martes, 8 de enero de 2013

Historia Política


Historia política[1] y narración: El positivismo[2] de Moreira César en La guerra del fin del mundo[3]

Luis Angel Romero Argomedo
Estudiante de 4to año de Historia (UNMSM)


"La poesía de la historia reside en el casi milagroso hecho de que una vez, en esa tierra, en este familiar trozo de suelo, caminaron hombres y mujeres tan reales como nosotros hoy en día, pensando en sus propios pensamientos"


Por el momento se nos ocurre dos formas de relacionar la Historia y la Literatura, la primera tiene que ver con el uso de fuentes de carácter literario para entender e interpretar el universo mental de una época o de un individuo, mientras que la segunda es utilizar las técnicas literarias como un medio para la mejor narración de la historia tan necesitada y agobiada de “estructura” para lo cual analizaremos lo que nos dice Peter Burke y Simon Schama al respecto.

Dentro de la primera relación ya señalada un ejemplo puede ser el caso de la novela Los Sertones de Euclides Da Cunha, pero me centraré en el segundo punto que planteamos líneas arriba, es decir, la novela histórica o narración como modo de hacer entendible el discurso histórico, pero sin olvidar el análisis y la explicación del problema histórico. Entonces las principales preguntas serán, cómo se relaciona la narrativa de la literatura y la historia, y cuáles son los componentes ideológicos del positivismo en Brasil de fines del siglo XIX a partir del análisis de La guerra del fin del mundo y de la reconstrucción de un prototipo de personaje: Moreira César. Como preguntas secundarias tenemos: ¿cómo se introduce el positivismo en la Escuela Militar brasileña? y ¿porqué los militares brasileños apoyaron al sistema republicano?  

Aquí no propongo hacer una narración detallada de La guerra del fin del mundo debido a que esta novela tiene un universo muy rico y diverso de temas como para  tratarlos en su totalidad en este espacio, para tener una comprensión más amplia es necesario ir a la obra misma, no estaría demás decir que es altamente recomendable por la manera de entender la política de cada uno de sus personajes – especialmente el Consejero, Moreira César, Galileo Gall, el Barón de Cañabrava y Epaminondas Gonçanves-  devela y por la trama no lineal que nos ofrece Mario Vargas Llosa, no para distraer al lector, sino para hacer uso de un recurso técnico literario perfectamente válido. A menudo los historiadores buscan alejarse de la literatura argumentando que lo que hacen es ciencia, tal vez si hubiera un acercamiento conveniente a la literatura y a sus recursos técnicos la comunidad académica de historiadores en el Perú tendría un público lector más amplio, todo esto sin olvidar la rigurosidad del método que dé sustento a sus afirmaciones y argumentos.

Historia política y narrativa

Peter Burke[5] nos habla del renacimiento de la narración y que desde una visión estrecha se contrapone a la historia estructural, pero la vuelta del relato histórico no viene sola, sino que también vuelve el acontecimiento[6]. Según este autor:

 “[…] la llamada “revolución copernicana” en historiografía, encabezada por Leopold von Ranke a principios del siglo XIX, parece más una contrarrevolución, en el sentido de que volvió a situar los acontecimientos en el centro de la escena”[7].

Esta contraposición entre acontecimiento y estructura surge con los Annales desde Febvre hasta Braudel. Si queremos ver los puntos extremos, por un lado tenemos el interés por tomarse más en serio a las estructuras que a los acontecimientos y por otro lado a los que siguen pensando que el trabajo del historiador es contar historias[8], claro está que no podemos dejar de lado ni lo uno ni lo otro. Finaliza dando algunas luces sobre una posición conciliadora “[…] una vía para escapar de este enfrentamiento entre narradores y analistas”[9]:
Entre las vías que señala destacamos una que va acorde con la estructura de La guerra del fin del mundo, esta es “[…] el modelo [en] que los novelistas que cuentan sus relatos desde varios puntos de vista, [abría] la posibilidad de hacer más inteligibles las guerras civiles y otros conflictos”[10]. Dicho recurso se llama heteroglosía cuyo objetivo es mostrar y establecer las diferencias de perspectiva, en nuestro caso muestra los diferentes puntos de vista de los personajes. Otro método posible es “[…] escribir la historia hacia atrás […] La ventaja del experimento es […] forzar al lector, a sentir la presión del pasado sobre individuos y grupos”[11]. En La guerra del fin del mundo realmente no tiene un sentido lineal ni hacia adelante, ni hacia atrás.

