miércoles, 15 de agosto de 2012

EL SENTIDO INTRAMUNDANO[1]DE LA UTOPÍA DE TOMAS MORO




La isla Utopía de Tomás Moro por Ambrosii Holbein.[*]

[] tengo necesariamente que confesar y admitir que hay muchas cosas en la república de Utopía que, más que confiar en ello, desearía para nuestras ciudades.(MORE 1984:200)



Por J. Michael Napán Napán
E.A.P. Historia - UNMSM
jianferal@hotmail.com

La Europa del Siglo XVI era una sociedad con grandes cambios a nivel político (autonomías y soberanías), a nivel económico se intensificaban  las relaciones en el mercado (el comercio), y a nivel social se daban duros cuestionamientos a la iglesia católica, que cada vez perdía legitimidad, de la misma manera  la ciencia y las artes se desarrollaron optando por modelos clásicos que significaban un renacer del hombre. Es en este contexto donde se dan las ideas seculares individualistas (la utilidad y beneficio). Ante esta situación los humanistas cristianos que abogaban por una renovación a nivel institucional de la iglesia (debido a que estaba perdiendo su legitimidad)  e influenciados la vez por ideas renacentistas (el humanismo cristiano pugna por seguir el modelo cristiano primitivo que se había perdido) y  las noticias del “Nuevo Mundo” hacen avizorar  la llegada de nuevos tiempos, es por eso que surgió la necesidad de fortalecer y renovar a la iglesia, y el instrumento guía para cumplir tales cometidos (cohesión) serán las utopías.

De esta manera las nuevas formas de relaciones sociales llevadas  a cabo en Inglaterra, llevarán a que Tomás Moro haga un cuestionamiento a la realidad de su época, producto de ello será la Utopía. En tal sentido el presente trabajo busca aproximarse a aspectos humanistas intramundanos dentro de la obra mencionada.

I.                   La Utopía en contexto.

Para poder contextualizar la obra de Tomás Moro, tenemos que empezar mencionando las nuevas formas de relaciones sociales que se están tejiendo en la Inglaterra del Siglo XV y XVI, Horkheimer lo sintetiza de la siguiente manera:

Los pequeños campesinos que por aquella época, fueron expulsados por los propietarios de las casas y las fincas porque se estaba procediendo a la transformación de comunidades rurales enteras en zonas de pastos para ovejas, con vistas  que el suministro de lanas   a las manufacturas textiles de Flandes fuera rentable. Un horrible destino esperaba a los campesinos que iban hambrientos de un sitio para otro dedicándose al primer pillaje (HORKHEIMER 1982:83).

Esta situación hace que se genere un caos interno, todos los desplazados del campo se verán forzados a ingresar a las manufacturas o estar condenados a la servidumbre y/o al robo. A esta realidad se refiere Moro en Utopía, y a todo este caos, propondrá la salida por medio de “una distribución equitativa y justa de todas las cosas y que aquella perfecta plenitud no existirá nunca entre los hombres a menos que esta propiedad sea proscrita y prohibida” (HORKHEIMER 1982:83). Esto significa la erradicación de la propiedad privada para el establecimiento de una propiedad de bienes comunes.

II.                La Utopía y el sentido humanista intramundano

Etimológicamente, utopía significa “lugar que no existe” o “lugar en ninguna parte”[3]. Pero lo importante es que esta inexistencia puede entenderse como “lo que aún no es”, o bien lo “que no puede ser”. Amable Fernández Sanz citando a Bronislaw Baczko señala que:

Las utopías manifiestan y expresan de manera específica una cierta época, sus obsesiones y rebeliones, tanto el campo de sus esperas como los caminos inventados por la imaginación social y su manera de considerar lo posible y lo imposible, rebasar o aventajar la realidad no implica que sea un sueño o una evasión, la utopía parte de una realidad y ofrece sobre ella un testimonio revelador (1995: 166)

En esta perspectiva Tomás Moro trató de denunciar el presente y señalar nuevos caminos que renovasen al hombre y a la sociedad (la presencia del sentido del progreso[4]). Un progreso que lleva hacia una sociedad justa. “La utopía triunfa en la certidumbre del reino del hombre; se convierte en ciencia- ficción, negando las miserias del presente para refugiarse en las mañanas encantadoras” (SERVIER 1969:227).

