Angela Teresa
Quispe Huertas
UNMSM
ann.gela92@gmail.com
INTRODUCCIÓN
Luego
de la aparición de la Virgen Santa María en el cerro de Tepeyac al indio Juan
Diego, comenzó cierto culto en los sectores populares en Nueva España hacia
esta advocación mariana. Luego de que ciertos intelectuales escribieran sobre
esta veneración, la élite mexicana comenzó a sumarse a este culto,
convirtiéndose poco a poco en un culto popular y nacional.
Fue
entonces que la imagen de esta Virgen se convirtió en un emblema de patriotismo
criollo, siendo la bandera de las insurrecciones independentistas, afirmando su
carácter de madre y patrona de la naciente nación mexicana.
De
esta manera, lo que el presente trabajo quiere mostrar es el culto a la Virgen
de Guadalupe, desde su aparición en 1531, hasta los primeros gritos de
independencia; así como este culto ha ido construyéndose hasta llegar a ser un
símbolo de unidad nacional.
ANTECEDENTES: EVANGELIZACIÓN EN
NUEVA ESPAÑA
Sobre la llegada de los
franciscanos a Nueva España
En
1523 arribaron a México los primeros frailes franciscanos flamencos: Johan
Dekkers, Johan van der Auwera y Pedro de Gante. Luego de un año, en 1524,
llegaron un segundo contingente de frailes, 12 franciscanos españoles a la
cabeza de Martín Valencia. Estos venían con la tradición de Joaquín de Fiore, personaje
que en el siglo XIII predijo sobre el advenimiento del reino del Espíritu Santo.
Al llegar los frailes, fundaron dos parroquias, una para los españoles y la
otra para los indígenas, esta última llamada San José de los Naturales. Al año
siguiente, los franciscanos entraron en conflicto de jurisdicción con el
cabildo de México. Durante este contexto, resaltó Toribio de Benavente, fraile franciscano
más conocido como Motolinía, que
significaba “el pobre” en náhuatl.
A
partir de 1525, a la cabeza de Pedro de Gante, Motolinia y fray Martín
Valencia, los franciscanos realizaron incursiones hacia el valles de México.
Esto con el fin de evangelizar, pero sobretodo, para destruir los ídolos de los
indígenas.
El
aprendizaje de las lenguas indígenas fue un elemento importante dentro de la
evangelización. Durante un buen tiempo, desde el inicio de la evangelización,
el medio para comunicarse con los indígenas fueron las lenguas nativas, es
decir, los frailes aprendieron el náhuatl, tarasco, mixteca o maya para
predicar.
Así
como la evangelización fue por la palabra, también fue impartida a través de
las imágenes y la música. Estos métodos fueron utilizados por las distintas
órdenes religiosas para la evangelización. Nosotros hemos podido identificar
tres formas relevantes de evangelización durante el periodo de 1523 a 1531: La
Evangelización infantil, el control de los cuerpos y el culto a la Virgen de
Guadalupe.
Evangelización infantil
Uno
de los métodos de evangelización que emprendieron los franciscanos fue
arrebatar a los niños indígenas de sus padres, educándolos en monasterios y
luego estos volvían a sus familias para evangelizarlos, en muchos casos se
volvían una suerte de espías en sus familias (BERNARD & GRUZINSKI 1996:
338). De esta forma, la evangelización de los niños fue clave, ya que la
educación en ellos sería mucho más duradera que en una persona mayor; además
que darían el ejemplo a sus padres y a los ancianos enseñándoles la “verdad” y
alejándolos de los “vicios”. Influenciados por las prédicas de Savonarola y la
implantación de una nueva república, utilizaron a los niños y a su pureza para
lograr su cometido. Se dan entonces los bautismos en masa.
En
esta evangelización, a los niños se les enseñaba a escribir, cantar, decir las
horas cantadas y oficiar las misas (BERNARD & GRUZINSKI 1996: 342). Se les
inculcaba nuevos valores.
Con
el patrocinio del obispo Juan de Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza, se
impulsó la creación del colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, fundado por los
franciscanos en 1536. Este fue un colegio para hijos de indígenas nobles.
