domingo, 3 de junio de 2012

EL DICIEMBRE DE ESE ENERO



FÚTBOL, HISTORIA Y CULTURA


Luis Rodriguez (5to año de Historia - UNMSM)

En nuestro país el estudio sobre el fútbol ha sido muy dejado de lado, tal vez no sea considerado importante para una historiografía bastante reticente a la historia cultural, aún así en el 2001 Gerardo Alvarez Escalona sustentó su tesis de licenciatura llamada La difusión del futbol en Lima abarcando los primeros años de presencia futbolística en nuestro país a finales del siglo XIX hasta 1912, la tesis central reconoce en el fútbol un elemento exclusivo de las élites, que de a pocos empezó a incorporarse a otros sectores sociales, organizándose así los primeros campeonatos escolares. La incursión de este deporte permitió el reforzamiento de políticas de modernización como la higiene pública, la educación física y la creación de nuevos espacios públicos. De hecho se puede inferir que la inclusión de esta práctica deportivo permitió que otras diversiones públicas empezaran a ser dejadas de lado, como aquellas que involucraba a animales como la pelea de toros y leones, entre otros que se daban en Lima en esos años.

La situación de este deporte en la historiografía no es diferente en otros países, pero siempre hay excepciones, en México hay mayor abundancia de este tema, por ejemplo el historiador Luis Ovalle de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo publicó un trabajo sobre este deporte tomando como referencia a clásicos autores como Gerhard Vianni, Janet Lever e inclusive Norbert Elías con Deporte y ocio en el proceso de la civilización. El mexicano entiende la importancia del fútbol de la siguiente manera:

Aunque el fútbol no deja de ser un simple juego, esta práctica deportiva marcha estrechamente unida al devenir histórico y social del siglo XX. Sin embargo, las ciencias sociales y en particular la historia se han olvidado un poco de él. Por tal  motivo consideramos que es necesario realizar estudios de carácter histórico que tengan como tema principal el estudio de este fenómeno social, que más allá de divertir se ha mezclado con infinidad de intereses políticos, económicos, sociales y religiosos, dando lugar a la creación de identidades culturales de carácter local, regional e internacional. Con esta investigación se intenta hacer una aportación a la escasa historiografía del deporte en México, y en particular en Aguascalientes, pues  no se puede negar que este tipo de actividades modificaron la cotidianidad y las costumbres en el siglo XX.[1]

Está claro que el fútbol puede ser entendido mucho más allá de la mera diversión, esto en parte puede ser comprendido por personas que no han tenido una instrucción en Ciencias Sociales, pero en personas que se dedican a esto, a historiadores, antropólogos y sociólogos (de mayor medida) es bastante eufemístico. Marc Bloch diría que un historiador es como un ogro, “allá donde hay carne humana, está”. ¿que mejor para un historiador que dirigir su mirada allí donde hay una aglomeración de personas, no solo en lo numérico, sino también en la manifestación expresa de humanidad, de sentimientos y pasiones?. Es innegable decir que el fútbol es una diversión, pero también es una manifestación estatal y privada, una herramienta que institucionalmente esta afianzada a los círculos de poder burocrático que controlan al gobierno, que el fútbol expresa realidades inmediatas de un país, y que implican fenómenos políticos, sociales y económicos. ¿Alguien se olvida las selecciones fascistas y nazis de la pre segunda guerra mundial y las amenazas que se decía si perdían?, alguien puede negar que el fútbol crea identidades culturales a nivel nacional y local. El fútbol es peruano en Lima como en provincias, tal vez es el elemento más cohesionado que tenga un país, aún mucho más que los héroes nacionales y las tradiciones. Se han creado subculturas locales de los clubes deportivos y hay una ritualidad expresa en los partidos de fútbol, y seguramente de mayor medida en un estadio (al cual nunca he ido). Al fin y al cabo el fútbol es una manera de seguir teatralizando una sociedad, en base a las distinciones económicas (acceso a las entradas y repartición de espacios: palcos, tribunas, etc), distinciones políticas y manifestaciones expresas de nacionalidad. El fútbol es uno de esos elementos escénicos que vinieron a suplantar las grandes escenificaciones de poder de las antiguas cortes virreinales. El fútbol también reproduce formas de poder. Una forma de poder clásica que se ha dado desde tiempos inmemoriales ha sido la obtención de conocimiento y el dominio de la naturaleza en su favor, esto no ha cambiado mucho. Las grandes naciones futbolística invierten en proyectos, desarrollo, dinero y tiempo en potenciar a sus jugadores (de niños como en Brasil), invierten en estrategias, tecnología y mejoras de salud física. Esta obtención de conocimientos se diversifica, los entrenadores que son portadores de estos conocimientos y los clubes que aglomeran a jugadores convierten un sistema efectivo futbolístico redistributivo. No por nada, los jugadores “extranjeros” son cotizados en su país de origen.

