Historia política[1]
y narración: El positivismo[2]
de Moreira César en La guerra del fin del
mundo[3]
Luis
Angel Romero Argomedo
Estudiante
de 4to año de Historia (UNMSM)
"La poesía de la historia reside en el casi milagroso hecho de que una vez, en esa tierra, en este familiar trozo de suelo, caminaron hombres y mujeres tan reales como nosotros hoy en día, pensando en sus propios pensamientos"
Por el
momento se nos ocurre dos formas de relacionar la Historia y la Literatura, la
primera tiene que ver con el uso de fuentes de carácter literario para entender
e interpretar el universo mental de una época o de un individuo, mientras que
la segunda es utilizar las técnicas literarias como un medio para la mejor
narración de la historia tan necesitada y agobiada de “estructura” para lo cual
analizaremos lo que nos dice Peter Burke y Simon Schama al respecto.
Dentro de la
primera relación ya señalada un ejemplo puede ser el caso de la novela Los Sertones de Euclides Da Cunha, pero
me centraré en el segundo punto que planteamos líneas arriba, es decir, la
novela histórica o narración como modo de hacer entendible el discurso
histórico, pero sin olvidar el análisis y la explicación del problema
histórico. Entonces las principales preguntas serán, cómo se relaciona la
narrativa de la literatura y la historia, y cuáles son los componentes
ideológicos del positivismo en Brasil de fines del siglo XIX a partir del
análisis de La guerra del fin del mundo y
de la reconstrucción de un prototipo de personaje: Moreira César. Como
preguntas secundarias tenemos: ¿cómo se introduce el positivismo en la Escuela
Militar brasileña? y ¿porqué los militares brasileños apoyaron al sistema
republicano?
Aquí no
propongo hacer una narración detallada de La
guerra del fin del mundo debido a que esta novela tiene un universo muy
rico y diverso de temas como para
tratarlos en su totalidad en este espacio, para tener una comprensión
más amplia es necesario ir a la obra misma, no estaría demás decir que es
altamente recomendable por la manera de entender la política de cada uno de sus
personajes – especialmente el Consejero, Moreira César, Galileo Gall, el Barón
de Cañabrava y Epaminondas Gonçanves-
devela y por la trama no lineal que nos ofrece Mario Vargas Llosa, no
para distraer al lector, sino para hacer uso de un recurso técnico literario
perfectamente válido. A menudo los historiadores buscan alejarse de la
literatura argumentando que lo que hacen es ciencia, tal vez si hubiera un
acercamiento conveniente a la literatura y a sus recursos técnicos la comunidad
académica de historiadores en el Perú tendría un público lector más amplio,
todo esto sin olvidar la rigurosidad del método que dé sustento a sus afirmaciones
y argumentos.
Historia política y narrativa
Peter Burke[5]
nos habla del renacimiento de la
narración y que desde una visión estrecha se contrapone a la historia
estructural, pero la vuelta del relato histórico no viene sola, sino que también
vuelve el acontecimiento[6]. Según
este autor:
“[…] la llamada “revolución copernicana” en
historiografía, encabezada por Leopold von Ranke a principios del siglo XIX,
parece más una contrarrevolución, en el sentido de que volvió a situar los
acontecimientos en el centro de la escena”[7].
Esta contraposición
entre acontecimiento y estructura surge con los Annales desde Febvre hasta Braudel. Si queremos ver los puntos
extremos, por un lado tenemos el interés por tomarse más en serio a las
estructuras que a los acontecimientos y por otro lado a los que siguen pensando
que el trabajo del historiador es contar historias[8],
claro está que no podemos dejar de lado ni lo uno ni lo otro. Finaliza dando
algunas luces sobre una posición conciliadora “[…] una vía para escapar de este
enfrentamiento entre narradores y analistas”[9]:
Entre las
vías que señala destacamos una que va acorde con la estructura de La guerra del fin del mundo, esta es
“[…] el modelo [en] que los novelistas que cuentan sus relatos desde varios
puntos de vista, [abría] la posibilidad de hacer más inteligibles las guerras
civiles y otros conflictos”[10].
