UNA APROXIMACIÓN AL MOVIMIENTO “ANTIMINERO”
EN EL PERÚ ACTUAL.
(La República, martes 03 de enero del
2012)
Vista de
la laguna Yanacocha en Cajamarca en 1992.
(La República, noviembre 16 del 2011)
Vista de
la laguna Yanacocha en Cajamarca en el 2006.
Luis
Rodríguez
Estudiante
de 5º año de Historia – UNMSM
1.
Introducción
¿Se puede hablar
de un movimiento anti minero en el actual Perú?. La respuesta puede ponerse en
debate, aún hoy existen algunas provincias que admiten a la minería como un
medio de modernidad y progreso, se admite el discurso oficial que ponen a esta
actividad como prioritaria debido a los ingresos que de ella se obtiene aún a
costa de los efectos secundarios, algunas provincias admiten todo ello pero
siempre tratan de no verse afectados en sus formas de vida y producción
tradicional, se perfila en algunas zonas del país un discurso modernista moderado
que resalta lo bueno de la minería pero trata de impedir los efectos
secundarios y nocivos, pero en otras regiones como en Tacna si se puede hablar
de un verdadero movimiento anti minero, donde la actividad tiene un verdadero y
sistemático rechazo, la aparición de pueblos fantasmas, la desaparición de
algunos vegetales y la continua contaminación de la sangre por el mercurio
ocasionando enfermedades virales son entre muchos los elementos que promueven
que se arme un verdadero movimiento anti minero que ponga como reivindicaciones
el derecho a la vida y recursos naturales, todo recientemente puesto énfasis
luego del proyecto minero de Conga en Cajamarca que secaría lagunas y dañaría
ecosistemas, esto promovió a finales del año pasado movilizaciones y marchas de
la población en una clara negación de la actividad minera.
El presente
trabajo tendrá como objetivos en primer lugar negar el argumento de encasillar
a la producción minera como el símbolo de la modernidad o progreso y dejándola
más bien como una herencia colonial que en siglos de explotación no ha hecho
nada por los pueblos afectados, en segundo lugar en base a los elementos e
impactos de la producción minera reconocer elementos que puedan ayudarnos en la
comprensión de un verdadero movimiento anti minero y bajo esas premisas
identificar esos elementos en las regiones de Cajamarca y Ancash, regiones que
son representativas en el sentido de manifestación en negativa de la minería.
2.
La producción minera en el Perú. Modernidad o herencia colonial.
Dentro de los
recursos usados por los medios de comunicación para promover la inversión de
las mineras en nuestro país esta el mito del “progreso” y la modernidad, los
medios de comunicación actúan como agentes seleccionadores del mensajes como
menciona Luhmann[1] para
ejercer poder a quienes llega el mensaje. El planteamiento de esta primera
parte del trabajo es remarcar que la actividad minera no es una actividad
moderna o que genere progreso hacia las comunidades “atrasadas” de las regiones
del interior del país, por el contrario la actividad minera es una herencia
colonial, una actividad que se intensifico en el siglo XVI con la destrucción
del aparato andino por los españoles y que siguió un ritmo más o menos regular
hasta nuestros días, este esquema primario exportador de minerales y no
productor de objetos industrializados es de siglos y por lo tanto la lógica de
ver a la minería como lo moderno es totalmente antihistórico.
La actividad
minera en nuestro país inicio con la denominada “conquista” cuando los
españoles tomaron los aparatos estatales y siguieron reproduciendo las formas
de organización y trabajo inca por un breve periodo, las primeras décadas de la
ocupación se exploto el oro en grandes cantidades, aquel oro que estaba
presente en la ciudad en forma de artesanías y obras de los metalúrgicos, las
piezas recolectadas fueron convertidas en betas y repartidos entre los
conquistadores como botín de guerra, pero no sería hasta después del
descubrimiento del rico cerro de la mina de Potosí que la explotación de los
minerales andinos conocerían otra dimensión, descubierta en 1545 por el capitán
español Juan de Villarroel la ciudad convertida en la Villa Imperial de Potosí
se convirtió en el centro urbano más grande de América recogiendo grandes cantidades
de obrajes y pobladores, a partir de 1550 y hasta entrados el siglo XVII se
conocería como “el siglo de la plata” como remarca Manuel Burga[2],
este hecho medido por el historiador norteamericano Earl J. Hamilton[3]
basándose en los registros del ingreso de metales preciosos a España permite
ver una dirección de curva que sobrepasó en sus momentos los límites posibles
de los españoles que pasaron de una etapa de saqueo a una etapa de una intensa
extracción de plata. Los indios cargaron los costos sociales de los
descubrimientos mineros, soportaron la mita impuesta por el Estado colonial y
como súbditos del rey de España se les reconoció algunas ventajas, todas
amañadas y desvirtuadas por los funcionarios locales, el virrey Toledo en la
década del 70 para no gastar y extinguir su fuerza de trabajo en potencia, que
era el trabajo casi gratuito de los indígenas, los organizó en reducciones y
comunidades y periodifico su trabajo. “Boca del infierno” fue llamada Potosí
por los indígenas por las penurias que se pasaba en los trabajos, desde los
hornos tradicionales hasta el sistema del amalgama y la inclusión del mercurio
en el proceso de extracción, así Huancavelica se hará importante por la
producción de azogue y se formara como un indicador de la producción de plata.
