sábado, 16 de junio de 2012

CRÍTICA INFORMAL


LA ÉLITE POLÍTICA ESTUDIANTIL FRENTE A LA ACTUAL CRISIS INSTITUCIONAL DE LA FACULTAD DE CC.SS.

 


Angel Sandoval Sanchez
Estudiante de Historia 5to año (UNMSM)


Se dice que “estudiar y luchar es deber estudiantil”, frase utilizada y exclamada hasta el cansancio en cada marcha o protesta universitaria, esencialmente de sanmarquinos. Esta arenga, entre otras muchas más, son parte del vocablo revolucionario (por así decirlo) de un sector de estudiantes, los llamados “políticos”, que bajo esta premisa intentan exhortar y sensibilizar a los estudiantes ajenos (o enajenados) a estas protestas para sumarse a la lucha y hacerles ver lo legítimo de sus reclamos, en busca de un bienestar común.
¿Y por qué decimos una “élite política estudiantil”? Entre los mismos estudiantes y docentes de San Marcos podemos distinguir dos tipos de alumnados: los que se dedican a “perder el tiempo” en reclamos y luchas políticas de diversas índoles, y los que son “indiferentes” ante estas protestas e “ignoran completamente” el movimiento estudiantil, casi enajenándose de éste y volcando sus energías y su tiempo en cosas que para ellos creen más interesantes y productivas (desde el estudio hasta el ocio). Basta aclarar que ambos calificativos por las cuales ambos grupos (por no decir tipos) de estudiantes reprochan al otro no son ciertos y responden ante una equívoca interpretación del análisis del estudiantado sanmarquino.
Esta división del estudiantado bajo el criterio de su participación política (dígase de paso, criterio muy polémico para ser medido) genera una profunda contradicción en el discurso del movimiento estudiantil, puesto que éste es redactado y generado por un sector politizado que se mueve bajo intereses que muchas veces no está acorde al total de estudiantes que dicen representar. En esta oportunidad tomaremos como caso la Facultad de Ciencias Sociales, una de las facultades más politizadas de la Ciudad Universitaria por la cantidad de grupos y colectivos políticos que convergen aquí, así como la gran cantidad de protestas y reclamos sociales, entre otros, que surgen en este espacio. A partir de ahora me pronunciaré como estudiante de dicha Facultad, relacionando este análisis con la actual crisis institucional y académica por la que pasamos actualmente.
El movimiento estudiantil, renacido con el fin de la intervención de la Universidad, ha tenido como prueba de fuego la problemática del “By-pass Venezuela” ocurrida allá en el año 2008, revitalizándose por la indignación de los muros derribados, la cercenación del campus, y por el ímpetu de los ingresantes del aquel año, cuyo espíritu juvenil (por no decir ese afán “revolucionario” y de aventura) fue hábilmente dirigido por una clase política estudiantil (esa que se “preocupa” por los asuntos de la universidad) para rebelarse en contra de los atropellos y la falta de liderazgo del entonces Rector Luis Izquierdo para solucionar el problema con la Municipalidad de Lima. En ese entonces hubo una paralización casi sistemática de las clases en el campus que duró más de un mes, alargando el semestre académico hasta el mes de agosto. Sin más resultados efectivos que la paralización de las obras dentro de la Ciudad Universitaria hasta una renegociación del “problema by-pass”, las diversas tomas de facultades cesaron, en parte también por el desgaste mismo de los estudiantes y la falta de un apoyo directo por parte del sector docente, si bien la lucha estudiantil persistiría hasta el año siguiente. Esta gran oportunidad de articular un movimiento estudiantil coherente y organizado fracasó (en mi opinión) por una falta de visión clara por parte de esta élite política de los verdaderos intereses estudiantiles, además de sabotajes internos por parte de operadores políticos e intereses propios de los múltiples grupos que existen en cada facultad, algunos organizados de buena forma que, aglutinando varias facultades, se desgastaron en una lucha interna por el poder central (léase Asamblea Universitaria, Consejo Universitario), más que traicionando a los estudiantes, al movimiento estudiantil. Pero ¿por qué decimos una falta de visión clara? Analizaremos esto dentro de la Facultad de CCSS, puesto que pasa por la misma incoherencia de comprender, paradójicamente, su propia realidad.
