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jueves, 10 de abril de 2014

Reseña: ¿Desigualdades desde siempre? Miradas históricas sobre la desigualdad

Gonzalo Paroy Villafuerte


ROJAS, Rolando y Antonio ZAPATA. "¿Desigualdades desde siempre? Miradas históricas sobre la desigualdad". Lima, IEP, 2014, 218 pp.

La desigualdad es un tema que debería interesarle a la Historiografía moderna peruana por dos motivos principalmente: 1) el Perú ha emprendido en diversos momentos de su historia numerosas ideas de igualdad, pero no se han incluido en las prácticas estatales. Y por otro lado, 2) pese a que la Historia explica el desigual, discriminatorio y falta de oportunidades presente en el país, la historiografía no ha abordado este tema de tal manera que intente explicarnos el presente y plantear las soluciones desde su punto de vista. Podríamos agregar que la desigualdad económica, social y cultural es un tema tan moderno que corresponde a la gama de ciencias sociales ocuparse de ella. Tradicionalmente se ha escuchado la opinión sociológica, economista y antropológica, pero no a la opinión histórica. Y eso es notorio al observar los estudios de la Ciencias Sociales de los temas cercanos más comunes en la desigualdad: la pobreza y el racismo. De allí que Rolando Rojas y Antonio Zapata ponen el dedo sobre la llaga, al intentar poner en debate la histórica desigualdad de nuestra sociedad. Los autores anotan además que los textos sobre el tema no pasan de la forma "provisional y ensayística". Este acercamiento lo hacen en base principalmente en dos aspectos: un enfrentamiento entre discursos justificadores de desigualdad, en oposición a los que buscan la eliminación gradual o radical de la desigualdad bajo reformas o ideas surgidas en los intelectuales peruanos; y analizando las bases teóricas que justifican la desigualdad no solo peruana, sino occidental en general. El texto está dividido en dos partes. Por motivos de tiempo y espacio en este primer escrito abordaré únicamente el primer ensayo, dejando el segundo ensayo, continuación de esta reseña, para una siguiente oportunidad.


Contenido y base general del primer ensayo

El primer ensayo titula "Las ideas sobre la desigualdad desde una perspectiva histórica" redactado por ambos. Inicia explicando que desde su parecer, el énfasis debe colocarse en el racismo, cuestión que explica que "las desigualdades sociales son una derivación de la naturaleza racial de los individuos y no del modo en que está organizada la sociedad". Al aplicar esta teoría al Perú, explican que pese a la maleabilidad del término y de sus implicancias, el racismo a recorrido tres grandes etapas:

1.- El primero en la Colonia la cual denominan "racismo cultural" puesto que la "raza" se asocia a la "religión". Esto es, son inferiores y bárbaros los indígenas porque son idólatras y no comprenden las costumbres cristianas. De esa manera la sociedad colonial se organizó en estamentos o "Repúblicas" donde españoles e indígenas fueron separados de manera jerárquica, pero de manera legal.

2.- El segundo propio del siglo XIX es el famoso "racismo científico" el cual mencionan que es producto de la reacción de la élite contra las ideas igualitarias que surgieron de la Independencia. Este racismo fue la justificación del dominio de las llamadas “razas superiores" sobre las llamadas "razas inferiores", dando una nueva jerarquía a la ya caduca desigualdad racial colonial. Esta vez la desigualdad no es legal, sino normal (basado en que la ley natural así lo explica).

3.- Finalmente, en tercer lugar está el "racismo clasista" propio, siguiendo el texto, de la segunda mitad del siglo XX, producto del fenómeno migratorio que experimentó nuestro país, que se ejerce sobre grupos indígenas y mestizos pobres, intercambiando lo fenotípico con lo económico, dando paso a un "blanqueamiento" de todo lo "superior-adinerado" y a un "choleamiento" de todo lo "inferior-pobre".

Este planteamiento inicial ha sido elaborado en base a los estudios específicos que componen los capítulos de este ensayo y es transversal a su conjunto. Sobre el mismo, interpretan a manera general el pensamiento sobre la desigualdad en dos periodos:

1.- Desde la Conquista hasta el final del siglo XIX, donde predomina la justificación de la desigualdad. Lo habitual (y lo hegemónico) habría sido el discurso que jerarquiza la sociedad de manera natural, divina o normal, donde los que disciernen de este modo de pensar son una minoría no escuchada. Por lo dicho, la desigualdad es una práctica cotidiana muy poco cuestionada.  

2.- Desde el tránsito de los siglos XIX al XX y que no solo continúa, sino que se perfila como el que regirá en la sociedad peruana (o al menos limeña) que se va forjando. En este periodo las izquierdas peruana tendrán como objetivo la búsqueda de la igualdad social, cuestión que pasa a ser motivo de la acción política. A su vez, no faltan los discursos que defienden la desigualdad bajo los argumentos del liberalismo capitalista y la superación individual como motor del desarrollo.