La idea es que las técnicas de narración ayuden a los historiadores a “[…] revelar las relaciones entre acontecimientos y estructuras y presentar los puntos de vista contrapuestos de los personajes históricos”[12], porque como lo entendió R. G. Collingwood “[…] estudiamos lo que ha hecho un hombre para descrubrir lo que es el hombre”[13]. Para hacer este problema de la relación entre historia y narración aún más dramático, nuestra disciplina necesita de estos recursos literarios debido a que – excluyendo a la comunidad académica de historiadores- “la historia no se hará evidente por sí misma”[14], nos referimos a que para el público en general la importancia de la historia ya no es un supuesto, sino que es cuestionada.

La recepción del positivismo en Brasil

La tradición positivista europea desde la teoría social parte de que el orden y el progreso son los elementos constituyentes de la dinámica social, y esta es el estudio del proceso de evolución social. Según Augusto Comte la única manera de entender la totalidad es a partir de la física social (sociología) que tiene dos elementos: dinámica social y estática social (estudio de las interrelaciones de las instituciones en la sociedad)[15]. Hay un elemento en particular que nos ayudará a entender la visión de la idea de progreso en los positivistas, es la ley de los tres estadios que forma parte de la dinámica social y que cimenta las bases del pensamiento de los militares brasileños de fines del siglo XIX.

El positivismo tiene una serie de dificultades una de ellas por ejemplo, es que no puede explicar la diversidad ya que todo lo concibe como unidad, debido a que tiene que desembocar teleológicamente en el estadio positivo (su filosofía se restringe a eso)[16]. Una idea interesante que menciona Raymon Aron sobre Comte es que: “desvaloriza lo económico y lo político en beneficio de la ciencia y la moral”[17], hace recordar a Moreira César cuando se expresa sobre las luchas políticas en el parlamento brasileño.

Las características del positivismo según Pablo Quintanilla[18] (desde la epistemología) son:
-    Monismo: hay un solo método científico que utiliza la inducción y que lo corrobora con la experiencia para elaborar leyes.

-         Cientificismo: todo el conocimiento es científico, lo que no es científico no es conocimiento.
-          Teleologismo: con fuerte raíz cristiana, concibe a la historia en un sentido lineal que avanza inexorablemente hacia el progreso, hacia una utopía futura.

Su recepción en América Latina tuvo una serie de matices, generalmente entre los de tradición Comteana y los de Spenceriana. En este espacio asumen el positivismo incluso más tiempo y de forma más transcendental que en Europa, porque los valores fundamentales de esta filosofía son el orden y el progreso, de manera que si buscan esos ideales es porque hay carencia de realidades. La razón era un presupuesto de los positivistas en América Latina:

la razón, cuya objetivación es la ciencia, es lo que ha permitido que Europa y EE.UU. lleguen a ser lo que son, mientras que es la insuficiencia de racionalidad y de ciencia lo que ha hecho que las culturas nativas hayan sido conquistadas”[19].

La influencia fue desigual en periodos, entre ortodoxas y heterodoxas, así que nos centraremos en el caso brasileño:

[…] al inmenso Brasil, ocurrió algo muy curioso. Por un sorprendente giro de la historia, se transformó de colonia del imperio portugués, en capital del imperio, pero sin Portugal, en poder de los franceses. Sacudido por incesantes levantamientos y revoluciones, produjo republicanos, místicos, rebeldes y hasta socialistas […][20]
Por lo general, las disputas entre liberales y conservadores desembocaban en guerras civiles que daban paso al sistema político caudillista, pero el caso brasileño es excepcional ya que se independizaron de manera pacífica y sin guerras con Portugal a diferencia de los virreinatos hispanohablantes con España. En Iberoamérica hay un cambio en la concepción de la soberanía, antes estaba sustentada en el Rey, después de la independencia siguiendo a la Revolución francesa la soberanía residía en el pueblo. Después de que se haya retirado el rey Juan VI a Portugal, en 1820 deja a su hijo Pedro I en Brasil para que gobierne y en 1822 éste declara la independencia de Brasil[21]. Décadas después cuando se instaura la república (1889) inician las luchas entre republicanos y los terratenientes que defienden sus intereses (no está probado que sean promonárquicos, pero se les identifica como tales).