El año 2010 ante la tacha de la candidatura del Dr. Salazar Zapatero hacia el decanato, el Rector Izquierdo escoge al Dr. Waldemar Espinoza como  decano interino, teniendo un plazo de 30 días para convocar a Consejo de Facultad y realizar nuevas elecciones. Ésta nunca se realizó, teniendo la Facultad como decano “ilegal” al Dr. Espinoza hasta la actualidad. Frente a esta coyuntura se realizó una toma de Facultad el año 2010, medida ilegal pero legitimada por los estudiantes políticos en su afán de revocar del cargo al mencionado docente, durando no más de dos semanas y con resultados nulos. Actualmente, dos años después, se retoma esta medida radical contando ya cerca de una semana de paralización y con un sombrío futuro conforme pase los días y el desánimo y pesimismo arraigue en los estudiantes ante la nulidad de resultados.
¿Por qué fracasó la toma del 2010? ¿Y por qué muchos ya hablan de un futuro fracaso de ésta? Esbozaré tres falencias del movimiento estudiantil que, bajo la proclama de luchar por los intereses de todos los estudiantes, está condenado a fracasar, o por lo menos a representar una lucha vacía y sin tener contacto con la realidad.
  1. Por no aceptar que son una élite estudiantil de carácter político y su deber es dirigir y animar a los estudiantes desinteresados y “no políticos” a congeniar con sus objetivos. Una élite minoritaria que no está conciente (al menos no explícitamente en el discurso) que son ellos los que toman las decisiones, elaboran los discursos y los reclamos estudiantiles. Generalizar sus protestas agrupando a la totalidad de estudiantes genera un rechazo y alejamiento de aquel grupo estudiantil que no está interesado (al menos en la práctica) en la política de la Facultad, no teniendo representación ni legitimidad ante ellos salvo esporádicas ocasiones como lo fue el año 2008 donde todos los estudiantes percibían con angustia la inseguridad del campus y sus alrededores por la falta de muros. Su deber como élite política más que concientizar, es informar al resto del estudiantado sobre la justicia de sus reclamos y que a la larga podría beneficiarlos. Desarrollar actividades culturales y académicas complementarias en estos periodos, así como otras actividades de ocio que atraigan a los “no políticos” y los hagan participar activamente dentro de las protestas o tomas de Facultad. Las bases menores son claves, puesto que aún no están completamente informadas de la situación y atraerlos de manera dinámica a los procesos de información y difusión de actividades puede contagiarlos y “concientizarlos” sobre la gravedad del asunto, aún no están contagiadas del pesimismo de las bases mayores que hemos presenciado la parte negativa e improductiva de la política, además de no contar en su mayoría con una carga laboral. La toma de Facultad debe ser un espacio de discusión, diálogo y ocio que atraigan a la mayoría de estudiantes que, por lo general, se dedican a esto último durante la para de clases. El deber como élite política es discutir internamente los intereses del estudiantado (calidad académica, mejores docentes, etc.) y reconocer que éstos no precisamente son de interés de todos, siendo su tarea el contagiar al resto de la masa estudiantil de la legitimidad de sus reclamos y que apoyen sus medidas al menos con su presencia. Tal vez el lado más negativo de la política se ve aquí: el populismo maquiavélico para lograr objetivos que se creen justos y beneficiarán a la larga a todos, pero no podrán realizarse sin el apoyo de una gran mayoría: dejar el slogan de que “20 gatos tomaron la Facultad, aprovecharé esto para vagar/estudiar”. Pero sin un discurso y organización coherente, todo caerá en saco vacío.
  2. Por la falta de un discurso orgánico y coherente dentro de esta minoría política, así como la falta de “partidos políticos” fuertes y con apoyo estudiantil fuerte. En mis cinco años de estudios lo más cercano a un colectivo político organizado fue el ya desaparecido Unidos por Sociales y el actual Tercio mayoría Zurda Sociales. Si bien ambos contaron con una organización semi-centralizada controlada por sus operadores políticos y reflejadas (o expresadas) en sus representantes de listas que le valieron llegar al poder más de una vez usando el  llamado “trabajo de hormiga” y redes fuertes de amiguismos sobretodo con las bases menores, ninguno ha logrado esbozar un discurso coherente y efectivo con la realidad de la Facultad y del estudiantado “no político”. Frases y proclamas como la democratización de la información y de los espacios de representatividad  hacia los estudiantes (será de la