Los minerales tanto del virreinato del Perú como de Nueva España en México
lograron conseguir un éxito apabullante en el mercado europeo debido a su bajo
precio que se sostenía en base a la baratura de la mano de obra indígena, por
ordenanzas reales a los indios que antes se reclutaba por la mita se le asignó un “salario” pero
que no hizo más que endeudar al indígena[4]
que se veía obligado a trabajar aún más, luego serían estos metales preciosos
que darían paso a la acumulación originaria de algunos países como Inglaterra.
Pero el metal peruano empezaba a disminuir, se extraía cada vez menos, la
competencia con Nuevo México si bien es cierto opaco un tanto a Potosí ni fue
sino hasta la anexión de esta villa imperial al virreinato del Río de la Plata
como parte de las Reformas Borbónicas que dejo al virreinato peruano en una
situación de crisis, hasta que el descubrimiento de minas en Gualgayoc[5]
y Cerro de Pasco pasaron a ocupar los espacios vacios con un gran éxito, incluso
se sobrepaso la producción de plata de Potosí. John Fisher[6]
menciona como en 1802 de los 505.000
marcos[7]
(41.000.000 pesos) que producía el Perú, Cerro de Pasco aportaba con más de la
mitad. Los efectos de este esquema primario exportador para el Perú fueron de
una región colonial desangrada en sus recursos naturales y con una población
casi exterminada[8].
Con la llegada
de la república en el siglo XIX tanto Cerro de Pasco y Cajamarca seguían siendo
las zonas mineras más importantes a pesar de que el proceso de Independencia
detuvo la producción por un breve periodo de tiempo[9]
hasta que en el periodo a 1824 se restableció produciendo no solamente plata
sino también oro, mercurio, cobre, estaño, plomo, carbón y hierro[10].
Con las primeras décadas del siglo XIX se inician los ciclos breves de auge y
caída de la producción minera, se inician las expediciones de búsqueda y los
cateos de potenciales centros mineros, se encuentra plata y oro en el
territorio peruano y se pasa a la fase del moldeo de la naturaleza, se usan
explosivos y se abren socavones, según Fisher para 1828 existían 558 minas en
total, superando la cantidad media que existía durante la colonia, aún así las
minas del Estado no eran capitalizadas y en su mayoría abandonadas por los
sectores productivos, la expansión del capital ingles hace que se instalen
empresas y corporaciones extranjeras que en adelante se convertirían en una
tradición y una herencia colonial, la de dejar que nuestros recursos sean
explotados por empresas foráneas, La
Peruvian Pasco Corporation es una de las primeras.
3.
Los impactos ambientales de la minería.
