Por Virgilio Freddy Cabanillas Delgadillo
Con descaro, el Estado peruano ha inscrito a nuestro país en el Libro de
Oro de la Organización Mundial del Turismo. Aquí algunas ideas de lo que pueden
visitar los viajeros en nuestro país:
Cusco:
Vea las magníficas paredes
incas con piedras labradas a la perfección. Pero no pase por la calle Loreto.
El año 2010 con motivo de las obras del centro comercial Yma Sumac, unas
bestias desmontaron un muro inca y lo volvieron a armar, pero no pudieron
encajar las piedras con la perfección de los arquitectos antiguos. Se trata del
más terrible atentado contra el Patrimonio Monumental, perpetrado a vista y
paciencia de todos. Porque en el Cusco nadie vio nada, nadie dijo nada. Ni las
autoridades, ni los intelectuales, ni el pueblo. Sólo se dieron cuenta cuando
el daño estaba realizado. Se armó un escándalo pero demasiado tarde. ¿Saben
cuántos presos hay por este atentado contra la cultura? Ya imaginan la
respuesta.
En vez de invitar a
turistas, los cusqueños deberían hacer un llamado en busca de ayuda
internacional para ver si se puede reparar en algo el daño cometido. Ya
descuidaron el Intihuatana de Machu Picchu pero no aprenden.
Viva una experiencia
ecológica en los ríos contaminados con mercurio gracias a la labor esforzada de los buscadores de
oro. Bosques destruidos, aguas envenenadas, nativos afectados y problemas
sociales como la prostitución infantil y el alcoholismo son los logros de estos
señores, mineros informales que no pagan impuestos. Y el Estado, que se hizo de
la vista gorda durante décadas, ahora les da más tiempo para que se “formalicen”.
En una ciudad que es
Patrimonio Cultural del Mundo puede conocer bellos conjuntos monumentales como
la Alameda de los Descalzos, el cementerio Presbítero Maestro, la Plaza Dos de
Mayo y la Plaza Bolognesi. En todos los casos las esculturas de alto valor
estético lucen mutilaciones y la arquitectura del entorno está dañada -e
incluso colapsada- y en las noches los sitios se convierten en muladares,
fumaderos, urinarios públicos, etc.
También puede visitar
-de lejitos nomás- El Buque, una de las quintas más antiguas de la ciudad -y de
Latinoamérica- con su arquitectura de telaraña esperando el terremoto que la
traiga abajo con todos sus habitantes adentro.
O si lo prefiere vaya
de museos. Los más importantes son el Museo Nacional de Arqueología, Antropología
e Historia del Perú (¿alguien se puede acordar de ese nombre?) y el Museo de la
Nación. Las colecciones que poseen son realmente fabulosas y su personal científico
excelente, pero el primero tiene una infraestructura de la década del 40 del
siglo pasado -y la mitad del museo se desarrolla en una antigua casona- con
muchas dificultades para una museografía moderna. El segundo perdió su gran
exposición permanente el año 2008 con motivo de las cumbres AL-CUE y APEC. Lo
convirtieron en centro de convenciones. Hoy sólo es un pálido reflejo del ayer.
Ahora ni siquiera tiene nombre, lo han retirado de la fachada para colocar “Ministerio
de Cultura”.
Si antes de visitar
los museos quiere conocer sus contenidos en la web, no se moleste, ambas
instituciones no tienen página propia, la verdad es que para el mundo no existen.
Pero el Estado peruano ha inscrito a nuestro
país en el Libro de Oro de la Organización Mundial del Turismo...
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