 Un aspecto que sin lugar  dudas ha tenido influencia en las diversas utopías, es la aparición inesperada e imprevista de amplísimos espacios y de poblaciones que se habían conservado en un estado de total “incontaminación” respecto del Viejo Mundo, esto  hizo creer a los Europeos que había llegado el momento de edificar el “Nuevo Mundo”, un mundo más humano donde era posible alcanzar ese deseo de paraíso terrenal: intramundano.

De esta forma podemos entender mejor, cuando Eugenio Ímaz se refiere a Utopía como “lugar que no hay”, porque se trata de “dos lugares, en Inglaterra y en América, en dos mundos, el Viejo y el Nuevo, es decir, en todas partes, como el Universal deseo Utópico” (ÍMAZ 1941:7). Así, esta utopía del renacimiento es la secularización del cielo de la Edad Media, la construcción de un mundo terrenal, al cual se podría acceder en vida, representa indudablemente, un giro radical respecto a épocas en las que sólo la muerte podía abrir al pobre las puertas para habitar en una sociedad justa.

III.             La sociedad en Utopía [5]

3.1.           Ubicación y descripción de la isla
La isla de Utopía – la contada por  Rafael Hythloday[6] -  y escrita por Tomás Moro, no tiene una ubicación exacta (ciñéndonos a lo narrado en la Utopía[7]) pero el autor pasa a narrar algunas descripciones geográficas donde resalta las bondades de su relieve, y debido a ellas mismas, los utopianos pueden establecer redes de comercio y a la vez defenderse de algunos ataques.

La isla de Utopía tiene una anchura de doscientas millas en su parte media (que es la más ancha).Esta anchura continúa por la mayor parte del suelo salvo que poco a poco se adentra y se estrecha hacia ambos extremos. El perímetro, con un circuito o ruedo de quinientas millas conforma la isla como una luna nueva (ver imagen). Entre estos dos cuernos penetra el mar, que los separa en una distancia de once millas aproximadamente y allí se extiende en un vasto y ancho mar que por razón de que la tierra a ambos lados les circunda y protege de los vientos no es encrespado ni invadido por grandes olas sino que fluye casi sin moverse, no muy distinto de un gran lado y convierte así todo el espacio dentro del cinturón de tierra en una especie de puerto y , de gran beneficio para los habitantes, recibe barcos de todas las direcciones.(MORE 1984:119)

Desde ya podemos dar cuenta que se trata de ubicar geográficamente a Utopía en una parte de la esfera terrestre donde existen todas las relaciones humanamente posibles de vivir.[8]

Utopía fue fundada por Utopo, este personaje aparece, no como un héroe fundador, sino como un reformador de la vida y las relaciones, pues antes de él, Utopía no tenía leyes justas en beneficio común.
Pero el rey Utopo, cuyo nombre, como de su conquistador, lleva la isla (pues antes de su reinado se llamaba Abraxa) quien además condujo al pueblo rústico y salvaje a la excelente perfección de todas las buenas costumbres, humanitarismo y civilización en que superan actualmente a todas las gentes del mundo[] (MORE 1984:120)

La isla se distribuye en  cincuenta y cuatro ciudades (se trata de ciudades - estado confederadas, ninguna de estas desea extender las fronteras y límites de sus demarcaciones), todas tienen una misma lengua y costumbres, instituciones y leyes parecidas. De todas las ciudades, las que se encuentran más cerca entre sí, están a 24 millas de distancia y a pie, no más de un día. La cuidad capital es Amaurota, esto debido a encontrarse ubicada en el centro de la isla  y es por tanto la más adecuada para todos los habitantes del reino (por ejemplo, para llevar a cabo reuniones).