A continuación, desfilan los pensadores, movimientos y momentos donde surgió el debate sobre la igualdad-desigualdad, donde se cuestiona la jerarquía social, donde se encubre el racismo o donde se intenta reformar la sociedad a través de alguna práctica. De esta forma se recuerda el fundamental debate para entender la cosmovisión hispana de la conquista, entre Las Casas y Sepúlveda; los postulados sobre la barbarie americana planteados por los viajeros científicos, ilustrados o religiosos en el siglo XVIII donde se debate la inferioridad americana; lo que llevaba necesariamente a discutir sobre los argumentos y contraargumentos en torno al voto indígena y la abolición de la esclavitud. Desfilan también los argumentos de los pensadores liberales y conservadores; y, no podía faltar, el racismo científico manifiesto en Clemente Palma. Así mismo, Mercedes Cabello, González Prada, los hermanos García Calderón, Víctor Andrés Belaúnde, J. C. Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre, Pedro Zulen, Daniel Valcárcel, entre otros, y sus importantes críticas a la sociedad de su época, enfrentando los postulados que justificaban la desigualdad, que dan parte a los hoy conocidos tópicos de "indigenismo", "el problema del indio", etc. Interesante es en el texto el hecho de que no se olvida de los procesos que generan los pensamientos sobre igualdad-desigualdad: pasean también el proceso de la organización virreinal realizada por Francisco Toledo, el ingreso de los viajeros al Perú, el boom guanero, la expansión capitalista del sur andino, el movimiento indigenista y el gobierno militar de 1968-1980.


Crítica y comentario

No es fin de esta reseña resumir lo escrito[1], sino resaltar los que nos parecen los principales aportes, así como las principales falencias, propias de un acercamiento a un tema al cual le falta mucho tiempo para conocer con mayor rigurosidad.    

En primer lugar, debemos resaltar que el animarse a re-leer los grandes debates sobre la dicotomía igualdad-desigualdad y hallar una cronología comparativa donde se recojan los principales lineamientos teóricos sobre el tema, es una tarea no solo titánica, sino que requiere gran análisis y conocimiento historiográfico, lo que resulta loable. Tarea de las tesis especializadas en adelante es detallar cada tipo y coyuntura de desigualdad. El no disociar cada argumento de su realidad histórica debe mencionarse, pues cada pensador, es hijo de su tiempo y no unir el argumento con la coyuntura que la genera sería un grave error que cambiaría la forma de pensar la Historia.

Por otro lado, quizás la crítica al texto podría detallarla en los siguientes puntos:

1.- La primera deriva del hecho ser una novedad para la realidad historiográfica peruana: Falta una teoría que explique la desigualdad. Si bien mencionan en la presentación que la desigualdad principal en la que se basarán será en la cuestión del racismo, creemos que no es suficiente. Falta la propuesta teórica que explique qué quieren decir cuando expresan el término "desigualdad". Para ser específicos, ¿qué es una desigualdad social?, ¿cómo hallamos en la Historia, los indicadores para establecer una desigualdad como hecho social?, ¿qué tipos, formas de desigualdad social existen? (pues si se trabaja la que está basada en discursos racistas, ¿cuáles son las que se están obviando?). No creo que suponer que hallar en los discursos (manifiestos en los documentos) fórmulas para superar o justificar la desigualdad sea explicación suficiente para aportar un corpus teórico. Además de una detallada cronología y comparación, creemos que el resultado de un tema novedoso debe ser el aporte teórico o la propuesta del mismo. Reconocen que a lo largo, el racismo se ha asociado a otras cuestiones que al igual que el racismo, tienen como fin una jerarquía social, como la cuestión religiosa en la Colonia o la cuestión económica o clasismo, para explicar el siglo XX, pero la desigualdad es también generada por un fin de términos si bien asociados a la "raza" no exclusivos de no formar parte de manera independiente del enmarañado de discursos que han establecido una sociedad jerarquizada-desigual. Por ejemplo, para el Perú se han trabajado temas de género, honor, etnicidad, casta, origen social y recientemente decencia[2], para mencionar algunos conceptos que operaron en la sociedad decimonónica.

