Por Angela Quispe Huertas
Estudiante de Historia de tercer año - UNMSM
Estudiante de Historia de tercer año - UNMSM
"Existe la idea, muy difundida entre las gentes que se dicen cultas, de que la literatura es un escape, un derivativo, un sustituto amable de la vida, cuando en realidad en un reflejo total de la vida del hombre y de la vida de todos los hombres"
Jorge Puccinelli
“Tú
que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy
escribiendo”
Alejandra
Pizarnik
La
década del 80 comienza en 1978.
Los
partidos de izquierda luego de varios proyectos políticos decidieron finalmente
optar por la vía democrática. Decidieron participar en las elecciones para la Asamblea
Constituyente de 1978, logrando alcanzar un tercio de representatividad en el
resultado total.
El
Perú, Luego, de 12 años de gobierno militar, regresaba a la democracia
representativa, con las elecciones presidenciales de 1980. La Izquierda peruana,
nuevamente, decidió participar, afirmando su adhesión a la vía democrática,
pero no necesariamente, adhiriéndose al sistema. Ellos planteaban entrar al
sistema y denunciar la corruptela que reinaba dentro de esta, ya que pensaban
que las fuerzas del orden no les permitirían ganar. Algunos partidos que
decidieron no seguir la corriente en las elecciones de la Asamblea
Constituyente, como el partido maoísta Patria Roja, decidieron participar en
estas elecciones. Aunque luego de un intento de unión entre partidos de
izquierda ARI (PRT, UDP, VR, PR), no duraron mucho tiempo, debido a las
discrepancias entre partidos (GONZALES, 2001:33 ). Y como ellos lo intuyeron,
no ganaron.
Paralelamente,
en el distrito de Chuschi, provincia de Cangallo, en la región Ayacucho, un
días antes de las elecciones presidenciales, 5 sujetos armados y encapuchados
irrumpieron en el local donde se guardaban las ánforas y los padrones para el
proceso electoral. Luego de quemarlas, con el firme propósito de impedir las
elecciones, huyeron. Luego del triunfo de
Fernando Belaúnde Terry, era probable que esta noticia no resonara tanto
en la prensa peruana, y menos siendo un suceso tan poco significativo comparado
a la elecciones presidenciales.
Se
dieron también, pequeños acontecimientos en distintos lugares del Perú, como
petardeos en Cerro de Pasco y en la municipalidad de San Martín de Porres, en
Lima. (CVR 2003, 33). Nadie se imaginaba del inminente ascenso de poder que
ganaría Sendero Luminoso durante esta década. Estos actos simbólicos, fueron el
inicio de un tiempo lleno de violencia, miedo, injusticia y muerte. Paralelamente,
este fue el escenario en la cual la generación del ochenta vivió y produjo arte
y cultura. Y contracultura también. Lo
que posteriormente se llamó movimiento subterráneo.
La poesía de los ochenta bajo el contexto de
los turbulentos años ochenta, específicamente sobre el CAI. Y especifico, ya
que no solo el CAI se desarrolla en estos años 80, sino están otras cuestiones
sociales como los pueblos jóvenes (Pastor
de Perros de Domingo de Ramos) o sobre el rock y el lenguaje callejero (Symbol de Roger Santiváñez).
La
poesía de estos años se caracteriza por una poesía más coloquial, que rompe de
alguna manera con la poética, junto al cambio en el lenguaje que se da ya por
los años 60, con Rodolfo Hinostroza, Antonio Cisneros, Luis Hernández y Manuel
Morales (Mazzotti, 2002), cuando su lenguaje lírico se vuelve coloquial. Ya en
los setenta, la poesía horazeriana que es de tipo conversacional, rompe con la
tradición poética anterior; aunque Verástegui mezcla la poesía conversacional
con la que escribe Cisneros o Hinostroza, la poesía cumbre del 60. Los más
experimentales son Pimentel y más aún Ramírez Ruiz.
Es
importante tener en claro los precedentes para poder observar bien la poesía de
los ochenta. Tanto la poesía del setenta como la poesía del ochenta rompen con
la poesía culta, pero la primera lo hace con un sentido diferente, desligándose
de la poesía precedente; a diferencia de la segunda, que rompe con la sociedad
pero teniendo en cuenta de alguna manera a la poesía de los sesenta, con nuevas
características, introduciendo un lenguaje callejero y onomatopéyico. Es por
esto que estas generaciones, 70 y 80, no se relacionan, ni por la forma de
hacer poesía, de forma institucional o grupal (Mazzotti, 2002). Es una poesía
que está comprometida con los asuntos de la vida política, y esta es justamente
es una característica que tiene especialmente esta generación a diferencia de
la anterior. Esta nueva poesía, es el intento de incluir una voz nueva, la voz
de un nuevo sujeto, producto de la migración: el sujeto popular (Mazzotti,
2002).