La distribución de la sociedad evidencia la presencia del renacimiento,  en la cual “estaban movidos e inconscientemente guiados por la necesidad de belleza, en el antiguo sentido clásico, derivada del orden del cuerpo humano simétricamente equilibrado, organizado y animado”(KHALER 1946:154)

En cada ciudad,  “Han construido en el campo, en todas las partes de la demarcación, casas o granjas bien situadas y provistas de toda clase de instrumentos y herramientas propias de agricultura” (MORE 1984:121). Estas casas son habitadas por ciudadanos que van a vivir allí por un determinado tiempo (dos años seguidos) luego van a la ciudad y rotan. “Estos campesinos aran y cultivan la tierra y crían ganado y proporcionan y cortan leña que transportan a la ciudad por tierra o por mar según les resulte más conveniente” (MORE 1984:122). Siembran granos solo para el pan (es decir no para la cerveza), el ganado les sirve para su propio consumo y si hay un excedente se la divide entre sus propios vecinos.

En cuando a las ciudades mismas, el que conoce una conoce todas, tan parecidas son la una a la otra:
 “Cada casa tiene dos puertas, una a la calle y una secundaria en la parte posterior, que da al jardín. Esas puertas están hechas con dos hojas nunca cerradas ni con el cerrojo echado, tan fáciles de abrir que responden al mínimo tirón del dedo y se cierran solas de nuevo. Quien quiera puede entrar pues no hay nada dentro de las casas que sea privado propio de nadie. Y cada diez años se cambia de casa por sorteo.” (MORE 1984:125)

3.2.          Organización política y Social:

3.2.1.   Autoridades.
Cada treinta familias o granjas eligen a un representante llamado sifograntes, cada diez sifograntes a la vez dependen de una autoridad que se llama filarca. Con lo concerniente a la elección del príncipe, “[]todos los sifograntes, que son en número doscientos, juran elegir al que creen más idóneo y conveniente. Entonces por elección secreta nombran príncipe a uno de los cuatro que el pueblo les propuso antes.” (MORE 1984:127), el cargo de los príncipes es vitalicio, y solo puede ser depuesto en el caso de sospecha de tiranía. Las decisiones se toman previa consulta y debate (mínimo unos tres días).

3.2.2.   Economía y Sociedad.
Todos los habitantes se dedican a la agricultura (tanto hombres como mujeres),  se les instruyen desde la infancia “como jugando”, pero no solo se dedican a la agricultura, si bien esta actividad es  común a todos, existe el oficio propio (se entiende propio no como suyo de pertenencia, sino como propio de una relación única, pero a la vez complementaria; además se practican otros oficios como la textilería, la herrería y la carpintería).  Las mujeres por su condición más débil, se dedican a actividades menos rústicas (como trabajar la lana y el lino) mientras que las ocupaciones más fatigosas están reservadas para los hombres. En esta parte se refleja la idea de propiedad de bienes comunes, por la cual se orientaba la crítica cristiana humanista, que recalcaba la idea de la cooperación y repartición de bienes.

La jornada laboral es de solo seis horas de trabajo, ocho al sueño y el resto de tiempo al descanso la recreación y otras prácticas.
Dividen el día y la noche en veinticuatro horas justas dedicando y asignando solo seis de estas horas al trabajo: antes del medio día tras el cual van directamente a comer, y después de almorzar , cuando han descansado dos horas, trabajan tres horas más y después van a cenar. Sobre las ocho de la tarde (contando la una a partir de la primera hora después del mediodía)  van a la cama; conceden ocho horas de sueño. (MORE 1984:129)

El tiempo libre puede ser aprovechado para satisfacer cualquier otro placer que deseen, pero estos “placeres” no tienen que ser inútiles, sino por el contrario beneficiosos. En utopía, esto parece ser posible debido a la ausencia de juegos de dados, considerados  perniciosos y absurdos. Además “no hay tabernas, ni cervecerías ni burdeles escondidos, ni lugares para malos consejos o reuniones ilegales sino que ellos están a la vista y bajo la mirada de todos” (MORE 1984:140). Esto en contraposición de la realidad de su tiempo, la pugna contra los vicios.

