sábado, 25 de junio de 2011

EL DICIEMBRE DE ESE ENERO

Los intelectuales y la izquierda
San marcos, Huanta, Juliaca y Huancavelica.

Luis R.

Cuando decidí que “El diciembre de ese enero” volvería a escribirse pensé que no había mejor forma que denunciando al gobierno, a mi universidad, a la izquierda, a los intelectuales, a la juventud y a mí mismo.

Alberto Campos, un poblador de la provincia de Juliaca murió de un balazo en la cabeza cuando presenciaba la represión de su pueblo, este es uno de los seis casos de hombres que perdieron la vida por la violenta represión de las fuerzas del “orden” que desalojaron a un conjunto de manifestantes que tenían como objetivo tomar el aeropuerto de la referida provincia. Este caso no es ajeno ni extraño, los sucesos en Ilave, Moquegua, Chumbibilcas, Bagua y toda aquella provincia que se sienta afectada por el gobierno siempre ha terminado en lagrimas de sangre ante la ineptitud de un gobierno que desconoce los derechos de los hombres y que prefiere sonreírle a las empresas privadas a costa de la muerte y la enfermedad de los ancianos y niños de las provincias que se ven afectados por las consecuencias naturales de la contaminación minera. No es extraño el hecho de que en la mayoría de los conflictos ocurridos en nuestro país, en los últimos diez años, se haya tratado de temas ecológicos, es decir la defensa del medio ambiente 
y la vida (1) .

Juliaca y Puno son los últimos casos de protestas sociales por esta ineficiencia del gobierno que espera que haya muertos, heridos o represiones graves para tratar de negociar con los dirigentes del movimiento social, aunque la población va mucho más allá, mucho más de simples resoluciones o diálogos que no aseguran su vida ni su lugar de vida. Estos pobladores ya no creen en la entidad estatal, y esto es un grave problema.

En Huancavelica se esperó a la muerte de tres personas para que el gobierno diera y buscara soluciones, después del juego de la pelota entre el ejecutivo y el legislativo, la absurda intención de crear una universidad a costas de territorio y presupuesto de la Universidad Nacional de Huancavelica generó una ola de protestas de estudiantes, padres de familia y pobladores para hacer retroceder este decreto de urgencia (D.U. 030-2011), multitudinarias marchas 
de miles de huancavelinos por las calles  se han dado, la escena se repite por todas las provincias peruanas donde se siente que el gobierno es un ente eficaz que no vela ni con el pensamiento el interés de sus representados, estas escenas se repiten desde hace dos gobierno y no hacemos nada por ello.

Muertos, heridos, pueblos en conflicto y represión, seis muertos en Juliaca y tres en Huancavelica esto ha ocurrido en un país “democrático” con el autoritarismo del gobierno y con el silencio de los actores sociales de izquierda, silencio en tanto propuesta, silencio en tanto contenido, silencio en tanto critica. Lamentablemente 20 años después, las palabras de Alberto Flores Galindo siguen vivas, estamos en un país donde se reprime violentamente las manifestaciones justas de los pobladores, donde se comete la más absurda medida en desmedro de los peruanos, donde el jefe del gobierno (Alan García) menosprecia las culturas nativas de nuestro territorio, en un país donde el medio ambiente no vale nada frente al progreso y la contaminación de las empresas mineras y nadie se atreve a decir nada, Nadie protestó, nadie reclamó, denuncio, se indignó (2) esto como diría AFG es una perdida moral de la izquierda y de los intelectuales, lamentablemente nos hemos acostumbrado a vivir así.

Y nuestra falta de capacidad para indignarnos y denunciar se ha difuminado, se ha perdido, hay una gran brecha entre intelectuales e izquierda, actualmente los universitarios solo ven la Universidad como un escalón más de su propio ascenso social, vivimos en un país individualista donde prima este factor sobre el colectivo, cada vez menos personas piensan la Universidad como propuesta y posibilidad. Y si el mundo liberal tiene la culpa también el mundo de las tradicionales izquierdas.

