FÚTBOL,
HISTORIA Y CULTURA
Luis Rodriguez (5to año de Historia - UNMSM)
En nuestro país el estudio sobre el fútbol ha sido muy dejado de lado,
tal vez no sea considerado importante para una historiografía bastante
reticente a la historia cultural, aún así en el 2001 Gerardo Alvarez Escalona
sustentó su tesis de licenciatura llamada La
difusión del futbol en Lima abarcando los primeros años de presencia futbolística
en nuestro país a finales del siglo XIX hasta 1912, la tesis central reconoce en el fútbol un elemento exclusivo de las élites, que de a pocos empezó a incorporarse a otros sectores sociales, organizándose así los
primeros campeonatos escolares. La incursión de este deporte permitió el
reforzamiento de políticas de modernización como la higiene pública, la
educación física y la creación de nuevos espacios públicos. De hecho se puede
inferir que la inclusión de esta práctica deportivo permitió que otras diversiones públicas
empezaran a ser dejadas de lado, como aquellas que involucraba a animales como
la pelea de toros y leones, entre otros que se daban en Lima en esos años.
La situación de este deporte en la historiografía no es diferente en
otros países, pero siempre hay excepciones, en México hay mayor abundancia de
este tema, por ejemplo el historiador Luis Ovalle de la Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo publicó un trabajo sobre este deporte tomando como
referencia a clásicos autores como Gerhard Vianni, Janet Lever e inclusive
Norbert Elías con Deporte y ocio en el
proceso de la civilización. El mexicano entiende la importancia del fútbol de
la siguiente manera:
Aunque el fútbol no deja de ser un simple juego, esta práctica deportiva marcha estrechamente unida al devenir histórico y social del siglo XX. Sin embargo,
las ciencias sociales y en particular la historia se han olvidado un poco de
él. Por tal motivo consideramos que es necesario
realizar estudios de carácter histórico que tengan como tema principal el
estudio de este fenómeno social, que más allá de divertir se ha mezclado con
infinidad de intereses políticos, económicos, sociales y religiosos, dando
lugar a la creación de identidades culturales de carácter local, regional e
internacional. Con esta investigación se intenta hacer una aportación a la
escasa historiografía del deporte en México, y en particular en Aguascalientes,
pues no se puede negar que este tipo de
actividades modificaron la cotidianidad y las costumbres en el siglo XX.[1]
Está claro que el fútbol puede ser entendido mucho más allá de la mera
diversión, esto en parte puede ser comprendido por personas que no han tenido
una instrucción en Ciencias Sociales, pero en personas que se dedican a esto, a
historiadores, antropólogos y sociólogos (de mayor medida) es bastante eufemístico.
Marc Bloch diría que un historiador es como un ogro, “allá donde hay carne
humana, está”. ¿que mejor para un historiador que dirigir su mirada allí donde
hay una aglomeración de personas, no solo en lo numérico, sino también en la
manifestación expresa de humanidad, de sentimientos y pasiones?. Es innegable
decir que el fútbol es una diversión, pero también es una manifestación
estatal y privada, una herramienta que institucionalmente esta afianzada a los círculos
de poder burocrático que controlan al gobierno, que el fútbol expresa
realidades inmediatas de un país, y que implican fenómenos políticos, sociales
y económicos. ¿Alguien se olvida las selecciones fascistas y nazis de la pre
segunda guerra mundial y las amenazas que se decía si perdían?, alguien puede
negar que el fútbol crea identidades culturales a nivel nacional y local. El fútbol es peruano en Lima como en provincias, tal vez es el elemento más
cohesionado que tenga un país, aún mucho más que los héroes nacionales y las
tradiciones. Se han creado subculturas locales de los clubes deportivos y hay
una ritualidad expresa en los partidos de fútbol, y seguramente de mayor medida
en un estadio (al cual nunca he ido). Al fin y al cabo el fútbol es una manera
de seguir teatralizando una sociedad, en base a las distinciones económicas
(acceso a las entradas y repartición de espacios: palcos, tribunas, etc),
distinciones políticas y manifestaciones expresas de nacionalidad. El fútbol es
uno de esos elementos escénicos que vinieron a suplantar las grandes
escenificaciones de poder de las antiguas cortes virreinales. El fútbol también
reproduce formas de poder. Una forma de poder clásica que se ha dado desde
tiempos inmemoriales ha sido la obtención de conocimiento y el dominio de la
naturaleza en su favor, esto no ha cambiado mucho. Las grandes naciones futbolística
invierten en proyectos, desarrollo, dinero y tiempo en potenciar a sus
jugadores (de niños como en Brasil), invierten en estrategias, tecnología y
mejoras de salud física. Esta obtención de conocimientos se diversifica, los
entrenadores que son portadores de estos conocimientos y los clubes que
aglomeran a jugadores convierten un sistema efectivo futbolístico redistributivo.
