[…] tengo necesariamente que confesar y admitir que hay muchas cosas en la república de Utopía que, más que confiar en ello, desearía para nuestras ciudades.(MORE 1984:200)
Por J. Michael Napán Napán
E.A.P. Historia - UNMSM
jianferal@hotmail.com
La Europa del Siglo XVI era una sociedad con grandes cambios a nivel político (autonomías y soberanías), a nivel económico se intensificaban las relaciones en el mercado (el comercio), y a nivel social se daban duros cuestionamientos a la iglesia católica, que cada vez perdía legitimidad, de la misma manera la ciencia y las artes se desarrollaron optando por modelos clásicos que significaban un renacer del hombre. Es en este contexto donde se dan las ideas seculares individualistas (la utilidad y beneficio). Ante esta situación los humanistas cristianos que abogaban por una renovación a nivel institucional de la iglesia (debido a que estaba perdiendo su legitimidad) e influenciados la vez por ideas renacentistas (el humanismo cristiano pugna por seguir el modelo cristiano primitivo que se había perdido) y las noticias del “Nuevo Mundo” hacen avizorar la llegada de nuevos tiempos, es por eso que surgió la necesidad de fortalecer y renovar a la iglesia, y el instrumento guía para cumplir tales cometidos (cohesión) serán las utopías.
E.A.P. Historia - UNMSM
jianferal@hotmail.com
La Europa del Siglo XVI era una sociedad con grandes cambios a nivel político (autonomías y soberanías), a nivel económico se intensificaban las relaciones en el mercado (el comercio), y a nivel social se daban duros cuestionamientos a la iglesia católica, que cada vez perdía legitimidad, de la misma manera la ciencia y las artes se desarrollaron optando por modelos clásicos que significaban un renacer del hombre. Es en este contexto donde se dan las ideas seculares individualistas (la utilidad y beneficio). Ante esta situación los humanistas cristianos que abogaban por una renovación a nivel institucional de la iglesia (debido a que estaba perdiendo su legitimidad) e influenciados la vez por ideas renacentistas (el humanismo cristiano pugna por seguir el modelo cristiano primitivo que se había perdido) y las noticias del “Nuevo Mundo” hacen avizorar la llegada de nuevos tiempos, es por eso que surgió la necesidad de fortalecer y renovar a la iglesia, y el instrumento guía para cumplir tales cometidos (cohesión) serán las utopías.
De esta manera las nuevas formas de relaciones sociales llevadas a cabo en Inglaterra, llevarán a que Tomás
Moro haga un cuestionamiento a la realidad de su época, producto de ello será
la Utopía. En tal sentido el presente
trabajo busca aproximarse a aspectos humanistas intramundanos dentro de la obra
mencionada.
I.
La Utopía en
contexto.
Para poder contextualizar la obra de Tomás Moro, tenemos que
empezar mencionando las nuevas formas de relaciones sociales que se están tejiendo
en la Inglaterra del Siglo XV y XVI, Horkheimer lo sintetiza de la siguiente
manera:
Los pequeños campesinos que por aquella época, fueron
expulsados por los propietarios de las casas y las fincas porque se estaba
procediendo a la transformación de comunidades rurales enteras en zonas de
pastos para ovejas, con vistas que el
suministro de lanas a las manufacturas
textiles de Flandes fuera rentable. Un horrible destino esperaba a los
campesinos que iban hambrientos de un sitio para otro dedicándose al primer
pillaje (HORKHEIMER 1982:83).
Esta situación hace que se genere un caos interno, todos los
desplazados del campo se verán forzados a ingresar a las manufacturas o estar
condenados a la servidumbre y/o al robo. A esta realidad se refiere Moro en Utopía, y a todo este caos, propondrá la
salida por medio de “una distribución equitativa y justa de todas las cosas y
que aquella perfecta plenitud no existirá nunca entre los hombres a menos que
esta propiedad sea proscrita y prohibida” (HORKHEIMER 1982:83). Esto significa la
erradicación de la propiedad privada para el establecimiento de una propiedad de
bienes comunes.
II.
La Utopía y el sentido humanista intramundano
Etimológicamente, utopía significa “lugar que no existe” o
“lugar en ninguna parte”[3].