Como hemos dicho, todos están obligados a trabajar, tanto en trabajos manuales como en intelectuales, sin embargo esta última actividad es realizada únicamente por los sifograntes y los filarcas, todos ellos exentos de cualquier tipo de trabajo manual. Ahora, si no cumplen con las expectativas son cambiados.
Entre ellos están los sifograntes, quienes, aunque están privilegiados por la ley y exentos del trabajo, no se eximen de ellos mismos, con la condición de incitar más bien con su ejemplo a que otros trabajen. […]Pero si alguno de ellos no responde a las esperanzas y confianza en él depositadas, es sin tardanza devuelto al estamento de los artesanos. (MORE 1984:131)

3.2.3.   Vida y sus relaciones mutuas.
Como decíamos las sociedad (las ciudades) se componen por familias, las familias por parientes y todos ellos tienen a la cabeza al padre mayor y más anciano, en otras palabras se basan en un sistema patriarcal donde “las esposas dependen de sus maridos, los hijos de sus padres y, para resumir de los más jóvenes de sus mayores” (MORE 1984:135). Si existe un  exceso de integrantes  en una familia (cada familia debe tener un mínimo de diez integrantes y no más de dieciséis), se equipara con las otras familias, y si hay un exceso en una ciudad se equipara con otras ciudades y si aún así persiste el exceso, se envía a esas personas a habitar otras tierras fueras de la isla.

Cada ciudad está dividida en cuatro partes iguales o barrios y al centro de cada barrio hay una plaza de mercado con toda clase de productos. Allí:

Son transportados a determinados edificios los frutos del trabajo de cada familia y cada tipo de cosa se guarda respectivamente en graneros y almacenes. Allí el padre o cabeza de cada familia va a buscar todo lo que él y los suyos necesitan y se lo lleva sin dinero, sin intercambio, sin fianza, prenda ni garantía. (MORE 1984:135)

En Utopía no utilizan la moneda, pero sí la guardan para una posible eventualidad (como por ejemplo las guerras[9]) que puede darse como puede ser que nunca llegue a ocurrir. En este aspecto, nos dice Magdalena Vexler que “los utopianos acumulan oro y plata en contradicción con el principio de que estos metales carecen de valor económico” (2001: 74). Al parecer hay un cierto rechazo a las relaciones de intercambio monetarias, pero paradójicamente se termina aceptando su importancia en uso.

3.2.4.   Moral y  educación
El postulado de la moral en Utopía pasa por reconocer el vivir de acuerdo a la naturaleza,  donde yace la única y principal felicidad humana. Todo esto se logra con una vida ordenada de acuerdo con la naturaleza (la virtud) y la complacencia del placer, que la entienden como “todo movimiento y estado del cuerpo y del espíritu en el cual el hombre se encuentra deleite por la naturaleza” (MORE 1984:151). Hacen la distinción entre  los que tergiversan el placer y los que en verdad deleitan el placer. El falso placer no cree en las esencias naturales  espirituales, lo material tiene importancia por la cual se funda esta idea de superioridad, vanidad y avaricia, esto se puede ver reflejado en el siguiente párrafo:

Pues  si consideráis de utilidad práctica los vestidos ¿Por qué ha de pensarse que la lana tejida con un hilo más fino es mejor que la lana tejida con un hilo más basto?(sic) Sin embargo ellos como si uno superara al otro por naturaleza y no en el error se pavonean y creen que el valor de sus propias personas se ha incrementado en gran manera con esto.(MORE 1984:152)

Por otro lado, la deleitación del placer se puede distinguir en dos clases: la del alma y la del cuerpo. La de alma es la contemplación de la verdad por medio de la inteligencia, también se encuentran en ello los recuerdos placenteros del pasado. El placer del cuerpo supone a la vez dos cosas: la primera es el deleite obtenido por las percepciones de los sentidos y lo segundo sería en el estado sano del cuerpo (una buena salud). Pero hay que recalcar el placer fundamental pasa por el deleite espiritual, y este solo se logra por “la adquisición de los principios morales a través de la educación”. Una educación que es inculcada desde niños y tiene como base espiritual  la religión.