2.- La segunda deriva de la forma cómo abordaron el tema: los estudios en las formas de pensamiento sobre la desigualdad, de los discursos racistas. Una construcción discursiva es consecuencia del poder que tiene el lenguaje, poder que lo hace un actor histórico más y no solo un medio de comunicación. Los discursos al ser históricos, se transforman de manera necesaria y eso ocurre en la realidad, en su "choque" con otros discursos disidentes de la normativa hegemónica que guía las prácticas sociales de desigualdad[3].  Lo menciono porque a lo largo del texto enfrentan argumentos y posturas sin prestar atención que están ocurriendo transformaciones dentro del discurso en sí mismo. No es que desde los postulados de San Martín por ejemplo, acerca de la abolición de la esclavitud, la libertad y la ciudadanía, se genere un "racismo científico". Consideramos que el racismo científico (la variante peruana que recogen los intelectuales decimonónicos importado desde Europa) no es la respuesta tardía de la élite a los discursos de igualdad de la Emancipación, sino, la transformación de los diferentes discursos pronunciados, donde ya desde la década del cuarenta, se observaban férreas resistencias a las ideas de igualdad, acompañadas de prácticas de resistencia por parte de la élite (esto último, explicado en el texto de Pablo Whipple, La gente decente de Lima y su resistencia al orden republicano). De igual manera, no es solo el proceso de la Emancipación que termina con el discurso religioso que imperaba en la Colonia y legalizaba la desigualdad, sino el conjunto de transformaciones y luchas discursivas a lo largo del XVII y XVIII  de varias críticas a la sociedad (por ejemplo la de Juan y Ulloa) que denuncian las prácticas que derivan de esta "divina desigualdad".

3.- La tercera y última deriva de la extensión del texto, propios de ser un primer acercamiento. Mientras que algunas secciones me parecen magistralmente redactadas, comentadas y analizadas, otras me parecen falto de un mayor análisis u omiten algunos aspectos que se pudieron añadir. Pertenecen al primer grupo el debate sobre la inferioridad-humanidad-barbarie del indígena que sucede a lo largo de la Colonia, donde se muestra como un corpus de conocimiento explica la natural desigualdad; o el debate generado a partir de la generación del 900 y el posterior indigenismo. Desfilan varios pensadores, argumentos, analizando detalladamente su forma de concebir la desigualdad. No igual sucede en los casos por ejemplo, la cosmovisión del clero en general, acerca de los indígenas, tratados en el apartado "Discurso colonial y consideraciones étnicas", o en el apartado "El racismo científico", que debería ser vital para el desarrollo de la generalización que propusieron al inicio. Solo Jospeh Gobineau (por parte del pensamiento occidental europeo) y Clemente Palma (por parte de la élite limeña) son tratados, olvidando a Spencer o Le Bon (caso de Europa) y Pasos y Varela o Javier Prado (caso limeño). Si bien Palma es el auge de esta forma de pensamiento en el Perú, no encarna el pensamiento eugenésico, el darwinismo social o el "racismo científico". Respecto al tercer grupo (las omisiones) creemos que el texto está basado principalmente en explicar la desigualdad entre españoles y andinos.  Olvida el texto de explicar cómo contribuye en la desigualdad social y racial el ingreso masivo de africanos en la Colonia, chinos en el siglo XIX, japoneses en el siglo XX, el "descubrimiento" de los indígenas amazónicos en el XIX, etc. Cada una de esta "minorías étnicas" es generadora de su propio discurso que lo barbariza, de tal manera que la encajan como inferior en la pirámide social peruana.




[1] Para ello el "Reportero de la Historia" ya entrevistó a Rolando Rojas para que explique y resuma el texto (http://www.reporterodelahistoria.com/2014/04/de-que-trata-su-libro-rolando-rojas.html#.U0VR1fmSw8s) y a su vez, para ello, acudir a la Presentación que se realizará el día 10 de abril a las 6 pm en la sede del IEP.
[2] http://annalicemoshist8ria.blogspot.com/2014/01/reflexion-sobre-la-historia-y-la.html

[3] Es parte del texto que trabajé para elaborar el marco teórico de mi tesis de licenciatura en redacción. El texto fue expuesto en el V Coloquio de Sociología de la UNMSM, bajo el título de "Los otros en discusión. Alteridades y discursos de las élites letradas limeñas del Perú decimonónico".


domingo, 9 de febrero de 2014

UNA MIRADA GENERAL Y ALGUNAS REFLEXIONES TRAS EL VEREDICTO DE LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA DE LA HAYA



Fotografía1: Peruanos atentos ante el veredicto del Tribunal Internacional de la Haya

Fotografía perteneciente a Jiles Ugaz 
 


Jiles Hennys Ugaz

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


En las siguientes líneas pretendemos hacer un breve repaso de lo sucedido tras la lectura del veredicto de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, tanto en Perú como en Chile; asimismo deseamos compartir algunas reflexiones sobre lo que implican estos hechos históricos para la población de ambos países.[1]

De esta manera, comenzamos señalando que a medida que observábamos que se acercaba la fecha para conocer la decisión de la Haya, se percibió una inseguridad por parte del gobierno chileno y una suerte de triunfo por parte del Perú; además este hecho llevó a intentar incentivar una idea de unión, patriotismo, nación o un poco de cada uno de estos por parte de un expresidente, lo cierto es que pese a las críticas las calles de algunos distritos de Lima lucieron banderas de nuestro país.