Pero lo importante es que esta inexistencia puede entenderse como “lo que aún
no es”, o bien lo “que no puede ser”. Amable Fernández Sanz citando a Bronislaw
Baczko señala que:
Las utopías manifiestan y expresan de manera específica una
cierta época, sus obsesiones y rebeliones, tanto el campo de sus esperas como
los caminos inventados por la imaginación social y su manera de considerar lo
posible y lo imposible, rebasar o aventajar la realidad no implica que sea un
sueño o una evasión, la utopía parte de una realidad y ofrece sobre ella un
testimonio revelador (1995: 166)
En esta perspectiva Tomás Moro trató de denunciar el
presente y señalar nuevos caminos que renovasen al hombre y a la sociedad (la
presencia del sentido del progreso[4]).
Un progreso que lleva hacia una sociedad justa. “La utopía triunfa en la
certidumbre del reino del hombre; se convierte en ciencia- ficción, negando las
miserias del presente para refugiarse en las mañanas encantadoras” (SERVIER 1969:227).
Un aspecto que sin
lugar dudas ha tenido influencia en las
diversas utopías, es la aparición inesperada e imprevista de amplísimos espacios
y de poblaciones que se habían conservado en un estado de total “incontaminación”
respecto del Viejo Mundo, esto hizo
creer a los Europeos que había llegado el momento de edificar el “Nuevo Mundo”,
un mundo más humano donde era posible alcanzar ese deseo de paraíso terrenal:
intramundano.
De esta forma podemos entender mejor, cuando Eugenio Ímaz se
refiere a Utopía como “lugar que no hay”, porque se trata de “dos lugares, en
Inglaterra y en América, en dos mundos, el Viejo y el Nuevo, es decir, en todas
partes, como el Universal deseo Utópico” (ÍMAZ 1941:7). Así, esta utopía del
renacimiento es la secularización del cielo de la Edad Media, la construcción
de un mundo terrenal, al cual se podría acceder en vida, representa
indudablemente, un giro radical respecto a épocas en las que sólo la muerte
podía abrir al pobre las puertas para habitar en una sociedad justa.
III.
La sociedad en Utopía
[5]
3.1.
Ubicación y
descripción de la isla
La
isla de Utopía – la contada por Rafael
Hythloday[6] - y escrita por Tomás Moro, no tiene una
ubicación exacta (ciñéndonos a lo narrado en la Utopía[7])
pero el autor pasa a narrar algunas descripciones geográficas donde resalta las
bondades de su relieve, y debido a ellas mismas, los utopianos pueden
establecer redes de comercio y a la vez defenderse de algunos ataques.
La isla de Utopía tiene una anchura
de doscientas millas en su parte media (que es la más ancha).Esta anchura
continúa por la mayor parte del suelo salvo que poco a poco se adentra y se
estrecha hacia ambos extremos. El perímetro, con un circuito o ruedo de
quinientas millas conforma la isla como una luna nueva (ver imagen). Entre estos
dos cuernos penetra el mar, que los separa en una distancia de once millas
aproximadamente y allí se extiende en un vasto y ancho mar que por razón de que
la tierra a ambos lados les circunda y protege de los vientos no es encrespado
ni invadido por grandes olas sino que fluye casi sin moverse, no muy distinto
de un gran lado y convierte así todo el espacio dentro del cinturón de tierra
en una especie de puerto y , de gran beneficio para los habitantes, recibe
barcos de todas las direcciones.(MORE 1984:119)
Desde
ya podemos dar cuenta que se trata de ubicar geográficamente a Utopía en una
parte de la esfera terrestre donde existen todas las relaciones humanamente
posibles de vivir.[8]
Utopía
fue fundada por Utopo, este personaje aparece, no como un héroe fundador, sino
como un reformador de la vida y las relaciones, pues antes de él, Utopía no
tenía leyes justas en beneficio común.
Pero el rey Utopo, cuyo nombre, como
de su conquistador, lleva la isla (pues antes de su reinado se llamaba Abraxa)
quien además condujo al pueblo rústico y salvaje a la excelente perfección de todas
las buenas costumbres, humanitarismo y civilización en que superan actualmente
a todas las gentes del mundo[…] (MORE 1984:120)
La
isla se distribuye en cincuenta y cuatro
ciudades (se trata de ciudades - estado confederadas, ninguna de estas desea
extender las fronteras y límites de sus demarcaciones), todas tienen una misma
lengua y costumbres, instituciones y leyes parecidas. De todas las ciudades, las
que se encuentran más cerca entre sí, están a 24 millas de distancia y a pie,
no más de un día. La cuidad capital es Amaurota, esto debido a encontrarse
ubicada en el centro de la isla y es por
tanto la más adecuada para todos los habitantes del reino (por ejemplo, para
llevar a cabo reuniones).