Dicho recurso se llama heteroglosía cuyo objetivo es mostrar y establecer las
diferencias de perspectiva, en nuestro caso muestra los diferentes puntos de
vista de los personajes. Otro método posible es “[…] escribir la historia hacia
atrás […] La ventaja del experimento es […] forzar al lector, a sentir la
presión del pasado sobre individuos y grupos”[11]. En
La guerra del fin del mundo realmente
no tiene un sentido lineal ni hacia adelante, ni hacia atrás.
La idea es
que las técnicas de narración ayuden a los historiadores a “[…] revelar las
relaciones entre acontecimientos y estructuras y presentar los puntos de vista
contrapuestos de los personajes históricos”[12],
porque como lo entendió R. G. Collingwood “[…] estudiamos lo que ha hecho un
hombre para descrubrir lo que es el hombre”[13].
Para hacer este problema de la relación entre historia y narración aún más
dramático, nuestra disciplina necesita de estos recursos literarios debido a
que – excluyendo a la comunidad académica de historiadores- “la historia no se
hará evidente por sí misma”[14],
nos referimos a que para el público en general la importancia de la historia ya
no es un supuesto, sino que es cuestionada.
La recepción del positivismo en Brasil
La tradición
positivista europea desde la teoría social parte de que el orden y el progreso
son los elementos constituyentes de la dinámica social, y esta es el estudio
del proceso de evolución social. Según Augusto Comte la única manera de
entender la totalidad es a partir de la física social (sociología) que tiene
dos elementos: dinámica social y estática social (estudio de las
interrelaciones de las instituciones en la sociedad)[15].
Hay un elemento en particular que nos ayudará a entender la visión de la idea
de progreso en los positivistas, es la ley de los tres estadios que forma parte
de la dinámica social y que cimenta las bases del pensamiento de los militares brasileños
de fines del siglo XIX.
El
positivismo tiene una serie de dificultades una de ellas por ejemplo, es que no
puede explicar la diversidad ya que todo lo concibe como unidad, debido a que
tiene que desembocar teleológicamente en el estadio positivo (su filosofía se
restringe a eso)[16].
Una idea interesante que menciona Raymon Aron sobre Comte es que: “desvaloriza
lo económico y lo político en beneficio de la ciencia y la moral”[17],
hace recordar a Moreira César cuando se expresa sobre las luchas políticas en
el parlamento brasileño.
Las características
del positivismo según Pablo Quintanilla[18]
(desde la epistemología) son:
- Monismo: hay un solo método científico que
utiliza la inducción y que lo corrobora con la experiencia para elaborar leyes.
- Cientificismo: todo el conocimiento es
científico, lo que no es científico no es conocimiento.
-
Teleologismo: con fuerte raíz cristiana,
concibe a la historia en un sentido lineal que avanza inexorablemente hacia el
progreso, hacia una utopía futura.
Su recepción
en América Latina tuvo una serie de matices, generalmente entre los de
tradición Comteana y los de Spenceriana. En este espacio asumen el positivismo
incluso más tiempo y de forma más transcendental que en Europa, porque los
valores fundamentales de esta filosofía son el orden y el progreso, de manera
que si buscan esos ideales es porque hay carencia de realidades. La razón era
un presupuesto de los positivistas en América Latina:
“la razón, cuya objetivación es la
ciencia, es lo que ha permitido que Europa y EE.UU. lleguen a ser lo que son,
mientras que es la insuficiencia de racionalidad y de ciencia lo que ha hecho
que las culturas nativas hayan sido conquistadas”[19].
La influencia
fue desigual en periodos, entre ortodoxas y heterodoxas, así que nos
centraremos en el caso brasileño:
[…] al inmenso Brasil, ocurrió
algo muy curioso. Por un sorprendente giro de la historia, se transformó de
colonia del imperio portugués, en capital del imperio, pero sin Portugal, en
poder de los franceses. Sacudido por incesantes levantamientos y revoluciones,
produjo republicanos, místicos, rebeldes y hasta socialistas […][20]
Por
lo general, las disputas entre liberales y conservadores desembocaban en
guerras civiles que daban paso al sistema político caudillista, pero el caso
brasileño es excepcional ya que se independizaron de manera pacífica y sin
guerras con Portugal a diferencia de los virreinatos hispanohablantes con
España. En Iberoamérica hay un cambio en la concepción de la soberanía, antes
estaba sustentada en el Rey, después de la independencia siguiendo a la Revolución
francesa la soberanía residía en el pueblo. Después de que se haya retirado el
rey Juan VI a Portugal, en 1820 deja a su hijo Pedro I en Brasil para que
gobierne y en 1822 éste declara la independencia de Brasil[21].