Prototipo de Moreira César

Fue un coronel del Séptimo regimiento del ejército de Brasil de fines del siglo XIX, entre los promonárquicos le decían el “Robespierre nacional” o que era como un “jacobino” y en general era conocido como el corta pescuezos[22]; en el bando de los Republicanos fue admirado por ser un hombre símbolo [es más se le reivindica por haber puesto fin a la monarquía]. El Barón de Cañabrava decía que era un fanático (junto con Galileo Gall y Antonio el Consejero), porque llevó sus ideas al extremo, ya que era un militar de línea positivista, recordemos que estos creen en la idea del progreso inexorable guiados por la ley de los tres estadios, su aspiración era: “la república dictatorial”. Al respecto cito el libro de Vargas Llosa cuando menciona la idea que los periodistas tenían de él:

[…] Lo recuerdan  […] defendiendo, en ese periódico incendiario, O Jacobino, sus tesis a favor de la República Dictatorial, sin parlamento, sin partidos políticos y en la que el Ejército sería, como la Iglesia en el pasado, el centro nervioso de una sociedad laica volcada furiosamente hacia el progreso científico[23]
Estamos en los inicios del periodo republicano cuando todavía se creía que el problema en Canudos era un complot monárquico para destruir la república y esto era lo que pensaba Moreira César. Nuestro personaje concebía a los seguidores del Consejero como una ola de fanáticos, bandidos y retrógrados. En el imaginario se nos presenta una dicotomía entre civilizados y bárbaros, y en ese sentido similar al conflicto entre el Estado chileno y los mapuches en el siglo XIX[24][25].

Según Leslie Bethell el positivismo que no tiene una definición como tal, puede ser expresado de la siguiente manera: “[…] teoría del conocimiento, en la cual el método científico representa el único medio de conocer que tiene el hombre […] [tiene especial énfasis en] la observación y los experimentos [y] la búsqueda de leyes de los fenómenos”[26]. La idea de este trabajo es señalar las características a manera de prototipo de un militar, sin embargo, Moreira no es un militar cualquiera ya que presenta una serie de matices que lo separan del militar tradicional, por ejemplo, la idea común de militar señala que este deber ser obediente a las órdenes que vienen de “arriba”, es decir, desde la elite. Moreira no era del tipo de personas que aceptaban las órdenes de los altos mandos políticos, sino que lo hacía porque tenía un ideal de sociedad, una donde el gobierno sea dirigido por los militares. Sin embargo, el militar siempre [salvo casos excepcionales] se ciñe a las órdenes de un superior dentro de su círculo de influencia que es en este caso el ejército, en ese sentido se muestra que el militar tiene una percepción vertical de la esfera donde se desenvuelve.

Otra característica que tiene el militar es su amplio sentido del patriotismo y la defensa de la nación, con lo que se desprende lo siguiente: el militar del siglo XIX, principalmente, tenía la idea de defender la civilización, en todo el contenido homogenizante e impositivo del término. Sin embargo, en la obra de Vargas Llosa también se muestra una contradicción respecto a esta afirmación [lo que no le quita su validez]:

[…] Tuetonio duda que vuelva a ver la ciudad donde nació, estudió y donde se alistó en el Ejército por este idealismo romántico: servir a la Patria y a la Civilización. En estos meses, ciertas creencias que parecían sólidas, se han visto profundamente socavadas. Por ejemplo, su idea del patriotismo, sentimiento que, creía antes corría por la sangre de todos estos hombres venidos de los cuatro rincones del Brasil a defender la República contra el oscurantismo […][27]
Para Moreira César el progreso se conseguía a base de máquinas, técnica y dinero, además critica a los monárquicos el hecho de que hayan mantenido al Brasil en la “prehistoria”. Menciona reiteradas veces que el ejército no se mete en rencillas políticas locales, porque se centra en su objetivo que es acabar con Canudos. Las ideas de Moreira se podrían sintetizar en la siguiente frase: “Para eso está el ejército, para imponer la unidad nacional, para traer el progreso, para establecer la igualdad entre los brasileños y hacer al país moderno y fuerte”[28].De lo que se desprende que este personaje desdeña completamente al pasado, y que la única mirada deseable y posible es la del avance (el progreso).

