LA DOBLE INDEPENDENCIA PARAGUAYA. ASPECTOS
ECONÓMICOS Y SOCIALES
Por Silvia Pablo Caqui
Estudiante de 4º año de la Escuela de Historia (UNMSM)
Miembro del Grupo de Investigaciones Sociales
Annalicemos Hist8ria
La presente nota es una
reseña de:
ARECES, Nidia (2010): “La doble
independencia paraguaya. Aspectos económicos y sociales”. En: Susana Bandieri
(comp.) La historia económica y los
procesos de independencia en la América hispana. Buenos Aires: Prometeo
Libros, Academia Argentina de Historia Económica. pp. 239-268
La producción
historiográfica del proceso de independencia paraguaya se ha centrado en la
actuación de personajes llamados héroes, o en ensayos con consideraciones
políticas o ideológicas para resolver los posibles antagonismos, lo que
conlleva una mirada sesgada; por ello que la autora plantea que es necesario un
estudio en su interrelación económica, social y cultural. El marco referencial
que utiliza es el proceso, como un antes que se remonta a fines del s. XVIII, y
un después que llega hasta mediados del s. XIX.
En el subcapítulo de “La
gobernación Intendencia del Paraguay, economía y sociedad” nos dice que el
establecimiento del Virreynato del Rio de la Plata, provocó una mayor sujeción
de la elite de Paraguay (La Asunción, por la salida atlántica), y a esto se le
sumó las medidas de las reformas borbónicas (mayor concentración
administrativa, que favoreció el dominio del espacio paraguayo por Buenos
Aires).
Los productos que a
Paraguay le permitían conectarse con diversas regiones por el exterior, eran la
yerba mate y el tabaco, sobre ello en 1779 se instaló la Real Renta de Tabacos,
Pólvora y Naipes (reformas borbónicas), lo que produjo una mayor circulación de
pesos reales (principalmente en la Asunción). Antes del establecimiento de esta
medida, eran los mercaderes los que abastecían todos los insumos y distintos
géneros, por lo que eran los principales beneficiados. Antes de esta medida
quien tenía el control de este circuito comercial (yerba mate y tabaco) era
Santa Fe, después de 1779 lo será Buenos
Aires, ella será la que distribuya los productos del Alto Paraná en los
mercados. La importancia del comercio de
la yerba queda ampliamente confirmada pues serían la base de una próspera comunidad
comercial, incluso durante el gobierno del Dr. Francia ésta continua siendo el medio de pago
para intercambios en el comercio interno y fronterizo (mercados locales e
interregionales), esto a pesar de la disminución del comercio por la clausura
del libre comercio. Paraguay exportaba con Buenos Aires yerba, tabaco, azúcar y
miel, etc. e importaba de la misma ropa y otros bienes provenientes de Europa,
de esto se proveían una larga lista de vecinos paraguayos, que practicaban el
reparto mercantil, estos mercaderes paraguayos ocupaban cargos concejiles en la
Asunción, por lo que se hallaban a merced del crédito de sus corresponsales más
ricos de Buenos Aires en la medida que por carecer de reservas de capital
negociaban con dinero prestado en Buenos Aires a razón de 8% sobre la ganancia
en cada transacción comercial. A esto se le suma el peso de las sisas,
alcabalas y arbitrios. Sobre los comerciantes, estos estaban integrados por el
sector tradicional que controlaba el poder de la provincia, y en la década de
1760 sufrió un cambio en la medida que existió una nueva inmigración
(provenientes de otras regiones de América, de la zona cantábrica, vascos,
europeos) que se estableció en Asunción dedicándose al comercio, los que se
hicieron del control del cabildo en la década de 1790, y serán los que tras
producirse los sucesos de 1810 se mantuvieron leales al Consejo de Regencia.
En el siguiente
subcapítulo “La independencia y las relaciones con Buenos Aires”, nos explica
que la independencia paraguaya fue un caso precoz de ruptura de vínculos con la
metrópoli (España) y la submetrópoli (Buenos Aires), a su vez este proceso no
correspondió con las transformaciones de la estructura de la sociedad
paraguaya, en vista de que ella mantuvo características del Antiguo Régimen
además de experimentar “retardos en la adopción de principios y prácticas
políticas modernas”, lo que le hizo adquirir características de formas
específicas a pesar de las mismas condiciones internacionales.