La minería como
cualquiera otra actividad económica modifica la naturaleza, los hombres
condicionan nuevos espacios artificiales de vida y tratan de adaptarse según el
grado de impacto de esta actividad. La minería actualmente es una de aquellas
actividades que en nuestro país a nivel tradicional lo que ha hecho ha sido
ocasionar grandes espacios vacios despoblados, arrasar con áreas ecológicas,
contaminar ríos y algunos ecosistemas y llevar a la extinción algunas plantas y
animales, en este caso no solo hablamos de una geografía que se modifica
producto de la intromisión de las maquinas y de las formas de tajo a cielo
abierto que se usa para buscar los minerales, no hablamos de los procesos de
secamiento de lagunas o arrasamiento de bosques, sino hablamos de cómo la
minería forma, crea y produce nuevas formas de vida, nuevas formas de
defenderse frente a la contaminación, efectos nocivos para la salud y
actividades agrícolas y ganaderas. En parte esto está siendo estudiado por la
historia ambiental en América Latina, hablamos de cómo los múltiples modos en
los cuales las sociedades se expresan y el medio ambiente están
interrelacionados y se transforman mutuamente, esta historia viene de la mano
de una coyuntura (o estructura) global de cómo las fuerzas de la economía
mundial durante los siglos XIX y XX (la minería por ejemplo) han afecto
profundamente los espacios de vida.[11]
Estos referidos impactos no son gratuitos, los estudios recientes han
demostrado como se contamina el agua con mercurio y restos de combustible, a su
vez se contaminan las aéreas de explotación minera, se suma la deforestación e
impactos negativos en la fauna y ecosistemas, todos estos daños son provocados
por la minería, a eso se suma que más del 60% de los materiales extraídos del
mundo lo son mediante la modalidad del tajo abierto[12]
que deja las consecuencias ya mencionadas.
4.
¿Existe un movimiento social antiminero?
La idea de un
movimiento social antiminero debería ser enmarcada en un contexto de
bipolaridad dentro de una lucha de dos sujetos colectivos bien definidos o de
categorías opuestos, así aceptar la existencia de un movimiento antiminero
quiere decir que se niega por completo esta actividad y que la lucha emprendida
se basa en su destrucción. De hecho un movimiento antiminero es un movimiento
social, las características de este último podrían determinar su existencia en
nuestro país. Alan Touraine[13]
manifiesta que la idea de un movimiento social está de acorde con la existencia
de un conflicto central, así como al inicio del siglo XIX y XX esto se refería
a la búsqueda de un nuevo tipo de sociedad justa y perfecta reflejada en los
ideales del socialismo, esto con el paso de las décadas hasta la actualidad ha
desaparecido y el único conflicto central parece referirse a la lucha entre el
sujeto y el triunfo del mercado. El movimiento social actual se refiere ahora a
una cuestión del modo de la utilización social de los recursos y modelos
culturales, ante esto se organiza una acción colectiva que puede ser usado como
instrumento político en discursos positivos referidos a aquellos que exaltan el
movimiento popular o en discursos negativos aquellos que lo condenan como
obstáculos para la integración social y el progreso económico. De hecho ambas premisas son apropiadas para el
caso peruano de los últimos años, los dirigentes campesinos (no todos
obviamente) y los presidentes regionales de su lucha contra la minería han
levantado la categoría de acciones populares en un beneficio propio hasta
partidario mientras por el lado oficialista la derecha y los medios ideológicos
del Estado como los medios de comunicación condenan a los grupos que cuestionan
este tipo de dominación, calificándolo de “extremistas” “antimineros” “anti peruanos”,
etc, remarcando la necesidad de la actividad minera.
Los pares de
oposición debería ser el pueblo afectado contra la actividad minera, pero esa
realidad no es del todo cierto, de hecho como mencione al autor Javier
Arellanos en su libro ¿Minería sin
fronteras? no hay un total rechazo de la minería como actividad, por lo
tanto el objetivo de la misma no es su destrucción, más lo que se busca es que
se reparta las utilidades que las empresas ganan al año, y es que en el Perú
tanto Antamina, Southern Peru como Yanacocha han elevado sus utilidades[14]
disminuyendo pagos de impuestos, a su vez disminuyendo sus obras de proyectos
sociales y construcciones como carreteras, caminos, etc. La población ataca
estas formas irregulares de compartir el poder y las ganancias, y no ataca un
mismo centro del conflicto social, es decir la actividad minera como parte de
un modelo de país productor, es decir en muchas regiones el principal problema
es la redistribución, claro la premisa no es homogéneo para todos los casos, por
ejemplo en Tacna después de los trabajos hechos por Southern Perú si se puede
hablar de un rechazo total a la minería, por los estragos negativos que ha
dejado, incluyendo la desaparición de ecosistemas y plantas originarias, igual
caso en Puno. Pero en el norte, en Ancash y Cajamarca, las oposiciones se deben
al efecto negativo en el medio ambiente, la contaminación de suelos y aires que
dañara otras actividades productivas como la agricultura y ganadería y sobre la
cual no se invierte mucho. Aún así los pliegos de reclamos y las mesas de
diálogos generalmente no atacan a la minería como actividad, piden que se
respete el medio ambiente, es decir que se cuide las formas de trabajo y sus
efectos negativos y se pide que se invierte en más obras sociales como pliego
de reclamos de las comunidades, que equivale a su vez el pedido de la
distribución de las ganancias de las mineras aplicándolas a sus propias
localidades. En los últimos casos, el tema de la concesión, el “pedido”, la
posibilidad de coexistir no implica un movimiento antiminero, de hecho lo
niega.