élite política estudiantil), así como medidas populistas a través de operadores estudiantiles hacia las masas (como financiación de viajes de estudios, la creación de la sala de cómputo, etc.) no han logrado cautivar a la mayoría del estudiantado, siendo un reflejo de esto que en las elecciones estudiantiles gane el viciado por amplio margen. Todo grupo político que desee acceder al poder necesita forzosamente tener un colectivo organizado y un mensaje sólido y claro hacia el estudiantado que capte sus diversos intereses. Esta falta de un mensaje “con llegada” se plasma en las reuniones y asambleas generales, las cuales persiguen objetivos inmediatos y coyunturales que responden a intereses propios de cada grupo: ganar legitimidad y notoriedad que a la postre se refleje en votos en las futuras elecciones. No hay discursos creíbles a largo plazo que apuesten por una mejora académica y un cambio de mentalidad del estudiante porque no hay colectivos políticos lo suficientemente fuertes para resistir (que no es lo mismo que sobrevivir) en el tiempo, lo que los obliga a aprovechar cualquier coyuntura pública para figurar y ganar adeptos, que redunda en votos, repitiéndose el ciclo todos los años, aplazando el “gran cambio” cada vez más y más, y prolongando esta forma vaga e improductiva de hacer política.
  3. Por el mediocre sistema de representatividad y la ineficiente formación política y académica de los estudiantes. Es este mismo sistema que genera que sea una “élite política” contrapuesta a una masa “no política”. La pésima formación académica, reflejo de la crisis interna de la Facultad y externa del sistema educativo estatal en general, se refleja en el tipo de política y formas de representatividad respetadas por los estudiantes. Un estudiante que solo aprecia superficial y vanamente su propia realidad, que reclama más sus derechos (porque “luchar“ lo es) más que sus deberes que es el de estudiar, interpretar, analizar y proponer medidas coherentes de solución a nuestra realidad (sobretodo los de ciencias sociales) es caer en una política hueca, vacía e incoherente con la realidad social, es malgastar y no saber valorar el esfuerzo de millones de peruanos en nuestra educación gratuita. Y esto se refleja en la continua “apolitización” del estudiante, más interesados en egresar y obtener empleo que en “perder el tiempo” en procesos sociales que ni siquiera entiende, así como en las luchas mediocres por más raciones y residencias universitarias. Sumado a ello en un sistema que divide el voto estudiantil en tercio mayoría y minoría, así como sistemas de elección de base para las Juntas Directivas de los diversos Gremios que hace imposible un desarrollo a largo plazo y la formación sólida de partidos políticos estudiantiles, contribuyen a un movimiento estudiantil improvisado, ilegítimo y carente de seriedad.
Es por ello que, muy aparte de la falta de cooperación con los diversos sectores docentes de oposición y las trampas legales y boicots que puedan tramar el oficialismo, que la toma del 2010 fracasó, y probablemente lo haga la actual. No asumir claramente una conciencia de clase elitista (élite, puesto que son los únicos que participan en este mundo político, con los derechos y deberes que implica); no tener un discurso claro y coherente con su realidad, reflejo de los improvisados “partidos políticos” que existen en la Facultad; y una inadecuada formación académica y política que permita tener una mayor relación entre el discurso, las propuestas y la realidad es lo que condena cualquier intento de movimiento estudiantil, ya sea en esta Facultad como en la Ciudad universitaria en general. La actual toma de Ciencias Sociales no morirá por la falta de estudiantes para sostenerla, sino por la falta de un movimiento estudiantil estructurado que, muy a pesar de los diversos grupos que existen y convergen, no es capaz de cambiar la mentalidad del estudiantado y por ende incapaz de dirigirlos en unos reclamos que, por más justos que puedan sonar, a nadie más que a esta “élite” les interesa realmente. Y si proyectamos a un nivel macro, las conclusiones suelen ser más devastadoras y desmotivadoras. Los estudiantes de San Marcos utilizan los derechos ganados allá en la década de 1920, pero no los utilizan con el ímpetu y la racionalidad política y académica con que fueron engendrados. Un movimiento estudiantil que no aprende de sus acciones (y sus horrores) del pasado está condenado a repetirlo…