La
distribución de la sociedad evidencia la presencia del renacimiento, en la cual “estaban movidos e
inconscientemente guiados por la necesidad de belleza, en el antiguo sentido
clásico, derivada del orden del cuerpo humano simétricamente equilibrado,
organizado y animado”(KHALER
1946:154)
En
cada ciudad, “Han construido en el
campo, en todas las partes de la demarcación, casas o granjas bien situadas y
provistas de toda clase de instrumentos y herramientas propias de agricultura” (MORE 1984:121).
Estas casas son habitadas por ciudadanos que van a vivir allí por un
determinado tiempo (dos años seguidos) luego van a la ciudad y rotan. “Estos campesinos
aran y cultivan la tierra y crían ganado y proporcionan y cortan leña que
transportan a la ciudad por tierra o por mar según les resulte más conveniente” (MORE 1984:122).
Siembran granos solo para el pan (es decir no para la cerveza), el ganado les
sirve para su propio consumo y si hay un excedente se la divide entre sus
propios vecinos.
En
cuando a las ciudades mismas, el que conoce una conoce todas, tan parecidas son
la una a la otra:
“Cada casa tiene dos puertas, una a la calle y una
secundaria en la parte posterior, que da al jardín. Esas puertas están hechas
con dos hojas nunca cerradas ni con el cerrojo echado, tan fáciles de abrir que
responden al mínimo tirón del dedo y se cierran solas de nuevo. Quien quiera
puede entrar pues no hay nada dentro de las casas que sea privado propio de
nadie. Y cada diez años se cambia de casa por sorteo.” (MORE 1984:125)
3.2.
Organización política y Social:
3.2.1. Autoridades.
Cada
treinta familias o granjas eligen a un representante llamado sifograntes, cada diez sifograntes a la vez dependen de una
autoridad que se llama filarca. Con
lo concerniente a la elección del príncipe, “[…]todos
los sifograntes, que son en número doscientos, juran elegir al que creen más
idóneo y conveniente. Entonces por elección secreta nombran príncipe a uno de
los cuatro que el pueblo les propuso antes.” (MORE 1984:127), el cargo de los príncipes es
vitalicio, y solo puede ser depuesto en el caso de sospecha de tiranía. Las
decisiones se toman previa consulta y debate (mínimo unos tres días).
3.2.2. Economía y Sociedad.
Todos
los habitantes se dedican a la agricultura (tanto hombres como mujeres), se les instruyen desde la infancia “como
jugando”, pero no solo se dedican a la agricultura, si bien esta actividad
es común a todos, existe el oficio
propio (se entiende propio no como suyo de pertenencia, sino como propio de una
relación única, pero a la vez complementaria; además se practican otros oficios
como la textilería, la herrería y la carpintería). Las mujeres por su condición más débil, se
dedican a actividades menos rústicas (como trabajar la lana y el lino) mientras
que las ocupaciones más fatigosas están reservadas para los hombres. En esta
parte se refleja la idea de propiedad de bienes comunes, por la cual se
orientaba la crítica cristiana humanista, que recalcaba la idea de la cooperación
y repartición de bienes.
La
jornada laboral es de solo seis horas de trabajo, ocho al sueño y el resto de
tiempo al descanso la recreación y otras prácticas.
Dividen el día y la noche en
veinticuatro horas justas dedicando y asignando solo seis de estas horas al
trabajo: antes del medio día tras el cual van directamente a comer, y después
de almorzar , cuando han descansado dos horas, trabajan tres horas más y después
van a cenar. Sobre las ocho de la tarde (contando la una a partir de la primera
hora después del mediodía) van a la
cama; conceden ocho horas de sueño. (MORE 1984:129)
El
tiempo libre puede ser aprovechado para satisfacer cualquier otro placer que deseen,
pero estos “placeres” no tienen que ser inútiles, sino por el contrario
beneficiosos. En utopía, esto parece ser posible debido a la ausencia de juegos
de dados, considerados perniciosos y
absurdos. Además “no hay tabernas, ni cervecerías ni burdeles escondidos, ni
lugares para malos consejos o reuniones ilegales sino que ellos están a la
vista y bajo la mirada de todos” (MORE 1984:140). Esto en contraposición de la
realidad de su tiempo, la pugna contra los vicios.