1.      CELEBRACIÓN EN LA PLAZA MAYOR DE LIMA

El 27 de enero del año en curso a las nueve de la mañana muchos escuchamos atentos la decisión que definiría legalmente -¿quizás no realmente?- nuestra frontera marítima con nuestro vecino del sur. Un buen número de peruanos recibió con gran entusiasmo la sentencia pero en sus rostros era evidente que los términos no se comprendieron a cabalidad, lo cual análogamente pudo suceder en Chile, ya que no todos estuvieron adecuadamente informados sobre estos transcendentales hechos que posiblemente sean unos de los más importantes en el siglo XXI para ambos países, pues la tensión y rivalidad entre estos no ha sido ajena a lo largo de la historia. Por su parte, en la Plaza de Armas de Lima se vivió gran algarabía en medio de una euforia colectiva y no faltó quienes lucieron banderas y mapas adheridos a sus mejillas, camisetas rojiblancas diseñadas específicamente para la lectura del veredicto de la Haya, sombreros con vivas al Perú e incluso hubo un ciudadano vestido cual inca y otro de un cóndor rojiblanco que mostraba un “Te amo Perú”; ante todo lo anterior es imposible no imaginar vendedores que con ingeniosos artículos inundaban la plaza y así el panorama nos reflejaba abigarradamente la mezcla cultural de cada uno de nosotros y cómo ese peruano que en términos reales no se verá beneficiado económicamente e inclusive es probable que nunca viaje a la zona en disputa, celebraba por nuestro país. En contraposición, también hallamos a quienes poco les importó y aún menos saben en qué consistió la demanda del Perú.

2.      CHILENOS TRAS EL VEREDICTO DE LA HAYA

Un gran contraste fue el conocimiento del veredicto en Perú y en Chile, pues tanto en Santiago como Arica hubo conflictos entre ciudadanos de ambos países, los cuales fueron frenados por los carabineros (policía chilena). Cabe señalar que los peruanos ocupamos el mayor número de inmigrantes en Chile y que muchos de estos se sitúan en las calles aledañas a la Catedral del mencionado vecino del sur, por lo que ante tal noticia ciertamente desfavorable para unos y relativamente beneficiosa para otros[2], los insultos como “cholos”, los gritos pidiendo que los peruanos regresen a su país y más no se hicieron esperar. [3]

Además, es preciso recordar que el presidente Piñera, ante el paso de los días, ha mostrado una postura de insatisfacción ante la sentencia pero concluye que se acatará con ciertas condiciones, olvidando que ya no hay más que negociar y que fue el Perú quien quiso hacerlo antes de recurrir a la Haya. Asimismo, señala que le debería pertenecer el nuevo territorio de lo que se ha denominado “costa seca”, no recordando que los límites terrestres ya están establecidos.

3.      LOS OLVIDADOS: TACNA Y ARICA

Fue bastante impactante que ante la lectura del veredicto se apreciara en las pantallas de televisión nacional cada movimiento del expresidente Alan García y la presencia dominante de Lima, pues si bien sabemos de lo centralizado que es nuestro país, se debió en aquellos instantes mostrar a los que habitan la zona que iba a ser más afectada como Tacna.

Respecto a Arica, es una situación bastante particular porque el Sindicato de Pescadores ha dejado ver el poco interés por parte del Estado de Chile ante los pescadores artesanales. Asimismo, debe indicarse que ambas zonas fronterizas –Tacna y Arica- han sido prácticamente olvidadas por las autoridades competentes.

4.      ALGUNAS REFLEXIONES

Lastimosamente ante estos hechos se ha visto insultos tanto de peruanos como de chilenos, no solo físicos y presenciales, sino que ante la modernidad también estamos presenciando agresiones virtuales, las que fácilmente se pueden apreciar revisando los comentarios de la página oficial de El Comercio, la de Biobio Chile y La Tercera por mencionar algunos.  Recuérdese que los medios virtuales le otorgan a todo tipo de personas el espacio para manifestar sus opiniones no siempre alturadas ni correctas pero a nosotros nos permiten entender el sentir de un determinado sector.[4]

Sin embargo, los ciudadanos de estos países olvidan que tuvieron una historia bastante común, que hubo momentos en los que luchamos juntos contra la Corona española pero que ahora algunos creen ser superiores por esa falsa idea de creerse “blancos” y de vivir en un país que al parecer tiene una mejor estabilidad económica, mientras que un sector de peruanos sigue viviendo los rencores del siglo XIX que ahora en nada aporta; no pido que olvidemos pero sí que aprendamos a desprender de nuestra mente aseveraciones como “los chilenos son malos”, “los chilenos quieren invadirnos”, “los cholos de los peruanos son unos ignorantes”, “los peruanos son unos resentidos”, entre otras tantas.

Deberíamos comprender que si ahora no superamos nuestros problemas no solo limítrofes sino también de índole social, heredaremos a nuestras futuras generaciones viejos rencores y erróneas imágenes de quienes son verdaderamente los peruanos y los chilenos.