[…] la pervivencia de un enquistamiento “bárbaro” […] en el seno de la experiencia moderna: el ejército reprime con un furor “atávico” que incluye el degüello (típica práctica “salvaje”), mientras en las calles de Río la multitud delira irracionalmente contra los monarquistas (acusados de apoyar la rebelión de Canudos), o enceguecida por la fetichización de sus líderes (Floriano Peixoto o Moreira César), y por el odio fanático (que alcanza el clímax con la recepción final de la cabeza de Antonio Conselheiro […])[29]
A continuación presentamos la caracterización del positivismo de Moreira César, al que estamos utilizando como modelo para representar al militar positivista brasileño, se resumen en lo siguiente:

A.   La ley de los tres estadios: Moreira César era un fanático. Es identificado con el positivismo ortodoxo comtiano ya que era entendido como la religión de la humanidad: 1) el teológico, 2) el metafísico y 3) el positivo; según está lógica los brasileños después de la independencia se encontraban en el segundo estadio, porque se lucha por disolver las instituciones coloniales. Además, los grupos políticos estaban solo en pequeñas disputas, lo que favoreció mantener medianamente el orden hasta la llegada de la república (3er estadio). Los conservadores apostaban por el orden para que se mantenga la unidad[30], mientras que los liberales buscaban la democratización del país para lograr el progreso[31]. Lo que llevaba a considerar al “otro” como “bárbaro”, el así denominado es aquel que aún no se somete a la imposición de los valores positivistas y que posteriormente se puede traducir en aculturación:

 […]las contradicciones de la modernización y su costo social, como la propia crisis del sujeto modernos (del intelectual secularizador y urbanocéntrico, perturbado no solo por el arcaísmo retrógrado del “otro”, sino también por los excesos bárbaros de la civilización, y por el descubrimiento de los valores trascendentes que anidan en el seno de la supuesta “barbarie”)[32]
B.   La evolución contra la revolución (las ciencias y la modernización): Comte consideraba que la revolución es una enfermedad de la sociedad. La llegada del positivismo se produce por la influencias francesa en Teixeira Mendez bajo la influencia ortodoxa de Pierre Laffitte, y forma su grupo denominado Apostolado Positivista Brasileiro, apostaba por el desarrollo gradual y sus tareas más apremiantes eran: La abolición de la esclavitud y la constitución de la república. Los “cadetes filósofos” jugaron un papel importante en la caída de la Imperio (1889)[33].
[…] la mentalidad de la mayoría de oficiales del ejército republicano estaba poderosamente imbuida por el positivismo científico y, en menor medida, por el evolucionismo; veían, entonces, en la rebelión de los yagunzos una seria amenaza para el orden que trataba de imponer el recientemente fundado –y por lo tanto frágil- sistema republicano: una fuente de inestabilidad que era la antítesis del precepto de armonía social que preconizaba el positivismo científico como condición indispensable para el progreso de la sociedad[34]
C.   El orden y el progreso: El positivismo era donde se conciliaban estas ideas, incluso bajo consideración del Apostolado se coloca a la bandera Ordem e Progresso. Dentro de las tendencias de positivismo, ninguna estaba afiliada al Partido Republicano, porque el Apostolado tenía un concepto diferente de república, relacionado más con la “dictadura virtuosa”. Los “cadetes filósofos”, se oponían a la dictadura. En la elaboración de la constitución republicana de 1891 las propuestas de los positivistas fueron tomadas en cuenta como: la separación del Estado y la Iglesia, el matrimonio civil, etc.[35]. Por las descripciones que tenemos del Apostolado se deduce que Moreira César era de la tradición Comteana ortodoxa.

En algunos pasajes [de Los sertones], Moreira César es presentado como un personaje equivalente a Antonio Consejero (o incluso inferior, dada incapacidad para el liderazgo). Proveniente del grupo jacobino, opuesto a Euclides Da Cunha, es descrito como un ser enfermizo e inepto para la carrera militar, aquejado por una epilepsia que lo vuelve violento. Así como se describe al consejero como expresión de la patología del líder religioso, podemos decir que Moreira César expresa la patología de la modernidad progresista, lineal, positivista y “civilizadora”. Sin embargo, en la novela de Vargas Llosa se le presenta como un militar imponente, era un líder carismático (en el sentido weberiano del término) y legítimo.
Canudos constituye la inversión especular y fantasmática de la moderna capital, al perturbar los principios de la razón ordenadora y desestabilizar las dicotomías lógicas fundamentales sobre las que se asienta la percepción de la sociedad y del espacio[36]. Quizás el positivismo como paradigma y articulador de los militares fue efectivo en los logros económicos en Brasil, pero en Canudos dejó una huella imborrable: “[…] lo que el litoral ha llamado civilización es un préstamo, un conjunto de ideas ajenas tomadas en ciega faena de copistas, instrumentos inadecuados para la realidad sobre la que se trata de incidir”[37].