Control de los cuerpos
(familia y confesión)
Familia: control del cuerpo social
Dentro
de las reformas que los frailes se propusieron realizar en la vida indígenas,
fue la unión matrimonial. Siendo antes la sociedad indígena polígama, para
cambiar esto se tenía que introducir a la familia cristiana monógama. Este
cambio en las relaciones matrimoniales trajo consigo grandes cambios sociales:
las esposas secundarias pasaron a ser las concubinas, quiénes eran mal vistas;
los hijos fuera del matrimonio se convirtieron en bastardos, desheredados
(BERNARD & GRUZINSKI 1996: 346).
Creemos
que esta forma de evangelización pretende realizar el control del cuerpo social
(PORTER 1996), transformándolo, de un cuerpo social polígamo a un cuerpo social
monógamo cristiano, suprimiendo los valores de la sociedad Mexica y adoptando
los valores cristianos. De esta forma, se ejerce un control del cuerpo social a
través de la familia. También, a través de esta, se controla la sexualidad.
Confesión: control del cuerpo
individual
Por
otro lado, la confesión a los indios se empezó a realizar en el año 1526. La
confesión de aquella época, a diferencia de la actual, era más directa. Los
penitentes indicaban el número de sus faltas cometidas, los que saben escribir
lo traen escritos, los que no; dibujado. Por instigación del confesor “y en las
perturbaciones del indio surgió este espacio de la carne y del placer que en
adelante los frailes pretendían administrar” (BERNARD & GRUZINSKI 1996:
347). Esto generó de alguna manera el individualismo que trasmitieron las
nociones de responsabilidad personal, ya que empezará a examinar sus acciones a
través de los valores cristianos.
Esta
también es una forma de control del cuerpo, pero individual (PORTER 1996). Al
ser la confesión una institución más directa, los frailes cumplen el papel de
inquisidores en la confesión, obligando a los indígenas a comportarse en la
medida de las reglas cristianas. Esta es una forma de ejercer un control
indirecto sobre del cuerpo individual de las personas, ya que la confesión
desencadenará una responsabilidad individual con respecto al comportamiento,
reprimiendo ciertos deseos carnales.
Virgen de Guadalupe
La
apropiación de santos e imágenes por diferentes localidades se entiende como la
sacralización del espacio; y esta es acompañada por la sacralización del tiempo
con la celebración de los rituales, convertidos en días festivos, en las cuales
se realizan manifestaciones masivas de devoción (ELLIOT 2009: 298). La Virgen
de Guadalupe, luego de su aparición al indígena Juan Diego en 1531, es la
imagen que produjo y produce hasta ahora una devoción masiva entre los fieles
mexicanos.
Entonces,
la aparición de la Virgen de Guadalupe es importante examinarla en su contexto
y además, observar el papel que esta cumplió a lo largo de la historia mexicana.
APARICIÓN
El
sábado 9 de diciembre de 1531, mientras pasaba por el cerro de Tepeyac, un
indio llamado Juan Diego oyó una dulce
música mientras caminaba hacia la iglesia franciscana de Tlatelolco. Luego
de esto, vio a una dama joven, envuelta
en una luz radiante, quien le dijo que era la Virgen María, Madre del único
Dios verdadero, y que deseaba que en su honor se construyera una capilla en el
Tepeyac (BRADING 1991:375), esto para que se pudiera mostrar como la
protectora de todos los fieles que acudiesen a buscarla. También mandó al indio
Juan Diego a que hablase con el obispo de Nueva España, Zumárraga, para que
pueda obtener una licencia para la construcción de su capilla. Cuando fue a
buscarlo, no pudo lograr su cometido porque no lo dejaron pasar.
Al
siguiente día, fue nuevamente al cerro de Tepeyac y también vio a la Virgen, y
después de esto, intentó nuevamente hablar con el Obispo Zumárraga, fracasando.
Una tercera vez se le apareció la Virgen y también acudió donde el Obispo,
quien lo rechazó pidiéndole pruebas de que la aparición era en verdad la Virgen
María y no el demonio.