Como
hemos dicho, todos están obligados a trabajar, tanto en trabajos manuales como
en intelectuales, sin embargo esta última actividad es realizada únicamente por
los sifograntes y los filarcas, todos ellos exentos de
cualquier tipo de trabajo manual. Ahora, si no cumplen con las expectativas son
cambiados.
Entre ellos están los sifograntes,
quienes, aunque están privilegiados por la ley y exentos del trabajo, no se
eximen de ellos mismos, con la condición de incitar más bien con su ejemplo a
que otros trabajen. […]Pero si alguno de ellos no responde a las esperanzas y
confianza en él depositadas, es sin tardanza devuelto al estamento de los
artesanos. (MORE 1984:131)
3.2.3. Vida y sus relaciones mutuas.
Como
decíamos las sociedad (las ciudades) se componen por familias, las familias por
parientes y todos ellos tienen a la cabeza al padre mayor y más anciano, en
otras palabras se basan en un sistema patriarcal donde “las esposas dependen de
sus maridos, los hijos de sus padres y, para resumir de los más jóvenes de sus
mayores” (MORE 1984:135).
Si existe un exceso de integrantes en una familia (cada familia debe tener un
mínimo de diez integrantes y no más de dieciséis), se equipara con las otras
familias, y si hay un exceso en una ciudad se equipara con otras ciudades y si
aún así persiste el exceso, se envía a esas personas a habitar otras tierras
fueras de la isla.
Cada
ciudad está dividida en cuatro partes iguales o barrios y al centro de cada
barrio hay una plaza de mercado con toda clase de productos. Allí:
Son transportados a determinados
edificios los frutos del trabajo de cada familia y cada tipo de cosa se guarda
respectivamente en graneros y almacenes. Allí el padre o cabeza de cada familia
va a buscar todo lo que él y los suyos necesitan y se lo lleva sin dinero, sin
intercambio, sin fianza, prenda ni garantía. (MORE 1984:135)
En
Utopía no utilizan la moneda, pero sí la guardan para una posible eventualidad
(como por ejemplo las guerras[9]) que
puede darse como puede ser que nunca llegue a ocurrir. En este aspecto, nos
dice Magdalena Vexler que “los utopianos acumulan oro y plata en contradicción
con el principio de que estos metales carecen de valor económico” (2001: 74). Al
parecer hay un cierto rechazo a las relaciones de intercambio monetarias, pero
paradójicamente se termina aceptando su importancia en uso.
3.2.4. Moral y
educación
El
postulado de la moral en Utopía pasa por reconocer el vivir de acuerdo a la
naturaleza, donde yace la única y
principal felicidad humana. Todo esto se logra con una vida ordenada de acuerdo
con la naturaleza (la virtud) y la complacencia del placer, que la entienden
como “todo movimiento y estado del cuerpo y del espíritu en el cual el hombre
se encuentra deleite por la naturaleza” (MORE 1984:151). Hacen la distinción entre los que tergiversan el placer y los que en
verdad deleitan el placer. El falso placer no cree en las esencias
naturales espirituales, lo material tiene
importancia por la cual se funda esta idea de superioridad, vanidad y avaricia,
esto se puede ver
reflejado en el siguiente párrafo:
Pues si consideráis de utilidad
práctica los vestidos ¿Por qué ha de pensarse que la lana tejida con un hilo
más fino es mejor que la lana tejida con un hilo más basto?(sic) Sin embargo
ellos como si uno superara al otro por naturaleza y no en el error se pavonean
y creen que el valor de sus propias personas se ha incrementado en gran manera
con esto.(MORE 1984:152)
Por
otro lado, la deleitación del placer se puede distinguir en dos clases: la del
alma y la del cuerpo. La de alma es la contemplación de la verdad por medio de
la inteligencia, también se encuentran en ello los recuerdos placenteros del
pasado. El placer del cuerpo supone a la vez dos cosas: la primera es el
deleite obtenido por las percepciones de los sentidos y lo segundo sería en el
estado sano del cuerpo (una buena salud). Pero hay que recalcar el placer
fundamental pasa por el deleite espiritual, y este solo se logra por “la
adquisición de los principios morales a través de la educación”. Una educación
que es inculcada desde niños y tiene como base espiritual la religión.
