domingo, 13 de noviembre de 2011

EL DICIEMBRE DE ESE ENERO

TOROS

Por Luis R.

No encontre otra forma de llamar este pequeño ensayo, talvez la razón esta en que no hago referencia a ningún personaje o sujeto social explícito, hago referencia a aquellos animales que a través de siglos siguen siendo victimas de la misma vejación que tanto la humanidad desprecia.

En nuestro país la corrida de toros es un espectaculo importado desde Europa traido por los españoles en su proceso de establecimiento en América, a parte de sus propiedades y familias, los occidentales también trajeron y reprodujerón sus espacios públicos y sus formas de diversión. Según muchos autores entre ellos Johan Huizinga el origen de esta “fiesta” se da en el uso de estos animales en los circos romano, Schulten[1] por su parte defiende la tesis más reconocida, aquella que le da origen en las costumbres griegas de Creta hace dos mil años antes de cristo donde los atletas se apoyaban sobre los cuernos del toro y luego saltaban para caer detrás del animal. En ambos casos las referencias míticas son bastante apreciables con las versiones orales de Teseo y otros relatos que hablan sobre la importancia del toro en la vida cretense. Para conseguir los animales se realizaron milenarias cazas de toros y cebú desde distintas partes de Europa para reproducir las fiestas. Una de los más conocidos actos fue aquella donde se hacia pelear al toro con otras fieras como leones, panteras y jabalis, se incluian también la lucha del toro contra hombres. Estos espectaculos no solo se realizaban en Roma sino que se reproducian en todas las provincias incluyendo a España donde a la caida de Roma occidental esta costumbre no desapareció sino muto, se transformó y se consolidó.

En el Perú al ser introducidas en 1540 con la primera corrida de toros adoptó diversas formas de reproducción, también se introdujeron las peleas de gallos y otros espectaculos que incluian a animales. Pero el climax de la tauromaquia en nuestro país se da el año 1768[2] con la construcción de la Plaza de Toros de Acho por orden del virrey Manuel de Amat y Juniet, basado en la gran política de construcción de espacios públicos y formas de diversión en una ciudad que estaba creciendo demográficamente increible después del terremoto de 1746, solo para 1790 la población de Lima alcanzaba los más de 52.000 habitantes. La tauromaquia era practicada en todas las provincias del virreinati y fue aceptada por las comunidades américanas que crearon varientes como la fiesta de “Yawar” en la que se incluye un toro y un condor. Con la república e inicios del siglo XX, no desapareció esta tradición hispana por el contrario se consolidó en las fiestas de las provincias y distritos de nuestro país siendo incluido el espectaculo en muchas fiestas patronales (es decir las fiestas máximas de la comunidad) y en Lima se institucionalizaron los domingos de octubre y noviembre de corrida de toros, espectaculos que en su mayoría estaban dirigidos a las clases de élite que llevaban a sus hijos para ver la muerte de un animal.

La tortura a la que es sometido el animal en estas celebraciones ha sido parodiada por muchas zonas de red donde se invierte la función con el “torero” (un heroe y una institución en España), los crimenes de inhumanidad hacia el animal que se desangra sobre la arena caliente y cuya muerte es espectaculo, aún para los niños, ha sido calificada de barbarie, otros de tradición y el Estado no ha tomado una posición. Otros sectores de la sociedad piensan que no es un tema importante ni una reivindicación política, talvez tengan razón, pero el enfrentamiento entre los defensores de la tauromaquia y los antitaurinos (confesadamente donde yo pertenezco) agudizaran cada ves más las manifestaciones llegando talvez a incrementar su carácter simbólico al violento, hay un vacio irreconciliable entre ambas partes, los primeros que con la excusa de tradición no quieren dar un brazo al torcer y los segundos que planean un corte definitivo de estos espectaculos. Si se trata de un tema de tradición, por lo tanto de cultura popular entonces es más dificil el corte de la mentalite, aunque sea de un sector, por lo que la solución no será tan rápida. A esto hay que sumarle un factor dual de la población peruana, aquellos que se indignan ante el maltrato animal (que son varios y han formadon varias asociaciones de protección), claro ejemplo es la rápida manifestación en contra de las peleas de perros o pelea de gallos, y el otro sector que no se conmociona ante estos actos. Se trata de un tema de sensibilidad social, un tema de reproducir la crueldad y violencia sobre animales, una crueldad y violencia que es reprimida y no puede ser manifestada en su total libertad como en la época de los circos romanos. La crueldad y la violencia se manifiesta sobre los animales, pero este mismo sentimiento no es indistinto en el hombre que puede manifestarlo sobre también otros hombres, porque como díria Rocio Silva Santistevan[3] los asesiones son humanos al fin y al cabo, y esa es la condición natural y obligatoria del asesino ser humano. La crueldad y violencia de estos espectaculos no solo promueve que se generan y reproduzcan estos sentimientos sino que se establezan y triunfen en una sociedad que aún siente desconfianza.

La lucha contra la tauromaquia en nuestro país es la más retardada y por eso a su vez heroica. Chile fue el primer país en abolir estos espectaculos en 1823, le siguieron los países del río de la Plata: Uruguay y Argentina en 1890 y 1891 respectivamente. En el mundo solo hay ocho países que permiten estos espectaculos además de México, Colombia, Venezuela, Francia, España y Portugal[4]. Aunque en España, la máxima exponente mundial de estos espectaculos sufrió un remeson cuando en el año 2010 se abolió las corridas de toros en Cataluña. En el Perú por su parte, si bien es cierto no hay una modificación de la ley ni unas políticas de Estado específica, la sensibilidad social ha hecho que estos espectaculos dejen de existir en nuestro país, solo en los distritos del interior de nuestro país al realizar las corridas de toros ya no acaba con la ejecución ni se muestra el sufrimiento del animal, por el contrario realizan divertidos espectaculos familiares con los toros divirtiendo a la población. Por el contrario Lima con las grandes empresas de Wong y Teleticket siguen reproduciendo y alimentando estos espectaculos en estas fechas. Por lo que la tesis de la "tradición" podría ser destruida si se demuestra estadísticas de cuantos distritos han modificado los espectaculos taurinos, por lo tanto se podría vislumbrar un claro interes comercial de seguir promoviendo este tipo de "fiestas".

Hay un todo de factores y razones por las que abolir y defender las corridas de toros, los debates no se han profundizado, por el contrario se han cerrado y se han basada en cuestiones sentimentales de tradición por un lado y sensibilidad por otro, a mi parecer falta la necesidad de incluir la corrida de toros como un mecanismo que reproduce la violencia en la sociedad y por lo tanto debería ser modificada, como se ha hecho en los distritos del interior del país, o en tal caso abolida y destruida.

En realidad me gustaria decir ahora que no seamos parte de esta insensibilidad social, ser parte de esta crueldad y ser testigos mudos del asesinato de animales de una manera brutal que sa basa en los apetitos de la diversión y de la tradición arcaica de un grupo de élite. Pero por ahora debo decir que debemos poner en cuestión esto en debate.



[1] Jose Maria Blazques, “Caceria y corrida de toros en la antiguedad”

[2] Compendio Histórico del Perú, Ed. Milla Batres.

[3] Columna Okupa, díario La República.

[4] La República, Revista Domingo, domingo 13 de noviembre del 2011.

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