Décadas después cuando se instaura la república (1889) inician las luchas entre
republicanos y los terratenientes que defienden sus intereses (no está probado
que sean promonárquicos, pero se les identifica como tales).
Prototipo
de Moreira César
Fue un
coronel del Séptimo regimiento del ejército de Brasil de fines del siglo XIX,
entre los promonárquicos le decían el “Robespierre nacional” o que era como un
“jacobino” y en general era conocido como el corta pescuezos[22];
en el bando de los Republicanos fue admirado por ser un hombre símbolo [es más
se le reivindica por haber puesto fin a la monarquía]. El Barón de Cañabrava
decía que era un fanático (junto con Galileo Gall y Antonio el Consejero),
porque llevó sus ideas al extremo, ya que era un militar de línea positivista,
recordemos que estos creen en la idea del progreso inexorable guiados por la
ley de los tres estadios, su aspiración era: “la república dictatorial”. Al
respecto cito el libro de Vargas Llosa cuando menciona la idea que los
periodistas tenían de él:
[…] Lo
recuerdan […] defendiendo, en ese
periódico incendiario, O Jacobino,
sus tesis a favor de la República Dictatorial, sin parlamento, sin partidos
políticos y en la que el Ejército sería, como la Iglesia en el pasado, el
centro nervioso de una sociedad laica volcada furiosamente hacia el progreso
científico[23]
Estamos en
los inicios del periodo republicano cuando todavía se creía que el problema en
Canudos era un complot monárquico para destruir la república y esto era lo que
pensaba Moreira César. Nuestro personaje concebía a los seguidores del
Consejero como una ola de fanáticos, bandidos y retrógrados. En el imaginario
se nos presenta una dicotomía entre civilizados y bárbaros, y en ese sentido similar
al conflicto entre el Estado chileno y los mapuches en el siglo XIX[24][25].
Según Leslie
Bethell el positivismo que no tiene una definición como tal, puede ser
expresado de la siguiente manera: “[…] teoría del conocimiento, en la cual el
método científico representa el único medio de conocer que tiene el hombre […]
[tiene especial énfasis en] la observación y los experimentos [y] la búsqueda
de leyes de los fenómenos”[26]. La
idea de este trabajo es señalar las características a manera de prototipo de un
militar, sin embargo, Moreira no es un militar cualquiera ya que presenta una
serie de matices que lo separan del militar tradicional, por ejemplo, la idea
común de militar señala que este deber ser obediente a las órdenes que vienen
de “arriba”, es decir, desde la elite. Moreira no era del tipo de personas que aceptaban
las órdenes de los altos mandos políticos, sino que lo hacía porque tenía un
ideal de sociedad, una donde el gobierno sea dirigido por los militares. Sin
embargo, el militar siempre [salvo casos excepcionales] se ciñe a las órdenes
de un superior dentro de su círculo de influencia que es en este caso el
ejército, en ese sentido se muestra que el militar tiene una percepción
vertical de la esfera donde se desenvuelve.
[…] Tuetonio duda que vuelva a
ver la ciudad donde nació, estudió y donde se alistó en el Ejército por este
idealismo romántico: servir a la Patria y a la Civilización. En estos meses,
ciertas creencias que parecían sólidas, se han visto profundamente socavadas.
Por ejemplo, su idea del patriotismo, sentimiento que, creía antes corría por
la sangre de todos estos hombres venidos de los cuatro rincones del Brasil a defender
la República contra el oscurantismo […][27]
Para
Moreira César el progreso se conseguía a base de máquinas, técnica y dinero,
además critica a los monárquicos el hecho de que hayan mantenido al Brasil en
la “prehistoria”. Menciona reiteradas veces que el ejército no se mete en
rencillas políticas locales, porque se centra en su objetivo que es acabar con
Canudos. Las ideas de Moreira se podrían sintetizar en la siguiente frase:
“Para eso está el ejército, para imponer la unidad nacional, para traer el progreso,
para establecer la igualdad entre los brasileños y hacer al país moderno y
fuerte”[28].De
lo que se desprende que este personaje desdeña completamente al pasado, y que
la única mirada deseable y posible es la del avance (el progreso).