La
religión[10]
en utopía refleja la necesidad de los críticos humanistas por establecer el
carácter universal de la iglesia frente al surgimiento de cismas o separaciones
de la iglesia madre, aunque hay que decir que su idea de tolerancia pasaba en
el respeto a las otras religiones, pero al final se aceptaba solo una, como la
verdadera y rectora de todos. Moro describe:
Hay diversas clases de religiones en
Utopía, no solo en las distintas partes de la isla sino también en los diversos
lugares de cada ciudad. Algunos adoran como Dios al sol, algunos a la luna, otros a algunos planetas. Pero[…]
creen que hay un cierto poder divino, desconocido, eterno,
incomprensible, inexplicable, muy por encima de la capacidad de la inteligencia
humana, extendido por todo el mundo no por tamaño sino en virtud y poder. Le
llaman padre de todos. A él solo atribuyen los principios, desarrollo,
progresos, cambios y fines de todas las cosas y no ofrecen honores divinos a
nadie más que a él. En verdad aunque todos los demás sean de diversas
opiniones, en este punto también coinciden en conjunto con los más sabios en
creer que hay un dios fundamental y principal creador y soberano a todo el
mundo[…](MORE 1984:181
-182)
El
Dios en Utopía tiene por nombre Mitra,
y nadie es castigado por creer en otros entes, salvo aquellos que son ateos.
Moro la vez hace hincapié en la necesidad de que
Utopía se vea reflejado en otras ciudades de la época o que pongan en práctica
el tipo de organización.
[…]forma y organización del estado es la mejor, y su propia religión la más
verdadera y perfecta, entonces ruega a Dios que le conceda una firmeza constante y que guíe al resto de
la humanidad hacia el mismo orden de vida y hacia la misma idea de Dios[…] (MORE 1984:194)
Algo
que no se ha mencionado es que se considera que Utopía desciende de los
griegos:
Pues
pienso que esta nación tuvo sus orígenes en los griegos puesto que su habla en
todos los restantes no es muy distinta del persa, muestra distintos signos y
muestras de lengua griega en los nombres de sus ciudades y de sus magistrados (MORE 1984:159)
De
lo mencionado se puede desglosar el carácter renacentista de la obra que toma
modelos clásicos. Así vemos como Utopía
se vuelve en un ideal a seguir, se convertirá en la brújula que necesitaba
Europa.
IV.
A modo de conclusión:
La Utopía descrita por Tomás Moro, a diferencia de la Utopía
de Platón, no se encuentra ininteligiblemente, es decir en el mundo de la ideas
y por la cual su realización no sería plena, por el contrario Moro parte de un
total convencimiento de que Utopía se
encuentra ubicada en un lugar de la esfera terrestre, esto refleja la
secularización del cielo de la Edad Media. Así mismo, la construcción de un
mundo terrenal, al cual se podría acceder en vida, representa indudablemente,
un giro radical respecto a épocas en las que sólo la muerte podía abrir las
puertas para habitar en una sociedad justa.
El
carácter Humanista cristiano se hace sentir en Utopía, en esta idea del bien
común y el respeto a la opinión de todos. En este sentido la idea de tolerancia
será importante, ya que se acepta las diversas creencias religiosas. Si bien es
cierto, en utopía se trata de plasmar una sociedad justa y equilibrada
(influencia clásica), esto no es del todo cierto. Utopía no es el paraíso terrenal, existen
leyes que no se pueden infringir, y si los habitantes las infringen están
condenados a la esclavitud (no es eterna felicidad de Agustín en la Ciudad de Dios).
Más que ser una sociedad totalmente armónica, es una aproximación un modelo “más justo”, “más equitativo”
tratando de negar la realidad de su tiempo.
Solo
para culminar tenemos que decir que las Utopías pueden ser objeto de interés
como aproximación a futuros, como proyectos, pero que no deben ser totalmente
cerrados (es decir modelos fijos e inevitables) sino de carácter abierto.
BIBLIOGRAFÍA
FERNANDEZ SANZ, Amable (1995)
“Utopía, progreso y revolución como categorías explicativas en la historia del
pensamiento” En: Annales del seminario de
historia y filosofía, n°12. Servicio de Publicaciones: UCM. p. 165 – 189.