No por nada, los jugadores “extranjeros” son cotizados en su país de origen.
“El fútbol es el nuevo opio del pueblo”, es una versión parafraseada de
Marx cuando hacía referencia a la religión, esta mención en parte irresponsable
sigue reproduciendo aquella lógica que consideraba que los pueblos entraban en
una suerte de “psicosis colectiva” en determinados momentos religiosos,
mientras también se acusaba a la religión como la herramienta que apaciguaba
las revueltas y luchas sociales. En parte es cierto, pero tratar esto de manera
irrestricta solo reproduce una forma de ver la sociedad, según la cual esta es
una masa ignorante que se deja llevar por distractores que lo adormecen y lo
distraen de su principal lucha, por la liberación del hombre de la explotación
del capitalismo. Esta forma de ver a las manifestaciones sociales solo
reproduce una forma donde se considere a las tradiciones y a las religiones
populares como la expresión de un estado salvaje, barbárico de la sociedad. Si
fuera así no se dista mucho de Alan García cuando acusaba a las comunidades amazónicas
de panteístas, salvajes, irracionales. Esa visión de creer que los científicos sociales
somos los racionales y las tradiciones y religiones populares son lo contrario
ha devenido en que no se comprenda mucho la sociedad en la que vivimos, y se
llega a establecer esos mismos caracteres también para el deporte masivo de
nuestra sociedad: es decir el fútbol. Fácil de esa manera es decir: “El fútbol es el nuevo opio del pueblo”, considerándolo como un distractor impuesto,
cuando en sí es una manifestación casi religiosa que genera identidad cultural
y que responde a muchos mecanismos rituales y teatralizados del poder en la
sociedad.
La importancia del fútbol no se genera por una psicosis colectiva ni se
debe a una irracionalidad, su desenvolvimiento nos lo puede mencionar Erich
Fromm, que superó el psicoanálisis de Freud que también iba en la línea de lo
irracional religioso de las sociedades, el mencionaba en su libro Lo inconsciente social[2]
que el hombre en desamparo sigue un fenómeno importantísimo de crear en una
figura todopoderosa, se crea un lazo afectivo importantísimo. Esta relación se
podía dar con los ídolos religiosos, con fuerzas naturales, instituciones, el
Estado, grupos sociales o privados, con jefes carismáticos, con el padre o la
madre, con el marido o la mujer; no importaba mucho si son reales o
imaginarios. Todos estas menciones son ídolos, una figura a la cual una persona
ha transferido toda su fortaleza y sus capacidades, entre este ídolo es más fuerte,
la persona lograra un mejor equilibrio. No hace falta ver la relación que
existe entre la selección de un país y la población a la que representa para
darse cuenta de ello, igual pasa en los clubes privados, esta dependencia simbólica
entre uno y otro hace que este fenómeno adquiera proporciones gigantescas, todo
esto se ve manifestado a través de títulos de diarios, reportajes de
noticieros, programas dedicados al futbol, etc, manifestaciones donde se
muestra este dependencia, que líneas atrás llamaba identidad cultural. Este carácter
del estudio psicológico del fútbol no es nuevo, no conozco la literatura respecto a ella, más allá de lo que he mostrado aquí pero la referencia inmediata
me remite a una pequeña nota de Guillermo Giacosa en el año 2010 para el diario
Perú 21[3],
su escrito titulado “El futbol como mito de renovación” utilizando el esquema teórico
de Mircea Eliade proponía como el fútbol encarnaba una de las más antiguas acciones del mundo, el olvidar a partir de un ritual, para así crear un tiempo
irreal donde el futuro deberá con nuevas
energías.
Hay un desprecio al fútbol no como practica, sino como objeto de
estudio, he llegado a ver incluso premisas de odio y rechazo debido a que es
este “opio del pueblo” que distrae a las sociedad de su contexto social (y uno
fuerte como el actual que se vive en las regiones), pero tal y como diría
Michel Vovelle, que las representaciones colectivas, sin estar implicadas férreamente
en los mensajes ideológicos explícitos, no por ello dejan de ocupar un lugar
importante en la vida de los hombres. Hoy por hoy, el fútbol es una representación colectiva muy fuerte, una representación de humanidad, pasiones,
identidad, cultura, nacionalidad, dependencia simbólica, etc.
[1] Luis Ovalle “Todo por un balón: Un acercamiento historiográfico y teórico
al futbol: El caso de la ciudad de Aguascalientes” http://www.ridcs.org/wp/wp-content/uploads/2011/06/ovalle.pdf
[2] Erich Fromm. Lo inconsciente social. Paidos:
Barcelona, 1992. P. 59.
[3] Perú 21. Miércoles 16
de junio del 2010.
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