Silvia
Pablo Caqui
Historia-UNMSM
HISTORIA
SOCIAL-ANTROPOLÓGICA
El
presente escrito se centra en el libro Sociedad
y Cultura en la Francia Moderna de Natalie Zemon Davis, y a manera de reflexión
busca responder preguntas centrales de algunos apartados del libro, como una
invitación a su lectura. Las preguntas son: ¿Con qué elementos de la estructura
social europea realiza Natalie Zemon Davis su reconstrucción de las abadías de
mal gobierno y el charivari a lo
largo de la historia europea?, ¿cuál es su reconstrucción final? y ¿Qué fuentes
usa para cada parte de esta construcción? Estas interrogantes nos ayudarán a
tener mayor alcance sobre el tema principal del libro y a modo de parafraseo a
la propia autora señalaré las pautas con
las que ella desarrolla su trabajo, esto será ampliado cuando líneas más
adelante se trate específicamente las partes de este escrito.
Como
un primer paso debemos conocer a la autora, ya que para conocer una obra, debemos
conocer al autor; de la misma forma que para conocer al hombre se debe conocerlo
en su tiempo. Paula Bruno[2], señala
que Natalie “se aparta de todo tipo de determinismo mecanicista y de abstracta
generalización”, y utiliza la “Imaginación histórica como un procedimiento
metodológico y que constituye un principio que apunta a lograr una
interpretación allí donde la documentación del proceso a estudiar es exiguo”,
por ello hace uso de materiales que le dan información del contexto, de allí
que “su reconstrucción contextual actúa como dadora de significados probables,
y permite visualizar una gama de posibilidades entre las que debe optar el
historiador”. De esa forma “la
elección de una posibilidad en detrimento de otra es la que trazará el camino a
seguir a la hora de dar una interpretación sobre los procesos estudiados”. Siguiendo lo descrito por Bruno,
Natalie hace uso de varias teorías, factores novedosos, más detalles; ese tipo
de estudio que está enmarcado dentro de una historia social cultural, con
inclusión de un conocimiento etnológico, y siendo más específico, su trabajo será
más bien el tipo de historia social antropológica:
[…]
las razones del mal gobierno» examina un amplio abanico de usos políticos y
sociales para la algarabía carnavalesca y la organización festiva, incluida su
relación con la socialización de la juventud y los movimientos de resistencia.
«Cencerrada, honor y comunidad» y el «Mal gobierno en el Hotel-Dieu de Lyon» se
centran en la inversión cultural en algunos medios muy específicos.[3]
Como
Natalie nos señala en su introducción, su incertidumbre esta en las fuentes de
vida de personas, que en su mayoría son analfabetas, ello como una forma de
plantear que la historia está en todo, incluso en aquellos de los que se dice
que no tienen historia; de allí que introduce una forma particular de utilizar
las fuentes, exiguas, por ejemplo
algunos de los instrumentos culturales del que hace uso son: ritos iniciáticos
de oficiales, artesanos, organizaciones festivas pueblerinas, reuniones no
protocolarias de mujeres, reuniones de varones y mujeres para contarse
historias, alborotos callejeros, etc. En general este conjunto puede “«leerse»
de forma tan provechosa como un dietario, un opúsculo político, un sermón o un
conjunto de leyes”. Así resalta la
importancia de comprender, no sólo apartados, sino comprender las relaciones entre grupos de gente y entre
tradiciones culturales, cuando se trata de individuos sociales.
Natalie
pone atención al contexto, sin embargo señala que este no es determinante, pues
la acción de este constituye en dar forma a las condiciones que harán posible
el desarrollo del proceso estudiado. Hay que resaltar también que su visión en
cuanto a la estructura social de Europa de la Edad Moderna, es multidimensional así los ejes de
medición serían, por ejemplo, clases cualitativamente distintas de poder,
propiedades y control (otras propiedades como edad y sexo), de esa forma ella
cree que las jerarquías diferentes pueden estar interconectadas de diversas
formas, sin embargo plantea que para una posible reducción de unas a otras no
se daría sin alguna transformación social importante, lo que probablemente devendría
en una transformación cultural.
De
acuerdo a las preguntas se ha logrado identificar tres partes importantes del escrito,
que serán tratadas a continuación.
1. Elementos de la
estructura social
Para
la reconstrucción de las abadías de mal gobierno y el charivari Natalie utiliza elementos de la estructura social europea,
y toma elementos como: diversiones populares (vida festiva), así se señala que el mal gobierno puede tener su propio rigor
y también puede escrutar al rey y al estado; estudia también a los magistrados
urbanos (por ejemplo Claude de Rubys).