HORKHEIMER, Max (1982)
“la Utopía” En: Historia, metafísica y
escepticismo. Madrid: Alianza Editorial. p. 83 – 99
ÍMAZ, Eugenio (1941)
Utopías
del Renacimiento. México: Fondo de Cultura Económica. p. 7 – 35
MORE, Thomas (1984)
Utopía.
MALLAFRE, Joaquim (Trad.) Barcelona:
Ediciones Orbis.200 pp.
SERVIER, Jean (1969)
Historia de la Utopía. España: Monte
Avila Editores. pp. 225 - 251
VEXLER TALLLEDO, Magdalena (2001)
“La concepción del ser humano y la sociedad en
Utopía”. En: Yachay, revista de
filosofía, n°5, año 7. p. 60 - 87
WERNER Plum (1975)
Utopías inglesas, modelos de cooperación
social y tecnológica. República Federal de Alemania: Hildesheimer Druck. p.
26 – 66,
[*]
FUENTE: http://manuelpereiraazogue.blogspot.com/2011/10/islas-carceles-y-utopias.html.
consulta: 15/08/2012, hora: 11:30 am.
[1] lo que para el pensamiento judeo - cristiano era la liberación de la miseria y limitaciones de la tierra, por un paraíso celeste, convertirá por convertirse para los humanistas cristianos, en liberación de miserias y necesidades humanas, en función de un paraíso intramundano (el sentido de liberación y superación y la fe en un progreso). Pero en el fondo, la estructura intelectual sobre la que se apoyaba este hecho era idéntica
[2] lo que para el pensamiento judeo - cristiano era
la liberación de la miseria y limitaciones de la tierra, por un paraíso
celeste, convertirá por convertirse para los humanistas cristianos, en
liberación de miserias y necesidades humanas, en función de un
paraíso intramundano (el sentido de liberación y superación y la fe en un
progreso). Pero en el fondo, la estructura intelectual sobre la que se apoyaba este hecho era
idéntica.
[3] “Utopía: no hay al lugar, traduce
Quevedo en el prólogo a la versión,
expurgada, que en 1627 hizo don Gerónimo Antonio de Medinilla y Porres de la
obra de Tomás Moro” (ÍMAZ 1941:7)
[4]
Werner Pum en su tres formas de
entender la utopía (entre la escatológica, una visión quiliástica que describe
una utopía que se inicia en este mundo y continúa más allá; la nostálgica, añoranza de restablecer un
estado originario, pero que no deja de ser idílico y; la proyectante) ubica a
la Utopía de Tomás Moro en la última menciona, aseverando que parte de bases
realistas para proyectarse al futuro. (WERNER 1975: 26 – 66.
[5] Se publicó en 1516 bajo el título De Optimo Reipublicae Statu
deque Nova Insula Utopia Libellus Vere Aureus (La mejor república y la nueva
isla de Utopía)
[6] Hay que aclarar que Rafael es un persona ficticio, ya que no existió,
en la novela era un portugués que ha viajado con Américo Vespucio al Nuevo
Mundo, y en dicho viaje a visitado muchos lugares totalmente distintos a los de
Europa, entre ellos Utopía, fue presentado por Peter Giles a Tomás Moro.
[7] Moro escribiéndole a Peter Giles dice: “no puedo decir por culpa de
quién, si de mí o de ti o de Rafael. Pues ninguno de nosotros nos acordamos de
preguntarle ni él decirnos en qué parte del Nuevo Mundo está situada Utopía”
(MORE 1984:71)
[8] Otra afirmación de Moro podría avalar esta propuesta: “[…]pero ciertamente creo esto: que sean como fueren esos decretos, no hay
en ningún lugar en el mundo ni un pueblo más excelente ni una república más
floreciente” (MORE 1984: 158)
[9] “Para este único
propósito conservan en el país todo el tesoro que tienen: para que les ayude y
socorra en caso de riesgo extremo o de peligro repentino. Pero especialmente y
sobre todo para alquilar con él, y esto por unos salarios desmesuradamente
grandes, a soldados extranjeros. Pues prefieren poner a extraños en peligro que
sus compatriotas, sabiendo que con dinero suficiente pueden comprar o vender
muchas veces a sus mismos enemigos o bien hacer que anden a la greña entre ellos
mismos por medio de la traición.” (MORE
1984:142)
[10]
Un característica del orden institucional religioso, es que no solo hay
sacerdotes varones, sino también sacerdotisas ( pocas son las elegidas, entre
las viudas y las mayores de edad)
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