La religión[10] en utopía refleja la necesidad de los críticos humanistas por establecer el carácter universal de la iglesia frente al surgimiento de cismas o separaciones de la iglesia madre, aunque hay que decir que su idea de tolerancia pasaba en el respeto a las otras religiones, pero al final se aceptaba solo una, como la verdadera y rectora de todos. Moro describe:

Hay diversas clases de religiones en Utopía, no solo en las distintas partes de la isla sino también en los diversos lugares de cada ciudad. Algunos adoran como Dios al sol, algunos  a la luna, otros a algunos planetas. Pero[]  creen que hay un cierto poder divino, desconocido, eterno, incomprensible, inexplicable, muy por encima de la capacidad de la inteligencia humana, extendido por todo el mundo no por tamaño sino en virtud y poder. Le llaman padre de todos. A él solo atribuyen los principios, desarrollo, progresos, cambios y fines de todas las cosas y no ofrecen honores divinos a nadie más que a él. En verdad aunque todos los demás sean de diversas opiniones, en este punto también coinciden en conjunto con los más sabios en creer que hay un dios fundamental y principal creador y soberano a todo el mundo[](MORE 1984:181 -182)

El Dios en Utopía tiene por nombre Mitra, y nadie es castigado por creer en otros entes, salvo aquellos que son ateos.
Moro  la vez hace hincapié en la necesidad de que Utopía se vea reflejado en otras ciudades de la época o que pongan en práctica el tipo de organización.
 []forma y organización del estado  es la mejor, y su propia religión la más verdadera y perfecta, entonces ruega a Dios que le conceda  una firmeza constante y que guíe al resto de la humanidad hacia el mismo orden de vida y hacia la misma idea de Dios[] (MORE 1984:194)
Algo que no se ha mencionado es que se considera que Utopía desciende de los griegos:
Pues pienso que esta nación tuvo sus orígenes en los griegos puesto que su habla en todos los restantes no es muy distinta del persa, muestra distintos signos y muestras de lengua griega en los nombres de sus ciudades y de sus magistrados (MORE 1984:159)
De lo mencionado se puede desglosar el carácter renacentista de la obra que toma modelos clásicos. Así vemos como Utopía se vuelve en un ideal a seguir, se convertirá en la brújula que necesitaba Europa.

IV.              A modo de conclusión:

La Utopía descrita por Tomás Moro, a diferencia de la Utopía de Platón, no se encuentra ininteligiblemente, es decir en el mundo de la ideas y por la cual su realización no sería plena, por el contrario Moro parte de un total convencimiento de que Utopía  se encuentra ubicada en un lugar de la esfera terrestre, esto refleja la secularización del cielo de la Edad Media. Así mismo, la construcción de un mundo terrenal, al cual se podría acceder en vida, representa indudablemente, un giro radical respecto a épocas en las que sólo la muerte podía abrir las puertas para habitar en una sociedad justa.

El carácter Humanista cristiano se hace sentir en Utopía, en esta idea del bien común y el respeto a la opinión de todos. En este sentido la idea de tolerancia será importante, ya que se acepta las diversas creencias religiosas. Si bien es cierto, en utopía se trata de plasmar una sociedad justa y equilibrada (influencia clásica), esto no es del todo cierto.  Utopía no es el paraíso terrenal, existen leyes que no se pueden infringir, y si los habitantes las infringen están condenados a la esclavitud (no es eterna felicidad de Agustín en la Ciudad  de Dios).  Más que ser una sociedad totalmente armónica, es una aproximación  un modelo “más justo”, “más equitativo” tratando de negar la realidad de su tiempo.
Solo para culminar tenemos que decir que las Utopías pueden ser objeto de interés como aproximación a futuros, como proyectos, pero que no deben ser totalmente cerrados (es decir modelos fijos e inevitables) sino de carácter abierto.