A pesar que frente al
contexto internacional la opción de muchos países hispanoamericanos fue la
insurrección, Paraguay optará por mantenerse leal a la corona, ya que tras el
movimiento de mayo de 1810 en Buenos Aires, Asunción no respondió al llamado de
la Junta Porteña, por lo que se inició un plan para aislar a Paraguay (quien no
reconocía la supremacía de Buenos Aires), esto trajo interrupciones en el
comercio, agravándose cuando Paraguay sostiene su fidelidad al Consejo de
Regencia[1]
(Congreso del 24 de julio de 1810), y estimula lazos de amistad con la junta
provisional de Buenos Aires, frente a esta decisión B. Aires suspende y prohíbe
todo comercio con Paraguay, así en el congreso Paraguay opta por la creación de
una junta de Guerra para garantizar la defensa. A pesar de tal medida, en Paraguay
nunca se dieron guerras, ni contra la metrópoli ni una guerra civil.
La autora reconoce 2 fases
políticas, del proceso, una corresponde de mayo de 1810 a junio de 1811, donde
se dan los cambios locales que se desencadenaron en consecuencia de los sucesos
porteños y finalizó con la junta que dio a Velasco y proclamó la independencia
frente a toda potencia extranjera, en esta primera etapa la junta de gobierno
será un pilar fundamental. La segunda etapa inicia después del golpe de Estado
del 14 de mayo de 1811 donde se declaró la independencia el 9 de junio de 1811,
esto hasta 1814 cuando se estableció en la República la Dictadura Suprema de
Francia.
El gobierno de Francia
socavó los lugares de poder heredados de la colonia, iniciándose una dictadura,
del cual se trata en el tercer subcapítulo “La dictadura: economía y sociedad”.
En el cual se aprueba el Decreto Supremos de 1814, dirigido contra los comerciantes
vinculados con Buenos Aires, imponiéndoseles las correspondientes licencias,
afirmando siempre el control paraguayo, teniendo el control de los ríos, logrando
imponer un control estatal sobre el comercio (el cual estaba a manos de
españoles y porteños hasta entonces), en un primer momento ofreció un
intercambio directo con Inglaterra a cambio de armas, sin embargo pronto
sospechó y no concretó tal intercambio. Tras los conflictos con Buenos Aires
por los estancos de tabaco, en 1820 Francia cierra definitivamente los puertos
paraguayos (aunque en 1823 se habilitó una válvula con las regiones
fronterizas, que el gobierno controlaba), y una consecuencia fue que los
comerciantes observaban como su capital se perdía de la misma forma que sus
productos se deterioraban, todo esto para tener un mayor control de las
actividades comerciales de Paraguay. Respecto a la yerba mate teníamos un
panorama no diferente al tabaco. Frente a esta situación en 1830 Francia buscará
dar salida a los productos paraguayos comprando a precio corriente del país a
los comerciantes y vendiéndolos a altos precios en provincias vecinas, a esto
le acompañará la reducción de la alcabala y el diezmo, los mismos impuestos
serán disminuidos, llegando incluso a
suprimirlos en 1837, aunque serán restituidos a la muerte de Francia. Otros
impuestos fueron al Ramo de Guerra, el derecho al tercio y del estanco.
A todas estas medidas, la
autora señala como conclusión que si bien Francia no transó con las viejas
formas tampoco las modificó radicalmente, prevaleciendo una sociedad
tradicional y eminentemente rural y una organización estatal republicana, que
bajo la forma de una dictadura mantuvo las formas básicas del Antiguo Régimen.
Su régimen dictatorial, sin embargo, destaca algunos aspectos, por ejemplo su
política social, pues al no forzar la maquinaria fiscal y buscar obtener los
recursos del Estado por otras vías, les dio ventajas, a la vez que sostenía
beneficiar a una mayoría por lo que minó los privilegios de los sectores
tradicionales. Y esta doble independencia se refiere a la de la Corona española
y a la de Buenos Aires, no sucumbió ante ninguna con el Dr. Francia.
[1] Por
hostilidad y reviviendo antiguas competencias con Buenos Aires, Paraguay opta
por seguir dependiendo de España. Ye esto demuestra que los acontecimientos que
se desencadenaron en la provincia de Paraguay en 1810 no necesariamente son una
consecuencia de las acciones de Buenos Aires.
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