Analizaré solamente un poema de José Antonio Mazzoti
(Lima, 1961).
Poema
19
de junio/ La muerte en los penales, 1986
Forget
not…
Milton
Fueron cuatro corolas incendiándose antes
de que tocara la hora.
La mañana anterior la noticia
se había levantado bostezando, arregló fugazmente la
cama, hizo tres gárgaras
y con suave desgarbo entró sorpresiva en los oídos,
como el bicho instalado
para siempre en el
huerto
del blanco cementerio de pelícanos.
(Antes
de la hora, antes de la hora. Ni siquiera pudieron esperar).
Todos vimos el cerro quemándose en la niebla, tú
nunca supiste lo que fue esa madrugada
y las horas siguientes,
cuando cientos de rostros simulando alegría se lanzaron
celebrando los sucesos
y jurando para siempre haber terminado la guerra,
una guerra “que nunca
empezamos”.
(Un
solo corazón se desangraba debajo de la tierra; lejos desde el Sur llegaban sus
raíces
carcomiendo
viento.
Desde
entonces los sueños se han vuelto ladrillos y fierro,
la
música monótona de un chorro
cayendo
por el acantilado).
Hasta el fondo de la cordillera se esparcía el eco,
los pájaros huían y tú
nunca llegaste, sólo
un grito perpetuo desquiciando
mis manos, un trotar de caballos
Convirtiendo en arena mis huesos y piel. Después
un enorme silencio que rompió la mañana, y el mar se
fue calmando.
(Cómo
pesa en el cerebro ese ladrillo.
Julián, Félix, Jacinto, cómo pesan.
Vimos
correr
los camiones con desmonte. Por las piedras
sus
dedos se asomaban, despidiéndose).
El frío y el sueño, hermanados; la luna y el miedo,
conviviendo.
Y cuando el sol cayó puntual sobre el océano, la
sombra
se introdujo en
nuestras almas, con una idea fija.
Entonces se produjo lo temido. Antes, antes todavía
de la hora, mucho antes de que el mundo se durmiera
empezaron a sonar los cañonazos, cuatro veces
primero; después hasta el borde del día,
como olas,
sin dejar un solo rasgo
de los nombres dibujados en la playa.
El islote fue entonces desierto, y la entrada
apestosa de Cumas
se abrió como un hocico en el peñón.
Del otro extremo hubo historias semejantes, y los
prisioneros
fueron puesto en fila y rematados, como hojas de un
árbol furioso
salido de pronto debajo de la tierra.
Los vecinos oyeron lejanos cantos, y un martillo
perpetuo desquiciando
mis manos, rebotando en las montañas, descendiendo
al río turbulento que se esparce desde el Sur.
“La guerra es la guerra”, se explicaban. Otros,
cautelosos,
apuntaban con la uña
herida.
(Un
solo corazón se revolvía hinchado, un solo viento
dejaba
pasar entre sus huecos un ruido contante, un ruido
que
adquiría contornos y sabor, se arrastraba y coloreaba
por
la médula, flotando,
eternamente,
entre los sueños).
¡Cadáveres, cadáveres, cadáveres, peldaños
de brazos y piernas, de cinturas y ojos reventados!
Los tambores cortando los vidrios, y en el aire
un silencio complicado y torpe. Demasiado para una
mañana
húmeda y tibia de invierno.
(Tú
nunca llegaste
o
quizá no supiste llegar.
Desde
el fondo de un río hablan por ti Jacinto y Félix, van gimiendo
cada
vez que me raspo con la arena, cuando miro
mis
huesos cubiertos de hongos, mi piel inflándose en el sol,
en
medio de alas y picos
regados
desde abajo y en silencio).
(De Castillo de Popa)
Análisis
Este
poema hace alusión a la matanza en los penales de Lima como San Pedro
(Lurigancho), San Juan Bautista (El Frontón) y Santa Bárbara (Chorrillos) que
se dieron el 18 y 19 de junio de 1986. Las corolas hacen alusión a los
pabellones en los cuáles se dieron los motines y la batalla que se dio entre
los prisioneros y las Fuerzas Armadas; además de las muertes innecesarias “antes/ de que tocara la hora”. Luego,
expone como es que se tomó y transmitió esta noticia en los medios de
comunicación, como si no fuera importante o fuera algo cotidiano. “(Antes de la hora, antes de la hora. Ni
siquiera pudieron esperar)”, nuevamente hace alusión sobre la temprana,
injusta e innecesaria muerte de los reclusos. “Todos vimos el cerro quemándose en la niebla, tú nunca supiste lo que
fue esa madrugada”. El verso hace referencia a la información que se dio
durante el 19 de junio en la noche, en la cual todos sabían que hubo un
amotinamiento en los penales, hubo enfrentamiento entre los reclusos y las
Fuerzas Armadas, hubo muertes, pero nadie sabía que esas muertes fueron
producto del las matanzas extrajudiciales que cometieron las Fuerzas Armadas.