Le
da importancia al calendario religioso, fechas festivas, acontecimientos
domésticos, clérigos, seglares, toma en cuenta también los gobiernos
municipales, y en sus estudios se destaca su manera de utilizar los círculos
extraoficiales formados por amigos y familiares (gremios, cofradías de
artesanos o profesionales, abadías) ya que «estas hacían de tribunales y usaban
jurisdicciones», para plantearnos como ejemplo que la vida real siempre estuvo profundamente hincada de estos carnavales.
Para
la primera parte de su trabajo estudia a la Europa rural, se centra en los
grupos de edad y en las ciudades francesas a partir del siglo XIII, donde debido
a la relativa alfabetización y la
complejidad de la vida urbana, la forma festiva evoluciona y se prolifera de
varias maneras importantes. Por ejemplo:
“Para el siglo XVI, Lyon, cuya población
había aumentado hasta los 60.000 almas, tenía alrededor de veinte abadías, con
una serie completa de abades, barones, capitanes, almirantes, príncipes,
condes, princesas, jueces y patriarcas de mal gobierno al frente de ellas.
Aunque estaban organizadas de forma independiente, se llamaban unas a otras y desfilaban
juntas en épocas de festejos.”[4]
La
autora pone atención en las funciones distintivas de la abadía que se
enmarcaban dentro de los asuntos domésticos y la moral de la comunidad, pues en
ella relacionan varias cosas: La historia de los grupos juveniles y la historia
de formas sociales entre clases bajas y con el problema del juego y sus
funciones. En ellos resaltó la regla y el fundamento de los festivales
populares y la medida en que mantuvieron una estrecha comunicación con las
realidades de la comunidad y el matrimonio, que en general son consecuencias
naturales de la licencia carnavalesca que permitía ridiculizar y de la
naturaleza histórica de las organizaciones festivas.
2.
Fuentes
La
mayoría de ellos procedentes de guiones impresos y otras fuentes urbanas del
siglo XVI, utiliza también la mayoría de libros que hablan de la «vida
cotidiana» en la baja edad media y en la Edad Moderna aunque menciona que
ayudan poco pues se limitan a describir las curiosas cencerradas y carnavales
sin analizar nada. En vista de ello, para investigar el significado del mal
gobierno, señala que acudió primero a hombres
que habían vivido durante el renacimiento, luego a los modernos historiadores de la
literatura que hubieran tratado las organizaciones y costumbres festivas
como fuentes de teatro renacentista y, finalmente, a los teóricos del juego y el esparcimiento.
Con
el fin de localizar la fuente del mal gobierno, dejó las calles de Dijon, Lyon
y otras ciudades y se fue a los pueblos. Dejó las obras de los historiadores,
con su prejuicio literario o político, y acudió a las de los antropólogos,
especialmente a los numerosos estudios sistemáticos de Francia que hizo Arnold
van Gennep. Y aclara que todo lo que dice acerca de los pueblos lo ha
confirmado en cientos de perdones reales que datan de la Baja Edad Media, de
los cuales un archivero francés, Roger Vaultier, extrajo y publicó todo el
material relativo a las costumbres populares.
Es
resaltante que para estudiar a las abadías de mal gobierno utiliza ejemplos de
cencerradas extraídas de sus fuentes, como los casos que tienen lugar en la
aldea de Corsinge, cantón de Ginebra en abril y mayo de 1626; el pueblo de
Chene, canton de Ginebra, octubre de 1631; el barrio de la Place Bellecour,
Lyon, septiembre de 1668; el barrio del Temple de Saint Gervais, Ginebra, junio
de 1669[5]. En
base a estos cuatro casos Natalie resalta que se puede explorar el inicio de
las cencerradas, los tipos de gente que participaban en ellas y las diversas
técnicas dramáticas que se usaban para poner en ridículo a las personas, públicamente.
Estos ejemplos pueden decirnos algo sobre hasta qué punto los habitantes de los
pueblos y los artesanos del siglo XVII se tomaban en serio la cuestión del
honor y la reputación y explicar la fuerza de los lazos que mantenían unidas a
las comunidades. Asimismo, el hecho de que estos casos terminaran en procesos
criminales, pueden indicar en qué medida las personas podían estar comprometidas,
en este periodo de centralización política continua, con la justicia
tradicional de sus localidades como fuente de control, de diversión y de
solidaridad.
3. Reconstrucción final
El
carácter del mal gobierno en el campo francés de la Baja Edad Media, y del
siglo XVI, se relaciona con las actividades de las abadías de juventud en
cuanto eran más bien un tratamiento
carnavalesco de la realidad y cumplían una función importante en el pueblo. Así
el empleo de la imaginería de los «reinos» y especialmente de las «abadías» no
sólo proporcionaba una inversión carnavalesca de la categoría en relación con
un rey lejano o un monasterio cercano, a quienes tal vez los campesinos debían
servicios y tributos, sino que, además, brindaba un gobierno que los jóvenes ejercían sobre otras personas y, quizá una
hermandad que existía entre ellos; y ofrecía muchísimas posibilidades de burla
y escarnio, pero esta licencia no era rebelde, estaba al servicio de la
comunidad pueblerina.