Alan Touraine
también manifestaba que un movimiento social (y en esta variable un movimiento
antiminero) no se reducía a la defensa de los intereses de los dominados,
siempre se quiso abolir una relación de dominación, en este caso estatal,
capitalista y económico, pero los casos presentados no contiene ninguno de
estos elementos.
Una salida
podría ser que el movimiento antiminero es ante todo un movimiento ecologista
que lucha por el medio ambiente, pero esto es tardío en los pedidos, de hecho
este tipo de movimiento se dio en Tacna después de la experiencia minera, en
Ancash las quejas por la contaminación del medio ambiente son reales pero solo
se pide que se controle, en casos extremos que se detenga la minera mencionada
pero nada más, es un hecho real que el mismo instante que una empresa minera
acciona ya esta cambiando la geografía y el ambiente del lugar, la racionalidad
parece que mientras no sea dañino de manera grave es permisible, de esta lógica
se ha logrado levantar los pobladores de Cajamarca contra el proyecto CONGA que
tiene como objetivo el secar lagunas dañando ecosistemas, pero solo en
situaciones graves y extremas como estas hay un movimiento. Estos movimientos
desarrollados son reivindicativos y coyunturales, no se busca que se triunfe un
principio de igualdad o crear una nueva sociedad, no hay aspiraciones
revolucionarias, no pueden considerarse según el esquema de Touraine como un
movimiento social (por ende movimiento antiminero) porque no llevan en su seno
una imagen del sujeto liberado, sino la imagen de un sujeto que mejora sus
condiciones de vida.
Pero si no se
puede hablar de un movimiento social en el sentido de la palabra y por lo
presentado tampoco de un movimiento antiminero, si se puede hablar de la
formación de acciones colectivas organizadas en relación a la defensa de
intereses y de la preservación del medio ambiente y de la vida, eso es
innegable, los grupos humanos aquí no buscan una nueva sociedad ni son apéndices
de un movimiento revolucionario, lo que buscan es seguir permaneciendo con su
estilo tradicional de vida y mejorar. Así que conviene darle el sentido de
movimientos reivindicativos.
5.
Los movimientos reivindicativos en las regiones. Los estudios del caso.
Para tratar de
aplicar lo expuesto arriba se desarrollara cómo el esquema de movimientos
sociales por ende minero no se ajusta a ningún caso presentado, cayendo más
bien en los llamados movimientos reivindicativos.
5.1Cajamarca
En Cajamarca se
encuentra Yanacocha que según el Presidente actual del Congreso es la mina más
desacreditada por el incumplimiento de su responsabilidad social y de
protección del medio ambiente[15].
Esta empresa minera con 20 años de explotación en nuestro país se ha convertido
en agenda nacional debido al proyecto aurífero Conga con 4.800 millones de
dólares de inversión. Esta historia es larga y no inicia en el 2011, aunque la
dicotomía “Agua u Oro” lanzada por los espacios de defensa del medio ambiente y
algunos grupos de izquierda el año pasado ha hecho que las noticias sobre los
enfrentamientos acaecidos sean más notorios la historia del conflicto no es
reciente. Los mecanismos de protesta social en las regiones son los mismos, las
acciones colectivas organizadas han estado en función de la convocatoria de las
mesas de dialogo donde se oponía tajantemente a este proyecto Conga debido al
secamiento de las lagunas que caracterizan un modelo de vida tradicional y
agricultor. Sin embargo este rechazo no es fortuito solo en función de Conga,
de hecho esto inicia en 1992 cuando la laguna Yanacocha fue la primera en ser
destruida[16] para
dar paso a la explotación minera, los cambios a la población no han sido
positivos, ha crecido la población, se han insertado más centros comerciales pero
ha crecido el caos vehicular, la delincuencia y la prostitución. El tema más
preocupante se refiere a la contaminación ambiental, así el Gobierno Regional
de Cajamarca presento una denuncia en marzo del 2011[17]
debido al derrame de aguas acidas, estos hechos afectan a varias provincias de
la región siendo la de Celendín, Bambamarca y Cajamarca las principales gestoras
de las acciones de rechazo.
