitimidad del gobierno, sin percatarse que sin una verdadera participación activa ciudadana (a nivel de comunidad) lo que se logra es un voto forzado y un desinterés en los asuntos políticos, puesto que pasadas las elecciones se pierde ese interés condicionado (“si no votas, pagas tu multa”) y, para muchos, viene lo que podría yo llamar un “resignamiento político”.
Siguiendo estos dos puntos (tanto la gran base ciudadana que vota, así como la indiferencia política) no es de extrañar que muchas veces la elección del votante sea tan frágil como volátilmente voluble, si tenemos en cuenta que un buen porcentaje de electores (un alarmante 43%) [3] deciden su voto la última semana, si no el mismo día. El año pasado el Jurado Nacional de Elecciones, junto al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elaboró en breve documento titulado “Perfil del elector peruano”, con la participación de IPSOS-Apoyo en las encuestas, arrojando diversos y muy interesantes datos. Entre los más destacables están las propuestas de tener un Congreso de 3 años de mandato, el voto voluntario, la gran indiferencia en participar de alguna manera en la campaña política, pero que muchos se informan de sus candidatos a través de medios audiovisuales (léase carteles, afiches, incluso en los debates). Es en este último punto que se enfocará la presente nota.
Ante la gran indiferencia del electorado peruano, presento aquí un breve criterio que muchos votantes (especialmente jóvenes) utilizan para conocer y posteriormente elegir a sus candidatos políticos, sean municipales, presidenciales, al Congreso y al Parlamento Andino. Tratando de usar algunos conceptos del sociólogo canadiense Erving Goffman [4], procederé a esbozar lo que podría llamar la ‘metodología del votante’, indiscriminadamente del cargo que éste en juego. Esta metodología, surgida como reflexión del documento emitido por el JNE y como observador participante, se basa en 3 ejes:
1) Identidad: El votante promedio, al no tener (o buscar) información detallada sobre su candidato, trata de hallar dicha información a través de los medios de comunicación que bombardean noticias y propaganda política constantemente, incluso de los mismos carteles y afiches emitidos en la calle. Usando la metáfora de Goffman, el público está constantemente prestando atención todos los detalles, acciones y gestos que emiten los actores (valga aclarar, los candidatos). Prontamente, el espectador realiza una comparación valorativa entre su persona y el actor. En ésta comparación, donde el ‘otro’ se compara con los aspectos positivos del ‘yo’ (porque por autoestima y egocentrismo –“super yo”- nosotros somos los buenos, incomprendidos, etc.), surge la relación por coincidencia con el actor; el votante se siente identificado con el candidato por sus rasgos físicos y étnicos, por su modo de vida, por su carácter, por su profesión, entre otros. Es éste método de elección el más primario, pero a la vez uno de los más predominantes en el votante. De ahí que las propagandas políticas sean la mejor representación del candidato, pero asimismo éste cuida celosamente su vida personal, donde lo bueno sale al ‘escenario’ y los malos hábitos o lo que podría ser mal interpretado se queda en los ‘vestuarios’.
2) Discurso: Por lo general las elecciones se toman en serio recién en las últimas dos semanas, de ahí la volatidad de las encuestas, ya que comúnmente al elector le preocupan los diversos problemas diarios en sus quehaceres para tomarse tiempo de ver las propuestas de los candidatos. Es ahí donde surge este segundo eje: los electores, tras tener una idea primaria de cada candidato, tratan de observar y analizar los distintos discursos (presentados de forma oral o escrita) que se emiten, por lo general a través de mítines, medios de comunicación, o los debates. La capacidad de atraer a la muchedumbre depende mucho del carisma y de la calidad de orador que muestre el candidato en cada presentación pública que tenga. Asimismo, las propuestas populistas o renovadoras siempre tendrán mayor acogida dentro de las masas, puesto que éstas por lo general no están conformes de su situación actual. Propuestas conservadoras y una mala calidad de oratoria llevarán al fracaso político del candidato. Cabe resaltar que el primer eje siempre estará presente en cada discurso: de los gestos u otras formas de comunicación no verbal dependerá el análisis de sinceridad y honestidad del discurso, de avivar o apagar el ánimo de los espectadores.
3) Propuestas: Nivel superior, correspondiente al elector ávido de información. Son en realidad muy pocos electores que buscan constantemente las propuestas y plan de trabajo redactados por los candidatos. A este nivel corresponden por lo general a los que están a cargo de los medios de comunicación, puesto que su trabajo consiste precisamente en el análisis y debate de las propuestas con los candidatos y exponerlos (y denunciarlos) frente a la población. A diferencia del anterior eje, pongamos como ejemplo algún género musical de su preferencia: la melodía, esa que los hace bailar y cantar (muchas veces sin saber que dice la letra) y que muchas veces actúa de forma hipnotizante vendría a ser el segundo eje del discurso, mientras que la letra como tal sería este tercer nivel.
Lo ideal sería que los votantes alcancen este tercer nivel para un voto más consciente. Muchas veces la realidad nos indica lo contrario, dejándonos llevar por una metodología primaria. Lo cierto es, mientras menos importancia se le dé al cargo que postulan los candidatos, menos información buscará el votante. No es de extrañar el alto grado de votos blancos y viciados en las elecciones al Congreso, ni que decir de las del Parlamento Andino, que hasta ahora no muestra ningún resultado digno de alabar [5]. En estas elecciones, que Dios reparta la suerte.
[1] Un artículo interesante sobre el derecho de los indígenas en la historia, ver: CHUECAS CABRERA, Adda. “El derecho de los Pueblos Indígenas y Comunidades en el Contexto Histórico del Perú” En: Artículos en línea del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica. http://www.caaap.org.pe/archivos/derecho.pdf
[2] Jurado Nacional de Elecciones. “Perfil del Elector Peruano”. p. 14. Versión digital: http://www.votoinformado.pe/pacto-social.htm. Curiosamente el link no se encuentra en la web del JNE, recomendaría descargar dicho archivo antes que la web donde se encuentra se cierre luego de las elecciones. Se toma en cuenta que la muestra está en proporción a la población según edades, sector económico y región.
[3] Ibídem. p. 30-31
[4] GOFFMAN, Erving. La presentación de la persona en la vida cotidiana. El sociólogo utiliza diversas terminologías del mundo del teatro para referirse a las escenas cotidianas de la vida (tales como escenario, bastidores, vestuarios) y las representaciones de nosotros mismos ante los demás. En el análisis, el espectador sería el público votante y los actores los candidatos.
[5] http://elcomercio.pe/politica/735269/noticia-que-parlamento-andino-cuales-fueron-sus-logro desde el 2006.
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