3 comentarios:

César R. Nureña dijo...

Ciertamente, muchos de los dirigentes políticos estudiantiles de los últimos años en sociales lamentan lo que consideran una actitud "apolítica" en gran parte del estudiantado. Les resulta extraño y problemático que poca gente se interese por lo que ellos proponen como "luchas" justas, pero no se detienen a pensar que quizás el problema esté en ellos mismos (o tal vez lo piensan, pero les repugna la idea). Han construido su espacio de "representación" en base a prácticas políticas y discursos en los que se han especializado, y que les sirves bien para atarantar a los cachimbos y sumarlos a su causa, pero aún así carecen de un capital simbólico que los legitime ante las mayorías como dirigentes a los que vale la pena seguir y apoyar. Académicamente se les puede ubicar del promedio hacia abajo. Pero ahí están como la elite política. Hay, desde luego, algunas excepciones, de políticos que verdaderamente uno puede juzgar como ejemplo para quienes se dedican al estudio y la investigación. Pero ahora me sobran los dedos de una mano al intentar recordar quiénes podrían ser.

Aromm Horna García dijo...

Saludos...

Hay muchas cosas de este artículo que no comparto, primero la manera muy simple de ver la intersubjetividad entre los estudiantes "políticos" o "politizados", casi llegando al punto de tomarlos como seres irracionales que siguen solo instintos (¿?); segundo, no creo que las falencias a las que te refieres sean las indicadas, veamos: 1."Por no aceptar que son una élite estudiantil de carácter político y su deber es dirigir y animar a los estudiantes desinteresados y “no políticos” a congeniar con sus objetivos". Creo que las organizaciones políticas ya sean grupos o representantes siempre intentan "dirigir" y "animar" a los estudiantes desinteresados otra cosa es que lo hagan a su manera, creo que mejor sería decir "la ausencia de grupos que representen nuevos intereses y formas de trabajo político". Falencia número 2."Por la falta de un discurso orgánico y coherente dentro de esta minoría política, así como la falta de ‘partidos políticos’ fuertes y con apoyo estudiantil fuerte”, yo creo que sí encontramos discursos orgánicos y "coherentes" hasta cierto sentido, primero porque el objetivo de estos es organizar políticamente y "coherentes" aunque solo con algunas prácticas, por supuesto asumidas "objetivamente" por ellos, esto se presenta en todo el seudomovimiento estudiantil y tiene que ver más con los planos subjetivos y objetivos de los actores, luego retomaré más este punto 3."Por el mediocre sistema de representatividad y la ineficiente formación política y académica de los estudiantes. Es este mismo sistema que genera que sea una ‘élite política’ contrapuesta a una masa ‘no política’”, primero asumes que el fracaso se podría deber a una contraposición entre élite y masa, osea, una falta de legitimidad en el sistema, yo creo que es más complejo, quizá tu experiencia el 2008 puede apresurar a pensar que en ese tiempo las agrupaciones estaban legitimadas, pero yo veo que eso se debió al contexto de la problemática, identificar el enemigo fue más sencillo además lo que se proponía era una ‘resistencia’, pero a la hora de tratar de construir espacios políticos ( legitimados o no) la inmadurez política terminó ganando. Recuerda las peleas diarias, las luchas de solidaridad, etc. El caso actual es distinto ya que hay diversas maneras de pensar con respecto a la solución de los problemas que nos aquejan, que por cierto no solo los tiene Sociales. Los grupos no son un fracaso porque no tienen el 100 % de aprobación, sería una lástima no contar con una diversidad política de pensamiento. A la masa “no política”, osea que nada quiere saber de “política”, es difícil organizarla para este tipo de casos, solo lo harían por congresos, etc., pero a la masa que si le interesa la política pero no se organiza por “x” motivos, si es posible organizarla, aquí mi propuesta de análisis: no es la falta de legitimidad, sino el cómo se plantean medidas sin objetivos CLAROS (objetivos y medidas construyen legitimidad) lo que genera ambigüedad más no incoherencia, es por eso que la toma parece improvisada, no en el sentido de haberla iniciado de la nada, sino en el sentido de haber iniciado algo sin tener claro las posibilidades y salidas para el problema, “problema” que incluso parece no haberse definido exactamente, lo cual es una pena, ya que hasta ahora no leo algo más sensato en sus espacios de difusión.

Link dijo...

El punto 3 a mi parecer es el centro de todo el artículo...