ANEXO:


Fotografía 2: Este digno señor no tocaba por dinero, lo hacía complacido porque se identifica con su país.

Fotografía perteneciente a Jiles Ugaz
 


Fotografía 3: Celebraciones en la Plaza

Fotografía perteneciente a Jiles Ugaz

 


Nótese la burla y rechazo al mestizaje de los peruanos

Fuente: Biobio Chile[5]

 


Agresión chilena por falsos estereotipos e información errónea

Fuente: La Tercera[6]




[1] Es preciso recalcar que las opiniones que brindaremos en los próximos párrafos son meramente personales y no tienen de ningún modo por qué pertenecer a cada uno de los miembros del Grupo de Investigaciones Annalicemos Historia.
[2] Apostamos por la idea de creer que ganamos en la medida que delimitamos nuestra frontera marítima y que de ese modo ya no nos invadirán más pero consideramos que perdimos porque Tacna quedó sin mar.
[3] Con lo señalado no negamos ni afirmamos de ningún modo que los peruanos tuvieron únicamente una actitud pasiva ante la agresión chilena.
[4] Actualmente se viene estudiando el comportamiento del individuo en los nuevos medios de comunicación, específicamente Facebook, concluyendo que estos espacios otorgan a las personas la oportunidad de opinar y creer que lo que mencionan realmente es merecedor de relevancia.
[5] Véase para mayor información: TAURAN, Erasmo.“Agente peruano recibió torta con imagen del fallo de La Haya para celebrar su cumpleaños”. En: Biobio Chile. Chile, 06 de febrero de 2014. Disponible en: http://www.biobiochile.cl/2014/02/06/agente-peruano-recibio-torta-con-imagen-del-fallo-de-la-haya-para-celebrar-su-cumpleanos.shtml. [Consultado en febrero de 2014].
[6] Véase para mayor información: PAZ NÚÑEZ, María. “Perú difunde video explicando fallo de La Haya mediante dibujos animado”. En: La Tercera. Chile, 04 de febrero de 2014. Disponible en: http://www.latercera.com/noticia/politica/2014/02/674-563797-9-peru-difunde-video-explicando-fallo-de-la-haya-mediante-dibujos-animados.shtml [Consultado en febrero de 2014].

miércoles, 22 de enero de 2014

Reflexión sobre la historia y la sociedad decimonónica de Lima: decencia, alteridades, sistema judicial y prensa

Entre pensamientos y otras (muchas) cosas...

RESEÑA: LA GENTE DECENTE DE LIMA Y SU RESISTENCIA AL ORDEN REPUBLICANO, de Pablo Whipple[1]


Por Gonzalo Paroy Villafuerte

La base del libro: Decencia y sociedad decimonónica limeña.

El problema de la diferenciación subjetiva (basada en un acerbo cultural producto de las relaciones sociales históricas) que uno hace del otro es un problema tan antiguo como la existencia del homo sapiens. Por supuesto, el limeño de las élites letradas del siglo XIX no fue la excepción. Las fuentes nos muestran constantemente sus intentos de diferenciar a los otros (la "plebe" compuesta por indígenas, afro-descendientes, asiáticos y sus múltiples mestizajes) de ellos, basado en un discurso donde ellos, los portadores del discurso, del poder para manifestar sus ideas y que además detentan el control del gobierno, la economía y la política, se asocian con lo civilizado, lo culto, lo moral, lo bueno, lo bonito, asociando a quienes no están en su grupo social (y "racial", factor importante del siglo XIX) con lo antagónico a ellos: lo salvaje, lo ignorante, lo inmoral, lo malo, lo feo, con muchos más epítetos como sucio, vicioso, antihigiénico. La división entre "aristocracia" y "plebe"  era además de una diferenciación económica y social  como lo abordó Alberto Flores Galindo[2], una diferenciación discursiva, que mantenía y justificaba la anterior. Múltiples aspectos nos ayudan a ver tal cuestión: términos como "raza", "civilización", "moral", "cultura", son constantes en las fuentes y nos ayuda a abordar las formas de percepción de las élites.[3]

El trabajo del historiador chileno Pablo Whipple[4] apunta a este tipo de estudio, abordando como variable tanto social, como discursiva, a la decencia. Su propuesta es simple: la élite letrada es "la gente decente" en oposición al resto de la población que al no detentar un cago público, ser analfabetas o no tener riqueza material, no era igual que ellos. En la mentalidad de la aristocracia limeña del siglo XVIII, los títulos, cargos y riqueza hablaban por las personas mismas, y se podía diferenciar a las personas en base a ello. Esta mentalidad es heredada por la naciente República. El problema es el siguiente: En el nuevo sistema de gobierno, la república y la democracia, la ley debía estar por encima de los cargos, nivel cultural, clase social, fenotipo o riqueza material, esto es, debía estar por encima de todo lo que regía a la sociedad colonial, debía estar por encima de lo que ·"la gente decente" daba por incuestionable, inamovible, normal. Y es que su "decencia conocida" debía, creían ellos, los seguiría colocando por encima de la ley, que pertenecía a la ·"modernidad" que defendían, pero que cuando les afectaba a ellos mismos, oponían una férrea resistencia apelando a los argumentos propios del sistema colonial, cuestión que atrasó la modernización del sistema judicial y político. En palabras del autor, se generó una ·«doble moralidad que causó la disociación  de sus discursos y prácticas, generándose una resistencia sociocultural a la instauración de la nueva institucionalidad republicana»[5]. Si la ley sobrepasaba las diferencias sociales, se apelaba a la decencia o superioridad moral para obviar la ley.

La decencia: historia y realidad.

«La decencia es una categoría de diferenciación racial y sociocultural de amplio uso en Perú hasta el día de hoy» escribe el autor. Se basó en un ejemplo muy contemporáneo: la decencia en la política como oposición a la corrupción (que bien podría ser aplicada a los siglos XVIII o XIX). En la coyuntura electoral del 2011 se leía en panfletos y en la web «Si Lima fuese decente, tu voto sería valiente», en clara alusión a la corruptela de la época de Alberto Fujimori, padre de la entonces candidata presidencial, Keiko. Implícitamente parte de la campaña fue que la decencia radica en ir en contra de lo que la victoria de Keiko Fujimori significaba: la indecencia... y se tenga el coraje y la decencia para votar por Ollanta Humala[6].  Al margen de las suspicacias políticas, la dicotomía es clara: uno se presenta como el decente, en contra de la corrupción. La decencia es no solo una variable a tomar en cuenta, no es solo parte del argumento central del discurso, sino que es el eje por el cual la sociedad debe dividirse. De igual manera, la prensa decimonónica, partidista y efímera como la conocemos hoy, atacaba a los opositores utilizando esta dicotomía. No es historia pasada, es realidad presente.

Fuentes y Bibliografía.

El historiador Pablo Whipple se basa primordialmente en la prensa periódica de la época, en especial, de los diarios El Comercio y El Mercurio Peruano, especialmente en la sección "remitidos" donde se ventilaban los escándalos y rumores de los litigios y problemas judiciales que tenían los limeños, confrontándola con textos que permiten observar las concepciones diferentes de la época como las novelas de Fernando Casós. En cuanto a la historiografía que guía al autor, principalmente encontramos a dos historiadores peruanos: Alberto Flores en su texto Aristocracia y plebe..., de donde da cuenta que la sociedad limeña vivía en una "cultura del pleito", extremadamente "judicializada" pues diferentes actores sociales de todo estrato social (y "racial") se encontraba en algún pleito, pese a que en esta sociedad «coexisten varios sistemas culturales y se enfrentan diversas reglas de comportamiento»[7]. Podríamos sumar a esta reflexión, de que diferentes actores tenían diferentes concepciones de justicia y pleito, pero que debían adecuarse a la dominante de la cultura letrada. Y por otro lado, sigue las ideas de Jorge Basadre, quien apunta que la prensa peruana era de las más efímera en toda América, solo proyectada para intereses partidistas[8]. Fueron, en palabras del maestro «desde las más abstrusas divagaciones de aislados ideólogos hasta la más desenfrenada, mendaz y popular procacidad», «escribían para ellos desde altos personajes de la política [...] hasta grafómanos, demagogos y aprovechadores de todo jaez»[9]. Amplía la información sobre El Comercio y de los remitidos. Era para Basadre un diario que dio acogida a todos los bandos de lucha en su sección comunicados, donde, pagando, cualquiera podría publicar su opinión, tratando asuntos personales, o doctrinarios. Los chismes y las habladurías abundaron en las "páginas amarillentas" de El Comercio.[10]  Cabe resaltar además que el autor recoge los estudios de categorías utilizadas para los temas de género y etnicidad, para los casos de América Latina, tales como honor, raza, moral, etc. 

Contenido[11]

En los primeros capítulos explica tanto el marco teórico como los antecedentes del término "decencia" y "honor" en la investigación histórica para casos peruanos y americanos. Trata el término decencia en perspectiva histórica, diferenciando los usos del término desde el ingreso de los españoles a América hasta nuestros días. La dicotomía gente decente /plebe fue creada en el Antiguo Régimen y transportada por los españoles, ligando así el origen social (nobleza-comunidad) con la decencia. En América, la sociedad de castas y la movilidad social hizo impracticable la dicotomía basada únicamente al origen social, por lo que se complementó con el nivel cultural, situación económica, posición laboral, origen racial y fenotipo, y, desde la época borbónica, con la higiene, la educación, la obediencia. Cuestiones que proponían que la decencia podría ser alcanzada por la plebe, por lo que el factor racial permitió aun mantener una división.      