Esta noticia recién la dio el presidente Alan García el 21 de junio debido a
las denuncias que hicieron distintos grupos políticos, familiares e
intelectuales[1].
“y las horas siguientes, cuando cientos de rostros simulando alegría se
lanzaron celebrando los sucesos y jurando para siempre haber terminado la
guerra, una guerra “que nunca empezamos”” hace alusión al motivo de las
muertes extrajudiciales. El motivo fue, según las CVR (CVR 2003) la de asesinar
a los máximos dirigentes de Sendero Luminoso que controlaban los pabellones en
los cuales estaban todos los presos condenados por terrorismo, para disminuir
la fuertísima influencia que estos tenían en los penales. Estos líderes
llegaron a tener mucho poder, incluso podían hacer intercambios de personas (el
preso se iba y a cambio, entraba otro de fuera) o modificar sus espacios
carcelarios (que se vio claramente en el pabellón Azul de El Frontón, ya que
habían hecho túneles y habían modificado el espacio con material noble, piedras
y fierros). Uno de los más importantes cabecillas era Antonio Díaz Martínez que
se encontraba en el penal de El Frontón, y uno de los tantos que estaban en la
mira. Luego, menciona en el poema tres nombres, uno de ellos es en alusión al pintor
Félix Revolledo Herrera, preso por terrorismo en el Penal de Lurigancho.
Inmediatamente después, hace alusión al "combate" propiamente dicho
entre los reclusos y las Fuerzas Armadas, ya que debido a que la Comisión de
Paz que fue a dialogar con los amotinados no logró nada, El Presidente y el
Consejo de Ministros aprobó que las Fuerzas Armadas Intervinieran en el
desamotinamiento en los penales: El Ejército (Lurigancho), La Marina (El
Frontón) y La Fuerza Aérea (Santa Bárbara). Debido a que estos no tenían
experiencia en este tipo de actos, además de que no hubo un plan de acción, se
cometieron excesos. Todos los del Pabellón Industrial en Lurigancho fueron
asesinados y en El Frontón solo quedaron algunos sobrevivientes del Pabellón
Azul. Es justamente estos versos “Del
otro extremo hubo historias semejantes, y los prisioneros/ fueron puesto en
fila y rematados, como hojas de un árbol furioso/ salido de pronto debajo de la
tierra” que hacen referencia a los muertos en Lurigancho en un pampón cerca
al Pabellón Industrial y al asesinato selectivo en el sector de la playa en El
Frontón.
Es claramente perceptible la posición política que
asume Mazzotti al escribir este poema. Además del sutil tinte de denuncia
frente a aquellos que celebran esa guerra que nunca comenzó. Además de utilizar
un lenguaje narrativo, Mazzotti también introduce, a través de las cursivas, al
yo poético, que manifiesta la preocupación y la tristeza de los muertos, que
tempranamente murieron, que nunca volvieron y que no se llegaron a salvar.
Conclusiones
Los
poetas del ochenta no podían ser ajenos a los hechos sociales, porque adoptaron
una posición política que los obligaba a manifestarse, ya que la poesía que
escriben es una poesía contestataria, que está contra la sociedad. Toman a los
grupos subalternos (mujeres, presos,
campesinos) como sujetos principales de su producción poética, que son también
los sujetos subalternizados de la época. Es posible entonces la construcción de
un discurso a partir de la poesía, con una denuncia sugerente sobre la
incomprensión que existe de la guerra, y las medidas genocidas por parte del
gobierno y en algunos casos, del PCP-Sendero Luminoso.
La
poesía no está ajena a los hechos. Cada individuo muestra su preocupación de la
realidad de distinta manera. Tratando de expresar el contexto desde su
subjetividad, desde su percepción como un actor de ese cambio. Los contantes
acontecimiento de zozobra (toques de queda, coche bomba, aniquilamientos
selectivos, secuestros, desapariciones) sensibilizaron a los poetas, porque
para ellos esto afectaba la esencia vital del hombre, lo que produjo un rotundo
rechazo hacia la violencia.
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el Perú: globalización y poesía de los 80 en los “tres tristes tigres” de la
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Varios
(1987) La última cena. Lima:
ASALTOALCIELO/editores
[1]
Pronunciamiento de Izquierda Unida frente a la matanza de los penales, y el
pedido de que el Presidente de la República aclare el asunto. De igual manera
los profesores de Ciencias Sociales de la Universidad Católica ponen de
manifiesto la misma preocupación, alegando que esa clase de acontecimientos no
es motivo para que se cometan actos de lesa humanidad, y que además estos se
mantengan ocultos. Sacado de Diario La República, Sábado 21 de junio de 1986.
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quienes el autor de la poesia?
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