“Dicen que somos antimineros y que no queremos el
desarrollo, pero no es así. Lo que no queremos es que afecten nuestras aguas
que usamos para nuestro consumo y el de nuestro ganado. Queremos que se conserven
nuestras lagunas naturales”[18]
Esto hizo que en
el desarrollo del año tanto el gobierno regional como los pobladores acataran
una serie de huelgas y paros uniendo y paralizando a Cajamarca como el
realizado el 9 de noviembre donde se suspendieron actividades educativas y
laborales. El hecho aún fue más grave cuando los paros se siguieron continuando
en ese mes y no había respuesta gubernamental para dar una solución: “Oro o
Agua” era la consigna, “Conga No Va” era el objetivo, el presidente Ollanta
Humala entonces declaro un estado de emergencia precipitando un caos
ministerial en su gabinete con renuncias incluidas y con el ingreso de fuerzas
policiales y militares a Cajamarca para restaurar el orden. Los 20 años
recientes de extracción minera en Cajamarca han hecho que se tome una posición
de desconfianza, albergando sentimientos antimineros, de hecho buscan que sus
recursos hídricos se mantengan pues como afirma su Presidente Regional de 1.300.000
campesinos que existen por lo menos 800.000 dependen de la agricultura por ende
del agua, agua que se esta viendo afectada por el secamiento de cuatro lagunas
y el uso de reservorios que no impedirían la destrucción de los ecosistemas.
5.2.
Ancash
En Ancash se
encuentra la minera Antamina, una de las más rentables según los datos expuestos
en los años 2010 y 2011. Pero esta empresa no solo falta sus compromisos
sociales sino además escapa a los impuestos estatales[19]
para maximizar sus utilidades, desde que Antamina tuvo la concesión para
trabajar en nuestro país inicio los problemas para Ancash, después de la caída
de la dictadura fujimorista, el movimiento reivindicativo empezó a crecer, a
inicios de marzo se convoco a un paro indefinido seguido de movilizaciones con
grandes cantidades de personas y bloqueo de carreteras debido a que los años de
explotación no han servido para los pobladores ya que no se ha trabajado ningún
proyecto para la región[20],
así el 12 de marzo del 2005[21]
700 campesinos ocuparon las instalaciones de la mina en la provincia de San
Marcos para que la empresa atienda sus demandas, entre las cuales se encontraba
un nuevo monitoreo del impacto ambiental, para noviembre del 2007 los comuneros
empezaron a bloquear las carreteras debido a la contaminación pidiendo la
interferencia de los organismos estatales como la Defensoría del Pueblo,
iniciando posteriormente huelgas. Esta situación no mejoro ya que en septiembre
del 2009[22] un
saldo de cinco heridos, entre comuneros y policías, dejó un enfrentamiento que
hubo ya que los pobladores protestaron por el incumplimiento de las promesas
hechas como el mejoramiento de carreteras, electrificación, sistemas de
comunicación y por las denuncias por contaminación de los ríos de Carash y
Juprog debido a la contaminación de metales pesados.
Las respuestas
por parte de los pobladores es el accionar colectivo usando los mecanismos
“violentos” para conseguir soluciones, entonces se sucede paros, huelgas, toma
de carreteras, etc, pero todos estos mecanismos no están orientados hacia un
fin concreto de destrucción de la actividad minera sino a la realización de
mesas de diálogos que son pedidos por sus mismos dirigentes, en realidad está
es su única salida como lo hacen los pobladores de Huarmey recientemente por la
contaminación sobretodo aquellos que afecta el agua. Para noviembre del 2011 32
centros poblador de Huari realizaron un paro de 48 horas contra las empresas
debido al peligro que ponen el medio ambiente y por su incumplimiento en las
obras sociales.
Queremos que las mineras se pronuncien inmediatamente,
no para engañarnos sino para atender nuestras demandas, de lo contrario, nos iremos a una huelga indefinida[23]
Ante estas
manifestaciones reivindicativas la minería y el Estado han respondido de forma
autoritaria usando a la policía, organismos estatales usados contra la
población para que desalojen a los pobladores para que la minera pueda avanzar
en la zona, esto ha sido denunciado recientemente como afirma la Defensoría del
Pueblo[24],
para que se enfrenten, repriman o contengan a los pobladores.