Al leer esto un joven o un militante de los colectivos, organizaciones o partidos sociales que existen en nuestro país se indignaría y me descalificaría por elevar esta denuncia, pero la gran cantidad de organizaciones sociales, políticas, ambientales, de género, culturales sea la tendencia que tengan, es decir socialistas, stalinistas, maoístas, troskistas, guevaristas, anarquistas etc, no hacen más que reproducir el discurso ideológico que llega a veces a convertirse en discurso dogmático, no hay ni en su prensa, ni en su propaganda, ni en la voz de sus dirigentes ni una pizca de contenido científico o teórico más que de aquel personaje a quien sigan, hay un divorcio escandaloso en ello, estas organizaciones que levantan banderas adecuadas y se indignan ante estos hechos tienen muy poca capacidad de analizar los hechos y factores de la realidad inmediata en que los envuelve, no proponen salidas más que las extremas, se indignan pero no investigan, no hay pronunciamientos serios sobre el problema ambiental, sobre la represión, solo panfletos y más panfletos. Y de parte de los intelectuales no es algo distinto, aparecen los mejores y los más connotados analistas de las ciencias sociales en conferencias o en escritos, pero cada cierto tiempo, tal vez debe ser su reflexión profunda lo que los obliga a encerrarse y a meditar antes de escribir algo serio pero estos intelectuales tienen muy poca capacidad de sensibilidad, y de indignación, nos falta al fin y al cabo tener al intelectual militante.

A nivel institucional no cambian las cosas, las Universidades si bien es cierto han recuperado su legitimidad después de la dictadura a nivel de investigación y propuesta esto no ocurre de manera homogénea, las universidades privadas solo tienen un fin comercial y sus alumnos dan lastimeros espectáculos con respuestas fuera de lugar a preguntas básicas de nuestro país, el caso de San Marcos no es ajeno a ello, nuestra Universidad para 1969 contaba con una órgano de prensa, posición y propuesta se llamaba Universidad con el segundo título de Gaceta Sanmarquina, para su edición número 1 de julio de ese año realizan un excelentísimo informe sobre los sucesos ocurridos en Huanta en junio con una entrevista a Marco Martos que denunciaba la violencia policial, el exterminio de la población protestante y la represión cruel y violenta que seguía una lógica de asegurar el orden a costas de las vidas de los huantinos, las protestas se hacían solicitando la derogatoria del Decreto 006 que atentaba contra la gratuidad de la enseñanza (3), en un caso similar a lo ocurrido en Huancavelica tanto estudiante como padres de familia y el pueblo en general unidos salieron marchando protestando legítimamente, el informe solicita, denuncia al gobierno y al esclarecimiento de los hechos para la sanción a las autoridades responsables de la masacre en Huanta y Ayacucho, nuestra universidad, San Marcos, exigía para ese año responsable políticos de aquella matanza, que paso ahora con nuestra institución si vemos y se nos hace cotidiano estas escenas en universidades y pueblos, debemos reconocer que más hoy que nunca nuestra universidad está alejada de la sociedad.

La realidad, lamentablemente, ha cambiado muy poco, problemas sociales, manifestaciones, inacción del gobierno, represión y asesinatos siguen vigente, pero porque estamos callados, si antes denunciábamos, criticamos ahora simplemente nos sumergimos en el silencio. Al final si Izquierda e Intelectualidad no se unen, si no se reconcilian y superan las brechas, si no tenemos a intelectuales con sentir social y a una izquierda que argumente más allá de panfletos entonces seguiremos siendo testigos silencios o ineficaces de más casos como los que vemos y almacenamos en la memoria, seguiremos viendo muerte, represión y conflicto y al final no solo perderán los afectados, sino perderemos todos.

(1)Alberto Adrianzen, “La religión del presidente” en Disidencias, columna del diario La República, sábado 25 de junio del 2011, p. 12.
(2) Alberto Flores Galindo, “Reencontremos la dimensión utópica” en Márgenes, Año IV, Nª 7, 1991.
(3) Universidad, gaceta sanmarquina, Nª1, julio de 1969.

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