EL “LÍDER” Y “CAUDILLO” MILITAR SIN MANDO POLÍTICO. EL CASO DE FRANCISCO
HERNÁNDEZ GIRÓN Y LA ÚLTIMA RESISTENCIA
ENCOMENDERA (1553-1554)[1]
Por
Javier Enrique Robles Bocanegra[2]
Universidad
Nacional Mayor de San Marcos
El capitán Francisco Hernández había sido
ferviente soldado de la bandera monárquica contra la rebelión gonzalista.
Siempre actúo de lado de la Corona, así que él se consideraba presuntamente
como uno de los principales beneficiados en el reparto de Guaynarina. Sin
embargo el reparto que ordenó Pedro de La Gasca no colmó sus enormes
expectativas de verse envuelto de riquezas como premio a su fidelidad al rey.
Se señaló como premio a Francisco
Hernández el repartimiento de Jaquijahuana que rentaba 11.000 pesos anuales en
una segunda instancia porque en el primer momento de finalizado el reparto –
argumentaba Girón – su nombre no aparecía en la lista de los beneficiados[3].
Entendemos esta actitud astuta de Gasca por cumplir su objetivo de mantener por
el más mínimo aspecto el espíritu de las Leyes Nuevas que recaía en la
reducción de la encomienda a un poder moderado[4]
que no afecte en la conservación y buen gobierno de los indios.
Gasca se disculpó con Hernández Girón y
es ahí entonces cuando le concede el repartimiento de Jaquijahuana – anteriormente
de propiedad del rebelde Gonzalo Pizarro – con la tasa rentable fijada. No
obstante Gasca que quería engañar a los confiados aspirantes de Guaynarina[5],
le fue reduciendo la renta a 9.000 pesos. Esto provocó un recelo en Girón que
ocasionó un pequeño motín en el Cusco lo cual no le permitió nunca disfrutar de
su repartimiento señalado[6].
Sin duda este indicio será la primera causa para su revuelta gironista que
representará el último foco de resistencia encomendera ante las Leyes Nuevas.
El sistema de retasas fue la segunda
causa para el levantamiento gironista ya que se procedió a una drástica
disminución del servicio personal y a la reducción severa de la renta del
trabajo en las encomiendas[7].
La baja masiva del monto del tributo con las retasas consiguió que las rentas
de los encomiendas se vieran perjudicadas al reducirse en una cantidad
considerable limitándose así el servicio personal de los indios para dentro en
casa y traer solamente leña y yerba[8].
Estas dos razones poderosas ocasionaron un descontento en Francisco Hernández que unió a su causa a un buen número
de soldados pobres que también fueron engañados con el reparto de Guaynarina.
Su hilo conductor de adhesión fue el deseo de ser ricos y el odio radical a la
pobreza[9].
Tanto el desigual reparto de Guaynarina y el sistema de retasas ilustraban la
pobreza general de los conquistadores y soldados perjudicados en esas medidas.
En consecuencia, expresaron como último recurso para rescatar sus privilegios
legítimos la preparación de una insurrección militar contra dicho reparto que
ejecutaba la Real Audiencia de Lima.
En esas circunstancias Francisco
Hernández Girón prepara su ejército para reclamar sus privilegios
correspondientes y la de sus demás compañeros (encomenderos y soldados
empobrecidos). Sin embargo esta insurrección fracasó por un motivo principal:
la precariedad de liderazgo militar de su “caudillo” que además de no conocer
de tácticas guerrilleras no poseía capacidad de decisión política pragmática
para ejecutar ordenanzas.
En primer lugar, los gironistas tenían
la cierta confianza de contar con el apoyo de todas las ciudades del Perú. Por
el contrario la memoria intacta de la ejecución de Gonzalo Pizarro seguía en
pie y por esta razón solo consiguió que dos ciudades le siguieran: Huamanga y
Arequipa[10].
Aquel recuerdo malévolo no fue premisa en el pensamiento de Girón al rebelarse
apareciendo como una errónea táctica apelar a la memoria histórica. Ya los
desertores gonzalistas estaban bien premiados por Gasca y no querían por ningún
motivo verse envueltos en rezagos militares contra la Corona. Su reclutamiento
sin bien es cierto contó con un respetable número de adeptos no estaban en la
capacidad militar para batirse con un ejército altamente preparado por la
Audiencia. Desde ese momento ya la revuelta daba indicios de debilidad de
convocatoria y estaba encaminada a la derrota.
En segundo lugar, Hernández Girón
carecía de los dotes de todo buen comandante general[11].
Esto se apreció con exactitud cuando los gironistas estando en Pachacámac y
pudiendo avanzar hacia Lima, Girón declinó el avance por hacerle más caso a
supersticiones suyas que a tácticas militares[12].
Tenía prácticamente a su merced para tomar por sorpresa la capital del
virreinato, no obstante ordenó el retroceso de sus batallones.
A pesar de ello en la primera etapa de
la revuelta Girón tuvo un saldo favorable. El 12 de noviembre de 1553 marcó el
inicio de su levantamiento siéndole favorable las batallas de Villacurí y
Chuquinga.