[…] la pervivencia de un
enquistamiento “bárbaro” […] en el seno de la experiencia moderna: el ejército
reprime con un furor “atávico” que incluye el degüello (típica práctica
“salvaje”), mientras en las calles de Río la multitud delira irracionalmente
contra los monarquistas (acusados de apoyar la rebelión de Canudos), o
enceguecida por la fetichización de sus líderes (Floriano Peixoto o Moreira
César), y por el odio fanático (que alcanza el clímax con la recepción final de
la cabeza de Antonio Conselheiro […])[29]
A
continuación presentamos la caracterización del positivismo de Moreira César,
al que estamos utilizando como modelo para representar al militar positivista
brasileño, se resumen en lo siguiente:
A.
La ley de los tres estadios: Moreira César
era un fanático. Es identificado con el positivismo ortodoxo comtiano ya que
era entendido como la religión de la humanidad: 1) el teológico, 2) el
metafísico y 3) el positivo; según está lógica los brasileños después de la
independencia se encontraban en el segundo estadio, porque se lucha por
disolver las instituciones coloniales. Además, los grupos políticos estaban
solo en pequeñas disputas, lo que favoreció mantener medianamente el orden
hasta la llegada de la república (3er estadio). Los conservadores apostaban por
el orden para que se mantenga la unidad[30],
mientras que los liberales buscaban la democratización del país para lograr el
progreso[31].
Lo que llevaba a considerar al “otro” como “bárbaro”, el así denominado es
aquel que aún no se somete a la imposición de los valores positivistas y que
posteriormente se puede traducir en aculturación:
[…]las contradicciones de la modernización y
su costo social, como la propia crisis del sujeto modernos (del intelectual
secularizador y urbanocéntrico, perturbado no solo por el arcaísmo retrógrado
del “otro”, sino también por los excesos bárbaros de la civilización, y por el
descubrimiento de los valores trascendentes que anidan en el seno de la
supuesta “barbarie”)[32]
B.
La evolución contra la revolución (las ciencias
y la modernización): Comte consideraba que la revolución es una enfermedad de
la sociedad. La llegada del positivismo se produce por la influencias francesa
en Teixeira Mendez bajo la influencia ortodoxa de Pierre Laffitte, y forma su
grupo denominado Apostolado Positivista
Brasileiro, apostaba por el desarrollo gradual y sus tareas más apremiantes
eran: La abolición de la esclavitud y la constitución de la república. Los
“cadetes filósofos” jugaron un papel importante en la caída de la Imperio
(1889)[33].
[…] la mentalidad de la
mayoría de oficiales del ejército republicano estaba poderosamente imbuida por
el positivismo científico y, en menor medida, por el evolucionismo; veían,
entonces, en la rebelión de los yagunzos una seria amenaza para el orden que
trataba de imponer el recientemente fundado –y por lo tanto frágil- sistema
republicano: una fuente de inestabilidad que era la antítesis del precepto de
armonía social que preconizaba el positivismo científico como condición
indispensable para el progreso de la sociedad[34]
C.
El orden y el progreso: El positivismo era
donde se conciliaban estas ideas, incluso bajo consideración del Apostolado se coloca a la bandera Ordem e Progresso. Dentro de las
tendencias de positivismo, ninguna estaba afiliada al Partido Republicano,
porque el Apostolado tenía un
concepto diferente de república, relacionado más con la “dictadura virtuosa”. Los
“cadetes filósofos”, se oponían a la dictadura. En la elaboración de la
constitución republicana de 1891 las propuestas de los positivistas fueron
tomadas en cuenta como: la separación del Estado y la Iglesia, el matrimonio
civil, etc.[35].
Por las descripciones que tenemos del Apostolado
se deduce que Moreira César era de la tradición Comteana ortodoxa.