Aun así, la "decencia" variaba según la persona que la invocaba y es un concepto comparativo. Un español pobre podía invocar su decencia en un conflicto con un esclavo o mestizo. Es decir, depende la comparación subjetiva con otro. La República intentaba proponer el ideal ilustrado en contra de la moral medieval que definía la élite. La decencia permaneció con su potencial de definir un conflicto, aun cuando se proponía una moral republicana basada en el mérito, que devino en un enfrentamiento en el sistema judicial, periodístico y policial.

Característica de la élite fue difundir su ideal de decencia, de moral, de ejemplo. Se intentó una lucha frontal contra todo lo que se asociaba a la corrupción colonial. El caso más notorio fue la intentona de erradicar los juegos y apuestas, señalado como el principal mal endémico. En la prensa se denunciaba este "vicio". El orden urbano tampoco fue ajeno a las nuevas políticas.

Por ejemplo, repasa la oposición de los intentos de renovar el sistema policial por parte de los intendentes de policía como el caso de Joaquín Torrico. Los remitidos en torno a la nueva autoridad no esperaron y se creía que no podría contra un vicio tan antiguo. Cuando se inició las multas y cierres, iniciaron las críticas: reclamaban supuestos favoritismos, las altas multas, la autoridad del intendente: «arbitrario Torrico, que como tan ignorante que es, creyó que el reglamento de policía y su autoridad se entendían sobre la gente decente»[12]. Su remoción fue inminente cuando la autoridad del reglamento sobrepasó a la "decencia" de la "gente decente". Casos similares se dieron, en donde se muestra claramente momentos donde no se podría ir contra la mentalidad colonial de estratificación por nivel socio-cultural. Los policías que debían ingresar a casas de "gente decente", sufrieron los estragos de tal situación. Eran castigados, removidos de su cargo, se ganaban un largo juicio o aun, terminaban presos.

La "orgía periodística" llegó a su cenit con los "remitidos". Quienes entendían la prensa como medio de difundir ilustración, fueron erradicados del campo de batalla. El periodismo como lo entendemos hoy era inexistente, la mayor cantidad de páginas eran estos comentarios pagados para su publicación, que tenían la finalidad de defender las jerarquías socio-culturales propias del orden colonial. Se dio uso y abuso de la libertad de prensa, que traspasaba constantemente la línea que dividía lo público de lo privado. La argumentación racional fue inexistente y se preferían insultos y calumnias en esta lucha en la prensa. El Comercio fue hijo de este sistema, incapaz de mantener una política de periodismo informativo, se transformó en el principal medio de publicación de remitidos.

Fueron estos espacios en la prensa lo que lleva a tratar a la sociedad limeña como una "cultura del pleito". Fue parte de la vida cotidiana y configuraba no solo los litigios públicos ya que buscaban argumentar a su favor o desprestigiar al contrario, así como alabar a los jueces, sino, que abordaban gran parte del pasatiempo de limeño. Los remitidos eran esperados, el chisme y el rumor fueron actores de esta sociedad. Aun los que no sabían leer escuchaban las noticias en espacios donde se daban lectura. No había conflicto o pleito judicial que enfrentara la gente decente, que no figure en la prensa y por tanto, que no sea conocida por la plebe. Este enmarañado social dio como resultado un singular personaje: el pleitero. Abogados o personas con habilidad para tramitar y relacionarse con todo tipo de personas. Se presentaban en la corte, conversaba con editores de diarios, tramitaban apelaciones, realizaban trabajos oscuros para asegurar su sentencia favorable. Merodeaban a jueces y abogados para evaluar posibles juicios de los cuales sacar ventajas. Por supuesto, en este sistema, los favores y reventas propios del sistemas colonial, permanecían. La habilidad de generar una red de contactos con personas influyentes o con empleados del Poder Judicial.

Un pleito típico, por ejemplo, era aquel donde se un terreno/hacienda está en litigio, pues esta se entregaba a un tercero mientras duraba el juicio. ¿Si la hacienda era el sustento de vida de una de las dos partes?. Un pleito era caro: abogados, trámites y remitidos. Un retraso o una apelación podía llevar a la ruina a individuos que podían ser herederos legítimos, pero que un mal redactado testamento llevó a una situación conflictiva.

La reflexión final del autor gira en torno al sistema judicial y a las personas que lo conformaban. Dentro de la anarquía política, el Poder Judicial fue el más estable y permitió una carrera pública. Era un grupo cerrado y conocido que generó suspicacia entre la gente. Se tenía temor de entrar en conflicto con alguno de ellos, fueron criticados y denunciados, pero nunca fueron acusados formalmente. Era un sistema que coqueteaba con la corrupción, que impedía una movilidad social. Por ello, se les insultaba con seudónimos y cuando se era posible, se resolvía una problema sin ir a instancias judiciales. Para muchos, los abogados y los jueces aun representaban la corrupción de la época colonial y su labor podía llevar a la ruina a muchas familias pese a que ganen un pleito.