Por
consiguiente, las características abadías de Mal Gobierno de la gran ciudad del
siglo XVI eran agrupaciones profesionales o, con mayor probabilidad, de
vecindario, integradas por hombres, tanto jóvenes como viejos (la autora señala que se pierde la tradición
de relacionarse con una edad específica porque se busca conformar organizaciones
de una misma edad). También diferían de las abadías rurales en la variedad
de su composición social, en cuanto que las abadías tenían que cumplir
funciones como las de pacificar el desorden, y organizaban cencerradas, así la cencerrada urbana se usaba para señalar
otras afrentas al sentido del orden o de la iglesia del vecindario. Por ejemplo
Natalie señala que en estas abadías lo que se criticaba no era el desorden
doméstico de las familias gobernantes, sino más bien su mal gobierno político,
lo que era un cauce importante para las críticas en aquellas ciudades
oligárquicas, donde incluso los artesanos y mercaderes acomodados tenían pocas
oportunidades (suponiendo que tuvieran alguna) de tomar decisiones políticas; y
señala también que las Abadías sobrevivieron bajo una especie de tolerancia
judicial: en sus momentos más fáciles, como en Rúan, donde recibían cada año
licencia de Parlement para su mal gobierno e incluso fueron invitadas a
participar en el desfile de honor con motivo de la entrada de Enrique II; y en
sus momentos difíciles, nuevamente e en Rúan, se encontraron con que, en 1541,
su abad era detenido por los sargentos en el mismísimo carro alegórico por
atacar con demasiada virulencia a los padres de la ciudad[6].
El
propósito de estos elementos de crítica política y social en el medio del
carnaval era destruir y renovar la vida política, eso lo toma en el sentido que
Mijail Bajtin da al término, pero no pretendían conducir directamente a otras
acciones políticas. Así que está claro que la relación entre los festivales
populares y la política justifica nuevos estudios, y lo mismo puede decirse de
la relación de las dos cosas con las instituciones y los movimientos de
carácter religiosos. Las relaciones de las abadías con la Iglesia católica eran
tan complejas y ambivalentes como las que sostenían con las autoridades
seglares. Y esto de una u otra forma se relaciona con los ritos de la violencia
que la autora no explica detalladamente.
En
cuanto al carnaval y al mal gobierno, Natalie señala que es una exageración ver
en el carnaval y en el mal gobierno una mera «válvula de seguridad», una simple
forma primitiva y pre política de diversión. Víctor Turner y Mijaíl Bajtin se
acercan más a la verdad al considerarlas presentes en todas las culturas. Aunque
menciona que además de estar presente, la estructura de la forma carnavalesca
puede evolucionar de un modo que le permite funcionar tanto para reforzar el
orden como para sugerir alternativas al orden existente. Y para concluir este
ejemplo Natalie plantea que las abadías festivas no se atrofiaron, sino que
fueron mantenidas y transformadas por artesanos, mercaderes y abogados. Su mal
gobierno fue enriquecido de modo espectacular y a su antigua función de
mantener el orden en la familia se sumó una nueva: la crítica política.
Y
pone atención en la creatividad social de las personas, a las que se creía incapaz
de expresarse, así como la manera en que hacen suyas formas sociales más
antiguas y las cambian para que satisfagan sus necesidades. Y con ello pone en
evidencia la historia social antropológica que toma como eje principal.
En
este sentido se ha tratado de brindar algunos alcances sobre el libro, pero es
tarea leerla en su totalidad y plantear las críticas y sugerencias respectivas,
un libro que a pesar de los años continua siendo vital para quienes escriben
una historia social antropológica.
[1] Trabajo práctico
realizado en el curso electivo “Seminario de Teoría de la Historia”, a cargo
del profesor Luis Arana Bustamante.
[2] Bruno, Paula (s/f) Apuntes historiográficos sobre la Historia
de la Cultura. En: [http://www.historiacultural.net/hist_rev_bruno.htm]
Consultado el 27 de junio de 2012, 18h
[3] Zemon D. Natalie
(1993) Sociedad y Cultura en la Francia
Moderna. Traducción de Jordi Beltrán. CRÍTICA. Barcelona.
[4] Zemon
D. Natalie (1993) Sociedad y Cultura…, p.
90
[5] Zemon
D. Natalie (1993) Sociedad y Cultura…, p. 116
[6] Zemon
D. Natalie (1993) Sociedad y Cultura…, p 105-107
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