 BIBLIOGRAFÍA

FERNANDEZ SANZ, Amable                        (1995) “Utopía, progreso y revolución como categorías explicativas en la historia del pensamiento” En: Annales del seminario de historia y filosofía, n°12. Servicio de Publicaciones: UCM. p. 165 – 189.
HORKHEIMER, Max                                        (1982) “la Utopía” En: Historia, metafísica y escepticismo. Madrid: Alianza Editorial. p. 83 – 99
ÍMAZ, Eugenio                                                 (1941)   Utopías del Renacimiento. México: Fondo de Cultura Económica. p. 7 – 35
MORE, Thomas                                                (1984) Utopía.  MALLAFRE, Joaquim (Trad.) Barcelona: Ediciones Orbis.200 pp.
SERVIER, Jean                                                  (1969) Historia de la Utopía. España: Monte Avila  Editores. pp. 225 - 251
VEXLER TALLLEDO, Magdalena                  (2001) “La concepción del ser humano y la sociedad en  Utopía”. En: Yachay, revista de filosofía, n°5, año 7. p. 60 - 87
WERNER Plum                                                  (1975) Utopías inglesas, modelos de cooperación social y tecnológica. República Federal de Alemania: Hildesheimer Druck. p.  26 – 66,





[1] lo que para el pensamiento judeo - cristiano era la liberación de la miseria y limitaciones de la tierra, por un paraíso celeste, convertirá por convertirse para los humanistas cristianos, en liberación de miserias y necesidades humanas, en función de un paraíso intramundano (el sentido de liberación y superación y la fe en un progreso). Pero en el fondo, la estructura intelectual  sobre la que se apoyaba este hecho era idéntica

[2] lo que para el pensamiento judeo - cristiano era la liberación de la miseria y limitaciones de la tierra, por un paraíso celeste, convertirá por convertirse para los humanistas cristianos, en liberación de miserias y necesidades humanas, en función de un paraíso intramundano (el sentido de liberación y superación y la fe en un progreso). Pero en el fondo, la estructura intelectual  sobre la que se apoyaba este hecho era idéntica.
[3] “Utopía: no hay al lugar, traduce Quevedo en el prólogo a  la versión, expurgada, que en 1627 hizo don Gerónimo Antonio de Medinilla y Porres de la obra de Tomás Moro” (ÍMAZ 1941:7)
[4]  Werner Pum en su  tres formas de entender la utopía (entre la escatológica, una visión quiliástica que describe una utopía que se inicia en este mundo y continúa más allá;  la nostálgica, añoranza de restablecer un estado originario, pero que no deja de ser idílico y; la proyectante) ubica a la Utopía de Tomás Moro en la última menciona, aseverando que parte de bases realistas para proyectarse al futuro. (WERNER 1975: 26 – 66.

[5] Se publicó en 1516 bajo el título De Optimo Reipublicae Statu deque Nova Insula Utopia Libellus Vere Aureus (La mejor república y la nueva isla de Utopía)
[6] Hay que aclarar que Rafael es un persona ficticio, ya que no existió, en la novela era un portugués que ha viajado con Américo Vespucio al Nuevo Mundo, y en dicho viaje a visitado muchos lugares totalmente distintos a los de Europa, entre ellos Utopía, fue presentado por Peter Giles a Tomás Moro.
[7] Moro escribiéndole a Peter Giles dice: “no puedo decir por culpa de quién, si de mí o de ti o de Rafael. Pues ninguno de nosotros nos acordamos de preguntarle ni él decirnos en qué parte del Nuevo Mundo está situada Utopía” (MORE 1984:71)
[8] Otra afirmación de Moro podría avalar esta propuesta: “[]pero ciertamente creo esto: que sean como fueren esos decretos, no hay en ningún lugar en el mundo ni un pueblo más excelente ni una república más floreciente” (MORE 1984: 158)
[9] “Para este único propósito conservan en el país todo el tesoro que tienen: para que les ayude y socorra en caso de riesgo extremo o de peligro repentino. Pero especialmente y sobre todo para alquilar con él, y esto por unos salarios desmesuradamente grandes, a soldados extranjeros. Pues prefieren poner a extraños en peligro que sus compatriotas, sabiendo que con dinero suficiente pueden comprar o vender muchas veces a sus mismos enemigos o bien hacer que anden a la greña entre ellos mismos por medio de la traición.”  (MORE 1984:142)
[10] Un característica del orden institucional religioso, es que no solo hay sacerdotes varones, sino también sacerdotisas ( pocas son las elegidas, entre las viudas y las mayores de edad) 

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