“El fútbol es el nuevo opio del pueblo”, es una versión parafraseada de Marx cuando hacía referencia a la religión, esta mención en parte irresponsable sigue reproduciendo aquella lógica que consideraba que los pueblos entraban en una suerte de “psicosis colectiva” en determinados momentos religiosos, mientras también se acusaba a la religión como la herramienta que apaciguaba las revueltas y luchas sociales. En parte es cierto, pero tratar esto de manera irrestricta solo reproduce una forma de ver la sociedad, según la cual esta es una masa ignorante que se deja llevar por distractores que lo adormecen y lo distraen de su principal lucha, por la liberación del hombre de la explotación del capitalismo. Esta forma de ver a las manifestaciones sociales solo reproduce una forma donde se considere a las tradiciones y a las religiones populares como la expresión de un estado salvaje, barbárico de la sociedad. Si fuera así no se dista mucho de Alan García cuando acusaba a las comunidades amazónicas de panteístas, salvajes, irracionales. Esa visión de creer que los científicos sociales somos los racionales y las tradiciones y religiones populares son lo contrario ha devenido en que no se comprenda mucho la sociedad en la que vivimos, y se llega a establecer esos mismos caracteres también para el deporte masivo de nuestra sociedad: es decir el fútbol. Fácil de esa manera es decir: “El fútbol es el nuevo opio del pueblo”, considerándolo como un distractor impuesto, cuando en sí es una manifestación casi religiosa que genera identidad cultural y que responde a muchos mecanismos rituales y teatralizados del poder en la sociedad.

La importancia del fútbol no se genera por una psicosis colectiva ni se debe a una irracionalidad, su desenvolvimiento nos lo puede mencionar Erich Fromm, que superó el psicoanálisis de Freud que también iba en la línea de lo irracional religioso de las sociedades, el mencionaba en su libro Lo inconsciente social[2] que el hombre en desamparo sigue un fenómeno importantísimo de crear en una figura todopoderosa, se crea un lazo afectivo importantísimo. Esta relación se podía dar con los ídolos religiosos, con fuerzas naturales, instituciones, el Estado, grupos sociales o privados, con jefes carismáticos, con el padre o la madre, con el marido o la mujer; no importaba mucho si son reales o imaginarios. Todos estas menciones son ídolos, una figura a la cual una persona ha transferido toda su fortaleza y sus capacidades, entre este ídolo es más fuerte, la persona lograra un mejor equilibrio. No hace falta ver la relación que existe entre la selección de un país y la población a la que representa para darse cuenta de ello, igual pasa en los clubes privados, esta dependencia simbólica entre uno y otro hace que este fenómeno adquiera proporciones gigantescas, todo esto se ve manifestado a través de títulos de diarios, reportajes de noticieros, programas dedicados al futbol, etc, manifestaciones donde se muestra este dependencia, que líneas atrás llamaba identidad cultural. Este carácter del estudio psicológico del fútbol no es nuevo, no conozco la literatura respecto a ella, más allá de lo que he mostrado aquí pero la referencia inmediata me remite a una pequeña nota de Guillermo Giacosa en el año 2010 para el diario Perú 21[3], su escrito titulado “El futbol como mito de renovación” utilizando el esquema teórico de Mircea Eliade proponía como el fútbol encarnaba una de las más antiguas acciones del mundo, el olvidar a partir de un ritual, para así crear un tiempo irreal  donde el futuro deberá con nuevas energías.

Hay un desprecio al fútbol no como practica, sino como objeto de estudio, he llegado a ver incluso premisas de odio y rechazo debido a que es este “opio del pueblo” que distrae a las sociedad de su contexto social (y uno fuerte como el actual que se vive en las regiones), pero tal y como diría Michel Vovelle, que las representaciones colectivas, sin estar implicadas férreamente en los mensajes ideológicos explícitos, no por ello dejan de ocupar un lugar importante en la vida de los hombres. Hoy por hoy, el fútbol es una representación colectiva muy fuerte, una representación de humanidad, pasiones, identidad, cultura, nacionalidad, dependencia simbólica, etc.




[1] Luis Ovalle “Todo por un balón: Un acercamiento historiográfico y teórico al futbol: El caso de la ciudad de Aguascalientes” http://www.ridcs.org/wp/wp-content/uploads/2011/06/ovalle.pdf
[2] Erich Fromm. Lo inconsciente social. Paidos: Barcelona, 1992. P. 59.
[3] Perú 21. Miércoles 16 de junio del 2010.

No hay comentarios: