lunes, 29 de julio de 2013

MÉTODO PARA HACER HISTORIA EN LA OBRA DE TUCÍDIDES

Por: Verónica Reyes
Estudiante de Historia de la UNMSM



Contextualizando, en el mundo griego las formas de transmisión de la información eran de forma oral por tanto se sirvieron de los llamados mnemones, funcionarios civiles que se encargaban de conservar oralmente no solo las decisiones oficiales y precedentes sino también cierta cronología del pasado aunque el desarrollo del alfabeto griego venía desde ya el 776 a.C.; y esta función suponía un servicio que se prestaba a una sociedad ágrafa y que correspondía a una necesidad que se experimentaba (Haveloc 1996: 118), pero la conservación y transmisión solo eran eficaces y fiables si se encargaban profesionales entrenados con este fin pero ¿estaba Tucídides preparado para tal función? qué tan objetivos eran los discursos escritos en su libro si el mismo autor señala:

[…] no solamente de lo que yo he entendido de otros que lo oyeron, pero también de lo que yo mismo oí; dejo de escribir algunos. Pero los que relato son exactos, si no en las palabras, en el sentido, conforme a lo que he sabido de personas dignas de fe y de crédito, que se hallaron presentes, y decían cosas más consonantes a verdad según la común opinión de todos. (TUCIDIDES. 1986:32)

Pues la pregunta queda abierta, puesto que la historia para ese tiempo no estaba aún bien definida, esto es, los criterios de los que se servían para establecer los hechos, como Momigliano señala respecto a aquella época, tenían “la ausencia de reglas precisas sobre el modo de recoger y elegir los datos creaba confusiones tanto en los autores como en los lectores  y como el autor también menciona: Herodoto podía ser considerado ya como el padre de la historia o como un embustero”; y el oficio del historiador no debía limitarse a una simple narración de hechos pretéritos, su trabajo consistía en rescatar el pasado humano: “saber otras tales y semejantes que podrán suceder adelante” (TUCÍDIDES 1986:33) poniéndolo en forma de relato. Partiendo de testimonios, y es por eso que se debe estudiar al historiador primero que a los hechos, Carr sostiene: “Mi primera contestación a la pregunta de que es la historia será pues la siguiente: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin finentre el presente y el pasado”. Por todo esto se reconoce el componente subjetivo del historiador e inferimos que los acontecimientos dicen lo que el historiador quiere que digan, Carr añade: “El pasado que estudia el historiador no es un pasado muerto, sino un pasado que en cierto modo viven aún en el presente […] toda la historia es la historia del pensamiento y la historia es la reproducción en la mente del historiador del pensamiento cuya historia estudia”. (CARR 1978:29)

Ahora solo nos queda preguntarnos: ¿En qué medida eran competentes los historiadores griegos para valorar los datos? La pregunta, puesta en términos rigurosos, implica la interferencia de la retórica en la investigación histórica (MOMIGLIANO. 1984:36) pues como Croce, citado por Carr (1978:28), menciona: toda la historia es “historia contemporánea” y Carr añade: queriendo con ello decir que la historia consiste esencialmente en ver el pasado por los ojos del presente y a la luz de los problemas de ahora, y que la tarea primordial del historiador no es recoger los datos sino valorar. Pues en la obra de Tucídides se evidencias dos influencias de la sofística ateniense en el poder de la razón como factor político e histórico como también en la estructura y el estilo de su lengua haciendo uso de un austero pero amplio léxico, tratando de usar las palabras correctas para cada situación de la guerra:

Y porque yo no diré cosas fabulosas, mi historia no será muy deleitable ni apacible de ser oída y leída. Mas aquellos que quisieren saber la verdad de las cosas pasadas y por ellas juzgar y saber otras tales y semejantes que podrán suceder adelante, hallarán útil y provechosa mi historia; porque mi intención no es componer farsa o comedia que dé placer por un rato [esto en clara alusión a Herodoto, historiador contemporáneo al que criticó], sino una historia provechosa que dure para siempre. (TUCIDIDES. 1986:33)

Su método claramente indica el uso de la narración lineal de los acontecimientos salvo excepciones como por ejemplo en el capítulo X, Virtudes y loables costumbres de Pericles, en el que expone las capacidades oratorias y de caudillo militar de Pericles.

[…] Pericles tuvo el poder junto con el saber y prudencia, no se dejaba corromper por el dinero: regia al pueblo libremente, mostrándose con él tan amigo y compañero, como caudillo y gobernador […] (TUCIDIDES. 1986:126)
Pero Tucídides maneja una división de la narración de dos elementos básicos: narración de hechos y discursos.

La narración de los hechos como los discursos ayuda a que Tucídides modele una historia pragmática. En el mismo sentido señala que Tucídides no inventa los discursos, sino que “su intención es adaptarlos para que desempeñen la nueva función pragmática que le asigna a su obra” (IGLESIAS. 2011:55) pues su obra fue un reflejo de lo que el mismo fue testigo o de lo que obtuvo por medio de conversaciones con testigos circunstanciales de los acontecimientos en los que él no podía ser testigo [fue exiliado en el 424 a.C. después no poder contener el asedio en Anfípolis]. Pero lo complicado de analizar es con que objetividad Tucídides le atribuye a un texto autoridad de testimonio, pues esto es algo que diferenciaba la historiografía de la poesía épica lo que fue justamente necesario para Tucídides que si bien no acostumbrase a recurrir a esta fuente le sirvió para poder narrar su historia porque éste pudo ser el único medio por el cual él podía entablar conversaciones en su exilio, las cartas fuente directa de lo acontecido esto es fácilmente observable al leer los discursos que como el mismo menciona están siendo reeditados “pero los que relato son exactos, si no en la palabras, en el sentido” (TUCIDIDES. 1986.32) pero no transgredidos. La extensión de los discursos en el Ágora eran de mayor amplitud a los presentados por Tucídides y la memorización exacta de estos requería preparación, porque su historia no estaba siendo elaborada para ser escuchada sino para ser leída, haciéndose evidente su vínculo con los sofistas:

La sofística estaba buscando comprender el objetivo y el valor de la fuerza de las acciones humanas, unas veces oponiéndolas al derecho, otras veces identificándola con él. “Tucídides introdujo con audacia este nuevo elemento en la historiografía y supo captar en la guerra que se desarrollaba ante él el conflicto precisamente de dos fuerzas adversas […] La historiografía se organizaba de esta manera por primera vez alrededor de un problema político: era el descubrimiento de Tucídides” (MOMIGLIANO 1984:169)

Y el fin didáctico que tiene su obra, “mas aquellos que quisieren saber la verdad de las cosas pasadas y por ellas juzgar y saber otras tales y semejantes que podrán suceder adelante, hallarán útil y provechosa mi historia” (TUCIDIDES. 1986:33)

Ante los diferentes tipos de discursos [Asambletarios y arengas militares] que también trabaja un fin didáctico al generar con esto un modelo para posteriores generaciones,  Collingwood menciona:

Pensemos primero en el estilo ¿No es, acaso, una afrenta, hablando desde el punto de vista histórico, eso de que tantos y tan diversos personajes hablen de una y la misma manera y, además, de una manera que nadie pudo haber empleado para arengar tropas en vísperas de entrar en combate o para pedir merced de la vida de los vencidos? (COLLINGWOOD. 1952.43)

Por lo mencionado respecto al uso y el empleo casi único de los discurso para la elaboración de su Historia, este trata de marcar distancia de su predecesor Herodoto al cual calificó de logógrafo, en el reconocimiento de su individualidad y el interés de su época. El objeto de estudio de Tucídides fue la guerra del Peloponeso por múltiples factores algunos de ellos nos lo explica Momigliano: “Las monografías de tema militar y político a la manera de Tucídides convenían a la época ya que ofrecían un modelo no solo para obras sobre cada una de las guerras, sino también para libros sobre ´Hechos de los griegos´” y es que el historiador debía reconocer naturalmente los conflictos entre los estados griegos y en el interior de los estados griegos pero Tucídides va más allá, él “hace la distinción entre causas inmediatas y causas remotas o entre causas y pretextos” (MOMIGLIANO. 1984) como lo menciona Tucídides:

Y para que en ningún tiempo sea menester preguntar la causa de ello, pondré primero la ocasión que hubo para romper las treguas, y los motivos y diferencias por que se comenzó tan grande guerra entre los griegos, aunque tengo para mí que la causa más principal y más verdadera, aunque no se dice de palabra, fue el temor que los lacedemonios tuvieron de los atenienses, viéndolos tan pujantes y poderosos en tan breve tiempo. Las causas, pues, y razones que públicamente se daban de una parte y de otra, para que se hubiesen roto las treguas y empezado la guerra […] (TUCIDIDES. 1986:33) [El énfasis es nuestro]
Pero para llevar a cabo su historia Tucídides a comparación de Herodoto no presta mucha atención al estudio etnográfico que aunque como menciona Momigliano, éste si mantiene la unión entre guerra e historia constitucional.

Tucídides hizo de la experiencia directa el primer requisito de una historiografía correcta […] El problema de las fuentes y la evidente ventaja de estar en disposición de preguntar a testigos, o de ser testigo personalmente, no pueden ser considerados el motivo principal de la preferencia concedida a los sucesos contemporáneos o recientes como tema de la historiografía. Métodos para obtener información correcta sobre el pasado remoto habían existido desde l siglo V a.C., o sea, desde el inicio de la historiografía en Grecia (MOMIGLIANO. 1984:48)
Y de esta forma Tucídides, sirviéndose de todos estos elementos pretendió la creación de un historia objetiva, plausiblemente de ser constatada y verificada y que sirviera a futuras generaciones.

Fuente
TUCÍDIDES (1986). La historia de la guerra del Peloponeso. Barcelona: Orbis.

Bibliografía
CARR, Edward. (1978) ¿Qué es la historia? España: ed. Seix Barral S.A.
COLLINGWOOD, Robín (1965), La idea de la Historia. México: Editorial Fondo de Cultura Económica.
HAVELOCK, Eric. (1996).  La musa aprende a escribir. España: ed. Paidós
MOMIGLIANO, Arnaldo. (1984). La historiografía griega. España: ed. Critica


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