Ya
vencido por la constante negación del Obispo, el indio Juan diego iba a
Tlatelolco a buscar a un sacerdote para su tío Juan Bernardino, quién estaba
muy grave a causa de la peste. En su camino, se le apareció la Virgen y le
ordenó que subiese al cerro de Tepeyac y cortase unas flores, y se las llevase
al obispo Zumárraga. Algo curioso es que, pese a que por esas fechas era
invierno, el cerro estaba totalmente cubierto de flores. Al llegar al lugar,
cortó unas flores y las recogió en su sayal, que era un pedazo de tela de fibra
de cacto. Luego de esto, al visitar a Zumárraga, este dejó caer de su sayal las
flores e inmediatamente en el sayal se vio estampada la imagen de la Virgen,
por lo que el obispo Zumárraga cayó de rodillas (BRADING 1991:375). Inmediatamente el obispo mandó a colocar la
imagen en la catedral mientras esperaban la construcción de una capilla en el
cerro de Tepeyac.
Cuando
finalmente es trasladada la imagen a la capilla de Tepeyac, fue venerada y
milagrosa, lo que confirmó su carácter divino.
Es
importante mencionar que la Virgen también se le apareció a Juan Bernardino,
tío del indio Juan Diego, a quien curó de la peste. A este, la Virgen le revela
que su imagen sería llamada Santa María, Virgen de Guadalupe (BRADING
1991:375).
De
esta forma comienza la mítica historia acerca de la aparición de la virgen
criolla al indio Juan Diego, y que más tarde se convirtió en uno de los cultos
más importantes a una advocación mariana en todo el mundo, especialmente en
Latinoamérica.
Es
importante observar el papel que cumple la Virgen durante esta época. Si bien
para 1530 la evangelización ya había rendido algunos frutos, esta no había
alcanzado aún a toda la población indígena en la Nueva España, pese a la
destrucción de templos e imágenes por parte de los curas franciscanos. Es importante traer a colación este detalle,
puesto que antes de la llegada de los españoles a territorio mexicano, en el
cerro de Tepeyac existió un santuario dedicado a la diosa madre del panteón
mexicano, Toci o Teotenantzin. Lo que nos lleva a pensar que efectivamente, el
culto a los dioses aztecas aún fueron insistentes, pese a la destrucción masiva
de su ídolos, y pese a la evangelización. Esto motivo a que los curas pusieran
en práctica ciertas estrategias para que los indígenas pudieran adoptar el
cristianismo como religión. Entre estas estaba educarlos a través de la música
y las imágenes, ya fueran estas frescos, pinturas, retablos, esculturas,
teatro, etc. Esto significó una masificación del cristianismo al ser una vía
más sencilla y didáctica de evangelización. (GRUZINSKI 1991:188)
Por
otro lado, desde la propuesta de Tzvetan Todorov, el plano praxiológico dentro
de las relaciones de alteridad (2007), podemos apreciar que existe una actitud
de acercamiento frente al otro por parte de los curas evangelizadores, un
acercamiento con un interés claro, asimilar a los indígenas hacia la religión
cristiana para la salvación de sus almas. Particularmente, desde el plano
axiológico, existen de ambas partes, hay curas que los consideran como
indígenas buenos y dóciles, pertenecientes a la corriente del buen salvaje y de
la escuela de Bartolomé de las Casas; mientras que otros los consideran brutos
y salvajes, pertenecientes a la escuela de Sepúlveda. Tomando en cuenta estas
dos valoraciones, podemos analizar que desde los ejes de alteridad, existe una
relación de superioridad/inferioridad entre los curas evangelizadores y los
indígenas, ya que estos últimos son vistos de manera paternalista.
Ahora,
uniendo los dos análisis anteriores, nos atrevemos a decir que la aparición de
la Virgen en el cerro de Tepeyac, donde anteriormente estuvo el santuario de la
diosa madre azteca Toci, no fue mera coincidencia. Creemos que esta tuvo una
intención clara, empezar a reemplazar los cultos aztecas por los cristianos
pero a través de un simil, reemplazar a la diosa madre azteca por la Virgen,
madre de Jesús, dios hijo. Además de esto, la Virgen no era la virgen europea
de influencia griega, sino era una virgen mestiza. Además de asimilar este
culto por parte de los indígenas, los mestizos también podían identificarse con
la virgen. De este modo, se da una territorialización de lo invisible cristiano
en este culto (GRUZINSKI 1991:195).