Conclusiones

1.    La literatura tiene elementos técnicos que pueden enriquecer la narrativa histórica, asimismo con un buen uso de las mismas propiciaría que el público lector se aboque más a los textos históricos. Además se puede llegar a un punto medio entre “estructura” y “acontecimiento” de manera que la historia sirva como una forma de autoconocimiento.

2.    Moreira César fue un militar positivista con fe en el progreso y el desarrollo industrial de Brasil. Apostaba por la dictadura “virtuosa” de la tradición ortodoxa del positivismo de Pierre Laffite. Además, tenía un liderazgo carismático y legítimo, el primero porque a pesar de haber perdido en la 3er expedición la opinión pública lo ovacionaba y todos los líderes políticos lo respetaban, y  sus principales valores fueron el orden y el progreso.

3.    Los componentes ideológicos del positivismo en Brasil son: la ley de los tres estadios, creencia en el progreso de la educación y las ciencias, entender el orden y el progreso como dos elementos fundidos para el desarrollo social.

4.  El positivismo entra a las escuelas militares de Brasil por la influencia de Émil Litre continuador de las teorías de Comte en París que influenció a Miguel Lemos, mientras que Pierre Laffite de la tradición ortodoxa del positivismo influenció a Teixeira Mendez que funda el Apostolado, por último Benjamín Constant que tiene influencia directa en la Escuela Militar por ser profesor de matemáticas formador de los “cadetes filosóficos”, opuestos a la dictadura “virtuosa”.

5.    Los militares apoyan a la república porque es el modelo más cercano al espíritu positivo, a pesar de que no estén de acuerdo con la existencia del parlamento. Además porque eran buenos aliados para combatir a los terratenientes y buscar el desarrollo industrial de Brasil.

BIBLIOGRAFÍA
1.    BURKE, Peter (ed.) (2003). “Historia de los acontecimientos y renacimiento de la narración”. En: Formas de hacer Historia. 2da edición. Madrid: Alianza Editorial, pp. 325- 342

2.    BURNEO, Raúl Antonio (2009). Lo monstruoso en dos novelas contemporáneas: Una indagación de la modernidad en Latinoamérica. Para optar al grado de Doctor de Filosofía: Faculty of Arts and Sciences/ Georgetown University, 211 pp.

3.    GIDDENS, Anthony (2001). “El positivismo y sus críticos”. En: BOTTOMORE, Tom y NISBET, Robert. Historia del análisis sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 273-279

4.    GRAHAM, Richard (1999). “Ciudadanía y jerarquía en el Brasil esclavista”. En: SÁBATO, Hilda (coord.). Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina. COLMEX/FCE, pp. 345- 370

5.    HALE, Charles (2000). “Ideas políticas y sociales en América Latina”. En: BETHELL, Leslie (ed.). Historia de América Latina. 8. América Latina: Cultura y sociedad, 1830-1930. Barcelona: Crítica, pp. 1-64
6.    HORVÁTH, Gyula y SZABÓ, Sára (2005). “El positivismo en Brasil y México. Un estudio comparativo”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos. Nº42, pp. 9-32

7.    MAILHE, Alejandra (2010). “Imágenes del otro  social en el Brasil de fines del siglo XIX Canudos como espejo en ruinas”. Prismas. Revista de historia intelectual. Vol. 14, no.1, pp. 37-56

8.    PÍA LÓPEZ, Maria (2012). “La civilización al descubierto. En diálogo con Los Sertones, de Euclides da Cunha”. Nueva sociedad. Nº238, pp. 16-27

9.    PINTO, Jorge (2003). La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche. Santiago: Centro de investigación Diego Barros Arana, 319 pp.

10. RAMOS, Jorge (1968). Historia de la nación latinoamericana. Buenos Aires: Peña Lillo.

11. SCHAMA, Simon (2002). “Clío tiene un problema”. En: Confesiones y encargos. Ensayos de arte. Barcelona: Ediciones península, pp.168-178.
12. VARGAS LLOSA, Mario (2005). La guerra del fin del mundo. Madrid: Alfaguara, 719 pp.