Comentario y reflexión final.   

El libro es la reflexión e investigación que refuerza la idea de que en la sociedad limeña de los siglo XVIII y XIX era dividida por categorías socioculturales, creadas y abanderadas por las élites letradas donde ellos se asociaban a la decencia que ellos mismos moldeaban. Así, el término decencia, se une a la de honor, raza, casta u origen social en la justificación de una dicotomía social.

Pero, esta categoría permite al autor reflexionar sobre una característica de Lima que ha sido olvidada: Lima y sus habitantes estaban inmersos en una cultura pleitista, donde los diarios, el sistema judicial y los personajes son resultado de esta y a su vez la complementan y la explican. La investigación desenmascara el papel del periodismo de la época. No fue vehículo de cultura ilustrada, sino, de chismes y escándalos. Y ellos configuraban las pláticas cotidianas y las reuniones.

Si no hubiera existido la categoría de "decencia" en esta sociedad, seguramente otra similar hubiera sido utilizada de la misma forma para mantener el status quo de cada persona. La modernidad del problema sorprende, en tanto que la reflexión vertida puede aplicarse a la sociedad contemporánea. Los chismes son parte de la prensa diaria y la televisión nacional, reemplazo de la "gente decente" por la ""gente de la farándula". Los periodistas ventilan la vida privada y buscan hacerla pública, amén de mayor venta/sintonía, esto es, en busca de beneficio individual, una sociedad que se alimenta de los que Marco Aurelio Denegri denominó "La cacosmia televisiva". La sociedad del siglo XIX necesitaba del chisme y la prensa "del asco" para sobrellevar su vida cotidiana.

Finalmente, explica Whipple, cada personaje tenía un papel, que finalmente era difícil de cambiar. La élite mediante discursos justificaba el stableshiment, y cada personaje estaba imbricado en esta sociedad pleitista: abogados pleiteros, jueces corruptos, gente decente, herederos forzosos, la plebe, la aristocracia, todos imbricados en interminables litigios. Si el sistema judicial, con toda su corrupción, innecesaria burocracia, críticas constantes era el Poder estatal con mayor estabilidad, podemos imaginar la caótica gobernabilidad y la incertidumbre que vivían los limeños. Entendemos ahora que debemos sumar a las sangrías por las guerra civiles, el caudillismo y la total ignorancia del territorios peruano, la imposibilidad de renovar el sistema judicial y la oposición de la "gente decente" de acercar al Perú hacia un nivel socio-cultural que permita adoptar lo que hace al sistema republicano, justamente una República, basado en la igualdad, oportunidad y democracia.     


Bibliografía

BASADRE, Jorge, Historia de la República del Perú. 1822-1933 (Vol. II). Lima, 1983, Editorial Universitaria.

FLORES GALINDO, Alberto. La ciudad sumergida. Aristocracia y plebe  en Lima, 1760-1830. Lima, 1991, Editorial Horizonte. 
PAROY VILLAFUERTE, Gonzalo, "Los otros en discusión. Alteridades y discursos de las élites letradas limeñas del Perú decimonónico". Ponencia presentada en el V Coloquio de Sociología - UNMSM y en la XXI Coloquio de Historia de Lima.


[1] Lima, 2013, IEP / Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.
[2] Alberto Flores Galindo, La ciudad sumergida.
[3] Este punto de vista lo hemos abordado en un trabajo titulado "Los otros en discusión. Alteridades y discursos de las élites letradas limeñas del Perú decimonónico", por lo que la lectura de la investigación de Pablo Whipple resulta relevante para nuestras futuras investigaciones, ya que da un punto de vista diferente en la construcción de discursos de la élite.
[4] Doctor en Historia por la Universidad de California, Davis (EE. UU.). El texto fue producto de la tesis doctoral presentada en el 2007. 
[5] Pablo Whipple, La gente decente de Lima, p. 21
[6] Ibidem, p. 31
[7] Alberto Flores Galindo, Op. Cit., p. 21
[8] Pablo Whipple menciona que Basadre lo denominó la "literatura del asco" o al proceso al rededor de la actividad partidista de la prensa como "orgía periodística"; pero en nuestro ejemplar de la edición citada, no hallamos tales denominaciones.
[9] Jorge Basadre, Historia de la República del Perú 1822-1933, Vol. II, p. 410
[10] Ibídem, p. 420.
[11] Cap. I: "De la decencia colonial a la republicana", Cap. II: "Vicios coloniales, virtudes republicanas", Cap. III: "La gente decente y la prensa ilustrada", Cap. IV: "La supremacía de los remitidos", Cap. V "Los remitidos y la cultura del pleito", Cap. VI "Los pleiteros" y Cap. VII "Un sistema judicial ambivalente".
[12] El Comercio, 15/06/1840, en Whipple, Op. cit., p. 72