Por
otro lado, existen ciertas críticas por parte de la Iglesia por el culto
indígena de esta virgen, puesto que muchos indios llevaban aún ofrendas que
antes le ofrecían a la diosa Toci, por lo que dudaban de que en verdad
existiera un culto a la Virgen o en tal caso, fuera un pretexto para seguir
venerando a sus ídolos.
Pese
a todo, había opiniones divididas en la Iglesia mexicana. Sin embargo, no nos
atrevemos a descartar, pese a que no contamos con la bibliografía suficiente
para asegurarla, la idea de que la devoción a esta Virgen mestiza, a través de
la pintura, fue propuesta e iniciada desde los curas evangelizadores. Es decir,
una conquista y colonización de lo imaginario indígena (GRUZINSKI 1991:196).
MASIFICACIÓN DE LA DEVOCIÓN
Brading
menciona que para 1648, la élite mexicana se sobresaltó al enterarse que la imagen de la Virgen María mestiza
venerada en la capilla de Guadalupe en el cerro de Tepeyac, tenía un origen
divino y milagroso (1991:375). Esto nos puede dar luces sobre qué sectores
sociales comenzaron con la devoción de la imagen. Esta sorpresiva noticia para
la élite mexicana se dio luego de la publicación Imagen de la Virgen María, Madre de Dios de Guadalupe, Milagrosamente
aparecida en la ciudad de México (1648) por Miguel Sánchez, cura secular.
Este libro fue pionero en esta clase de literatura sobre la Virgen, inaugurando
una nueva época religiosa en la Nueva España. Generalmente, los sermones,
poemas, y tratados luego del de Miguel Sánchez fueron elaborados por la élite
mexicana, del cabildo de la catedral y de la universidad (BRADING 1991:377).
Carlos
de Sigüenza y Góngora, famoso intelectual mexicano, compuso un poema titutlado Primavera Indiana (1662); Luis Becerra Tanco,
profesor de matemáticas y astrología, publicó un relato de apariciones de la
Virgen en castellano y náhuatl titulado Felicidad
de México (1666-1675), que trató de darle una base histórica al mito de la
Virgen; el historiador de los jesuitas Francisco de Florencia , publica La Estrella del norte de México (1688),
el cual nos informa sobre la masificación del culto en México, ya que la imagen
de la Virgen se convirtió en un elemento importante dentro de la religiosidad,
por lo cual cada hogar tenía por lo menos una imagen de la Virgen (BRADING
1991:378). Más tarde, Sigüenza y Góngora publicó una segunda obra sobre la
Virgen, Glorias de Querétaro (1680),
en donde por primera vez llegaba una imagen de la Virgen esta ciudad, al igual
que en San Luis Potosí, Oaxaca, Tlaxcala, Chihuahua y zacatecas.
Para
los años 1695-1709, se construyó una nueva Iglesia en el cerro de Tepeyac
(BRADING 1991:379), la cual era tan grande como las catedrales de las ciudades
principales. Fue finalmente trasladada ahí para su culto.
Ya
para el siglo XVIII se establecieron Santuarios en las ciudades principales de
México. Para 1737 la imagen fue llevaba con gran tumulto desde su Iglesia hacia
la catedral de México y proclamada por el cabildo de la ciudad de México, así
como también lo hicieron Puebla, Guadalajara y San Luis Potosí. (BRADING
1991:380). Más tarde, en 1746 fue aclamada como patrona universal, ratificado
por la Santa Sede en 1754.
Volviendo
nuevamente a Miguel Sánchez, en su obra propone que la imagen de la Virgen está
relacionada con la mujer que aparece en el capítulo XII del Apocalipsis. Es por
esto que el autor mencionado plantea que esta Virgen es la más grande imagen de
María que hubiese en toda la cristiandad (BRADING 1991:389). Además de esta visión religiosa y bíblica de
la imagen, Sánchez la relaciona con un patriotismo insistente, que poco a poco la va tomando como bandera de su
nación.