Influenciados por sus parciales
victorias los gironistas solicitaban a la Audiencia la supresión de la
prohibición del servicio personal así como favores en beneficio de los
encomenderos que para Lohmann tenían ser una especie de señorío libre[13].
Girón quería que el encomendero residiera dentro de las tierras de sus
feudatarios. Esta acción de libertad le otorgaba una idea de señorío libre el
cual la Audiencia no ejercía fiscalidad alguna.
Sin embargo el proyecto de Girón no
tuvo la convocatoria que él esperaba porque el fresco recuerdo de Gonzalo
Pizarro seguía latente. Algunos vecinos se le unían pero solo con el deseo de
desertar luego porque los traidores serían mejor recompensados con encomiendas[14]
como aconteció con los gonzalistas desertores. Este tercer factor sería el
detonante político para su posterior fracaso. Dada la mala imagen de Girón en
Pachacámac como la del “caudillo” débil, el “jefe” miedoso, el “comandante”
supersticioso, sus propios hombres estaban desertando porque si el líder no
actuaba como tal, menos esperaban que cumpliera con su proyecto político que
prometía.
Estas razones llevaron al fracaso a la
rebelión que día a día se iba debilitando con la pérdida de sus soldados y con
las precarias tácticas de Girón. El 8 de octubre de 1554 en Pucará vio nacer su
triste final siendo derrotado por un ejército al mando de la Audiencia donde se
reflejó esta conclusión: Hernández Girón no encarnaba al líder y caudillo
militar idealizado por sus descontentos soldados que esperaban a un Girón
pragmático, calculador, carismático y negociador.
[1] Este
breve artículo es un pequeño fragmento de mi próxima tesis de licenciatura en
proceso “El licenciado Lope García de Castro y la estructuración y
organización primaria del Estado virreinal peruano. Su obra política, económica
y social en el corregimiento de Lima 1564-1569”. El artículo forma parte
del primer capítulo ya finalizado nombrado El Virreinato en “Infancia”. La
problemática política y económica en la formación del Estado virreinal
(1542-1564). Agradezco a mi asesor de tesis, el Lic. Raúl Adanaqué
Velásquez, al Dr. Francisco Quiroz Chueca y al Dr. José Diego Rodríguez Cubero
por sus orientaciones en este capítulo.
[2] El autor es estudiante del 5°año de la Escuela de
Historia en la UNMSM, miembro del grupo Annalicemos Hist8ria y fundador del grupo
Plvs Vltra. Es autor de 8 artículos publicados en el Perú y España para
diferentes revistas, compendios y semanarios. Entre sus últimas publicaciones
se destacan: Trujillo bajo la lupa de un gobernador Berciano. Las ordenanzas
políticas del licenciado Lope García de Castro en el corregimiento de Trujillo (I).
En: Bierzo 7, 2013, Año 28 N° 1.485, Ponferrada (España), pp. 16-17. Ha
participado como ponente en 15 eventos tanto nacionales como internacionales.
Es investigador para el semanario Bierzo 7 de Ponferrada (España), en el
Archivo Regional de La Libertad y recientemente ha sido escogido como ponente
en el próximo VII Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Historia en
Puebla, México a desarrollarse entre el 7 al 11 de octubre del 2013.
[3] Loredo, Rafael. El reparto de Guaynarina. En: Revista Histórica Tomo XIII, Lima, pp.
76-124, consúltese la pág. 114. Hernández Girón no aparece en la lista ni con
su nombre oficial ni con su segundo nombre que también le daban que
correspondía a Francisco Hernández
[4] De la Puente Brunke, José. Encomiendas y encomenderos del
Perú. Estudio social y político de una institución colonial. Sevilla,
Diputación Provincial de Sevilla, 1992, p. 27
[5] Paredes, Luis. Juicio crítico de la
acción de La Gasca en el Perú. La
acción política y la acción moral del presidente. Lima, UNMSM, Facultad de Letras y Pedagogía, 1942, p. 20
[6] Véase sobre el estudio de esta rebelión
en la tesis de bachiller de López Martínez, Héctor. Francisco Hernández
Girón, el último de los caudillos. Lima, PUCP, 1962
[7] Assadouriam, Carlos. Transiciones hacia el sistema
colonial andino. Lima, IEP, El Colegio de México, 1994, pp. 188-189
[9] Del Busto Duthurburu, José. La
pacificación del Perú. Lima, Studium, 1987, pp. 120- 123. Argumentaban los gironistas que la conquista
del Perú se había hecho con el esfuerzo de los conquistadores y sin que al Rey
le costara un maravedí.
[10] Lohmann Villena, Guillermo. Las
Leyes Nuevas y sus consecuencias en el Perú. El virreinato del Perú. En:
Separata de la obra Historia General de España y América Tomo VII. Madrid:
Ediciones Rialp, 1982, pp. 525-546. Consúltese las págs. 526-527
[11] Ibídem
[14] Lockhart, James. El mundo
hispanoamericano 1532-1560. México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 26
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