[1] Este trabajo estará enfocado desde la historia política, porque pretendemos realizar un prototipo de personaje en La guerra del fin del mundo. Este personaje será el coronel Moreira César debido a que en la obra representa una manera de concebir la sociedad y la política, asimismo en el contexto del Brasil de fines del siglo XIX en tránsito de la monarquía a la república simboliza el arraigado positivismo de los militares de esa época.
[2] Nos situamos en el siglo XIX, caracterizado por acoger a un crisol de ideologías no solo en Brasil, sino en general en América Latina y Europa.
[3] Novela histórica del novel de literatura peruano Mario Vargas Llosa que data de 1981. Esta obra se caracteriza por ser una novela total con una cantidad asombrosa de personajes.
[4] SCHAMA, Simon (2002). “Clío tiene un problema”. En: Confesiones y encargos. Ensayos de arte. Barcelona: Ediciones península, p. 173. Aquí Schama cita a G. M. Trevelyman.
[5] BURKE, Peter (ed.) (2003). “Historia de los acontecimientos y renacimiento de la narración”. En: Formas de hacer historia. 2da edición. Madrid: Alianza Editorial, pp. 325-342
[6] Lo que despectivamente se llamó “histoire événementielle”.
[7] Ibíd., p. 325
[8] Ibíd., p. 328
[9] Ibíd., p. 331
[10] Ibíd., p. 333
[11] Ibíd., p. 339
[12] Ibíd., p. 342
[13] SCHAMA, Simon. Op. Cit., p. 173
[14] Ibíd., p. 174
[15] GIDDENS, Anthony (2001). “El positivismo y sus críticos”. En: BOTTOMORE, Tom y NISBET, Robert. Historia del análisis sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 273-279
[16] ARON, Raymon (1976). Las etapas del pensamiento sociológico. Buenos Aires: Siglo XX, pp.95
[17] Ibíd., p. 152
[18] QUINTANILLA PÉREZ, Pablo (2006). “La recepción del positivismo en América Latina”. Logos Latinoamericano. Nº6, p. 66-69
[19] Ibíd., p. 70
[20] RAMOS, Jorge (1968). Historia de la nación latinoamericana. Buenos Aires: Peña Lillo, p. 14
[21] GRAHAM, Richard (1999). “Ciudadanía y jerarquía en el Brasil esclavista”. En: SÁBATO, Hilda (coord.). Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina. COLMEX/FCE, pp. 347-348
[22] Por su participación en la Guerra del Paraguay.
[23] VARGAS LLOSA, Mario (2005). La guerra del fin del mundo. Madrid: Alfaguara, p. 196
[24] PINTO, Jorge (2003). La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche. Santiago: Centro de investigación Diego Barros Arana, 319 pp.
[25] Resulta interesante ver esta comparación porque nos muestra la búsqueda de imposición de los valores de la idea del progreso en América Latina, el positivismo como producto de exportación quería desaparecer las sociedades “tradicionales”.
[26] HALE, Charles (2000). “Ideas políticas y sociales en América Latina, 1870-1930”. En: BETHELL, Leslie (ed.). Historia de América Latina. 8. América Latina: Cultura y sociedad, 1830-1930. Barcelona: Crítica, p. 14
[27] VARGAS LLOSA, Mario. Op Cit., p. 573
[28] Ibíd., p. 287
[29] MAILHE, Alejandra (2010). “Imágenes del otro  social en el Brasil de fines del siglo XIX Canudos como espejo en ruinas”. Prismas. Revista de historia intelectual. Vol. 14, no.1, p. 42
[30] Esto se evidencia en que antes de la abolición de la esclavitud (1888), el censo de 1872 arrojaba que las ¾ partes de afrobrasileños eran libres. GRAHAM, Richard. Op Cit., p. 345
[31] HORVATH, Gyula y SZABÓ, Sára (2005). “El positivismo en Brasil y México. Un estudio comparativo”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos. Nº42, pp. 11-13
[32] MAILHE, Alejandra. Op Cit., p.37
[33] Ibíd., p. 13-19
[34] BURNEO, Raúl Antonio (2009). Lo monstruoso en dos novelas contemporáneas: Una indagación de la modernidad en Latinoamérica. Para optar al grado de Doctor de Filosofía: Faculty of Arts and Sciences/ Georgetown University, p. 51-52
[35] HORVATH, Gyula y SZABÓ, Sára. Op Cit., pp. 19-25
[36] MAILHE, Alejandra. Op Cit.,  p. 42
[37] PÍA LÓPEZ, Maria (2012). “La civilización al descubierto. En diálogo con Los Sertones, de Euclides da Cunha”. Nueva sociedad. Nº238, p.22

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