Bibliografía
Fuente Principal
Diarios La República. Años: 2005-2011.
Fuentes Secundarias
BURGA, Manuel. “La sociedad colonial (1580-1780)” en Nueva Historia General del Perú, Mosca Azul.
DEUSTUA, La minería peruana y la iniciación de la República. 1820-1840, IEP, Lima, 1986.
FISHER, John. Relaciones económicas entre España y América, MAPFRE, Madrid, 1992.
GALLINI, Stefania. “Historia, ambiente, política: el camino de la historia ambiental en América Latina” en Nomadas, Nº 30, Abril, 2009, Universidad Central de Colombia
LAZO, Carlos. Historia de la economía colonial, T.1, UNMSM, Lima, 2006.
LUHMMAN, Niklas. Poder. ANTHROPOS, México, 1995.
ROMANO, Ruggiero. Consideraciones. FOMCIENCIAS, Lima, 1992.
TOURAINE, Alan. ¿Podremos vivir juntos?. Iguales y diferentes. FCE, Buenos Aires, 1997.
[1] Niklas
Luhman, Poder. ANTHROPOS, México,
1995.
[2] Manuel
Burga, “La sociedad colonial (1580-1780)” en Nueva Historia General del Perú, Ed. Mosca Azul.
[3] Earl J.
Hamilton, El tesoro americano y la
revolución de los precios en España, 1501-1650. El autor llega a manifestar
por medio de un cuadro cuantitativo que las importaciones totales de metales
preciosos en pesos llegó a ser entre 1591 y 1595, su periodo máximo, de 36
millones de pesos teniendo en el siglo XVII una constante de 15 a 30 millones
de pesos, hasta su caída la segunda mitad de ese siglo llegando a 4 millones de
pesos.
[4] Esto
debido a que el salario se pagaba en moneda propia de los mineros, conocidas en
fichas en el Perú, estas monedas solo tenían valor en el mismo lugar lo que
permitía la manipulación de los precios de los artículos y endeudar
progresivamente a los indígenas.
[5] Segundo
centro minero del Perú en el periodo colonial tardío, su desarrollo como
explico Fisher tuvo consecuencias positivas a nivel de importaciones en
Cajamarca.
[6] John
Fisher, Relaciones económicas entre
España y América, MAPFRE, Madrid, 1992
[7]
Mientras la producción de Potosí no solo se detenía y estancaba sino se reducía, llegando al
mismo año a contar solo con 205.000 marcos (1.7000.000 pesos).
[8] El
mismo Manuel Burga en el mismo texto menciona que la población en 1630 era de
160.000 personas y que en un breve periodo de 70 años esta población disminuyo
escandalosamente hasta 60.000.
[9] Jose
Deustua, La minería peruana y la
iniciación de la República. 1820-1840, IEP, Lima, 1986.
[11]
Stefania Gallini, “Historia, ambiente, política: el camino de la historia
ambiental en América Latina” en Nomadas,
Nº 30, Abril, 2009, Universidad Central de Colombia, p. 92-102.
[12]
http://www.eumed.net/libros/2009c/568/IMPACTOS%20FISICO%20NATURALES.htm
[13] Alan
Touraine, ¿Podremos vivir juntos?.
Iguales y diferentes. FCE, Buenos Aires, 1997.
[14] Lo
mencionado por el diario La República en
el 28 de diciembre del 2011 menciona a Antamina como a Southern Perú como las
empresas que lideran la lista con utilidades de 2.289.29 y 2.394.32
respectivamente, mientras Yanacocha 1.702.97 millones de dólares.
[15]
Declaraciones del Presidente del Congreso Daniel Abugattas en La República, jueves 16 de febrero del
2012.
[16] La República, 03 de marzo del 2012.
[17] La República.
[18] La República, 06 de noviembre del 2011.
[19]
Humberto Campodónico, “Antamina y el costo-beneficio” en La República, viernes 27 de noviembre del 2009.
[20] La República, lunes 07 de marzo del
2005. Aún así en las mismas declaraciones del alcalde se hace hincapié que las
manifestaciones no son contra la minería sino para una redistribución más justa
de la explotación de los recursos no renovables
[21] La República.
[22] La República.
[23] Tomado
de una transmisión por radio de RPP citado en La República el martes 08 de noviembre del 2011.
[24] La República, viernes 24 de febrero del
2012.
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