De
esta manera, a partir de la obra de un intelectual, el culto mariano indígena y
mestizo va ir alcanzando una dimensión mucho más extensa, convirtiéndose más
tarde en uno de los motivos que llevaron a emprender el primer grito de la
libertad de la nación mexicana.
EMBLEMA NACIONAL Y PATRIOTISMO
CRIOLLO
En
el contexto de las guerras por la independencia en América Española, la Iglesia
tomó desde el inicio una postura frente a esta, manteniéndose firme a lado del poder colonial en su negativa a acceder a las exigencias de los rebeldes (LYNCH
2001:173). Pese a esto, la postura de la Iglesia no fue totalmente homogénea,
sino que este discurso provenía principalmente de las más altas esferas de
poder de esta institución, que por lo general eran españoles. En cambio, los
clérigos criollos quienes siempre se quejaron de la injusta distribución de los
puestos en la Iglesia, no compartieron esta postura. Esto significó que existió
una rivalidad entre los curas españoles y los curas mexicanos. Al igual que
esta, el clero inferior compartía este mismo descontento, más aún por la
desigualdad con respecto a la entrada económica.
Dentro de estos movimientos por la independencia,
hubo ideologías que las guiaron. La primera de ellas fue la escolástica. Uno de
los principales representantes fue el jesuita Francisco Suárez, quien planteó
que el poder es conferido por Dios con el consentimiento del pueblo por medio
del contrato social (LYNCH 2001:180). Luego fue la Ilustración, que planteó la
modernización del sistema. Utilizó y legitimó la revolución. Finalmente el
Nacionalismo criollo, la ideología que de una manera más efectiva activó las
revoluciones latinoamericanas (LYNCH 2001:183). Sugirió la libertad e igualdad,
lo cual incentivó a un sentimiento de identidad, a tener una conciencia criolla
sobre su origen, en este caso mexicano, a construirse una identidad nacional.
Entonces,
en México los detonantes de esta revolución independentista fueron la búsqueda
de una identidad propia, el recuerdo del pasado indio, el resentimiento frente
a los privilegios para los españoles y el culto a la Virgen de Guadalupe.
(LYNCH 2001:184). Estos factores animaron a la naciente nación mexicana a una
afirmación de la igualdad racial gracias a una identidad nacional mexicana.
El
primer grito de independencia en México se dio en 1810, conformado principalmente por curas y
encabezado por el sacerdote Miguel Hidalgo; más tarde, otro movimiento
encabezado por el también religioso José María Morelos. Ambos fueron parte de
la primera fase de insurrección que se dio entre 1810-1819. Ambos personajes
pertenecieron al clero menor, y dirigieron a la población india y mestiza
(LYNCH 1991:190).
Creemos
importante observar la posición de los curas y las posturas de estos, puesto
que la Iglesia mueve una gran masa de gente. Quienes tuvieron más empatía y por
lo tanto tuvieron un significativo papel a la hora de mover a los fieles fueron
los curas criollos. Esto es importante porque la imagen de la Virgen de
Guadalupe fue la bandera de la revolución, aclamándola como madre y patrona
(BRADING 1991: 394). Esta unió a la nación mexicana a pelear por su libertad.
De
esta forma, la Virgen termina de convertirse en una significación patriótica,
entrelazándose el fervor religioso y el entusiasmo patriótico (BRADING 1991:
394). La religiosidad popular se convirtió entonces, en una señal de unión
entre el estado y la nación (LYNCH 2001:308).
CONCLUSIONES
Ya
desde un inicio, el culto a la Virgen de Guadalupe tuvo un carácter milagroso y
divino, debido a la forma en cómo apareció la imagen. Fue siendo venerada la
imagen primero por las capas populares, quienes se sintieron de alguna forma
identificada con la Virgen mestiza.
Más
tarde, este culto fue agradándose con las élites mexicanas, quienes
influenciadas por la literatura producida por grandes intelectuales en honor a
la Virgen; además de añadir las primeras intenciones de construcción de una
imagen nacional representada en la Virgen, como patrona y emblema nacional.
Finalmente,
en las revoluciones por la independencia, se convirtió en el símbolo de
libertad de los mexicanos, quienes gracias a esta imagen de patriotismo
criollo, construyeron una identidad nacional que bregaba por una igualdad
racial.