En algunos
pasajes [de Los sertones], Moreira
César es presentado como un personaje equivalente a Antonio Consejero (o
incluso inferior, dada incapacidad para el liderazgo). Proveniente del grupo
jacobino, opuesto a Euclides Da Cunha, es descrito como un ser enfermizo e
inepto para la carrera militar, aquejado por una epilepsia que lo vuelve
violento. Así como se describe al consejero como expresión de la patología del
líder religioso, podemos decir que Moreira César expresa la patología de la
modernidad progresista, lineal, positivista y “civilizadora”. Sin embargo, en
la novela de Vargas Llosa se le presenta como un militar imponente, era un
líder carismático (en el sentido weberiano del término) y legítimo.
Canudos
constituye la inversión especular y fantasmática de la moderna capital, al
perturbar los principios de la razón ordenadora y desestabilizar las dicotomías
lógicas fundamentales sobre las que se asienta la percepción de la sociedad y
del espacio[36].
Quizás el positivismo como paradigma y articulador de los militares fue
efectivo en los logros económicos en Brasil, pero en Canudos dejó una huella
imborrable: “[…] lo que el litoral ha llamado civilización es un préstamo, un
conjunto de ideas ajenas tomadas en ciega faena de copistas, instrumentos
inadecuados para la realidad sobre la que se trata de incidir”[37].
Conclusiones
1.
La literatura tiene elementos técnicos que
pueden enriquecer la narrativa histórica, asimismo con un buen uso de las
mismas propiciaría que el público lector se aboque más a los textos históricos.
Además se puede llegar a un punto medio entre “estructura” y “acontecimiento”
de manera que la historia sirva como una forma de autoconocimiento.
2.
Moreira César fue un militar positivista con
fe en el progreso y el desarrollo industrial de Brasil. Apostaba por la
dictadura “virtuosa” de la tradición ortodoxa del positivismo de Pierre
Laffite. Además, tenía un liderazgo carismático y legítimo, el primero porque a
pesar de haber perdido en la 3er expedición la opinión pública lo ovacionaba y
todos los líderes políticos lo respetaban, y
sus principales valores fueron el orden y el progreso.
3.
Los componentes ideológicos del positivismo
en Brasil son: la ley de los tres estadios, creencia en el progreso de la
educación y las ciencias, entender el orden y el progreso como dos elementos
fundidos para el desarrollo social.
4. El positivismo entra a las escuelas militares
de Brasil por la influencia de Émil Litre continuador de las teorías de Comte
en París que influenció a Miguel Lemos, mientras que Pierre Laffite de la
tradición ortodoxa del positivismo influenció a Teixeira Mendez que funda el Apostolado, por último Benjamín Constant
que tiene influencia directa en la Escuela Militar por ser profesor de
matemáticas formador de los “cadetes filosóficos”, opuestos a la dictadura
“virtuosa”.
5.
Los militares apoyan a la república porque es
el modelo más cercano al espíritu positivo, a pesar de que no estén de acuerdo
con la existencia del parlamento. Además porque eran buenos aliados para
combatir a los terratenientes y buscar el desarrollo industrial de Brasil.
BIBLIOGRAFÍA
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12.
VARGAS LLOSA, Mario (2005). La guerra del fin del mundo. Madrid: Alfaguara, 719 pp.
[1] Este
trabajo estará enfocado desde la historia política, porque pretendemos realizar
un prototipo de personaje en La guerra
del fin del mundo. Este personaje será el coronel Moreira César debido a
que en la obra representa una manera de concebir la sociedad y la política,
asimismo en el contexto del Brasil de fines del siglo XIX en tránsito de la
monarquía a la república simboliza el arraigado positivismo de los militares de
esa época.
[2] Nos
situamos en el siglo XIX, caracterizado por acoger a un crisol de ideologías no
solo en Brasil, sino en general en América Latina y Europa.
[3] Novela
histórica del novel de literatura peruano Mario Vargas Llosa que data de 1981.
Esta obra se caracteriza por ser una novela total con una cantidad asombrosa de
personajes.
[4] SCHAMA,
Simon (2002). “Clío tiene un problema”. En: Confesiones
y encargos. Ensayos de arte. Barcelona: Ediciones península, p. 173. Aquí
Schama cita a G. M. Trevelyman.
[5] BURKE,
Peter (ed.) (2003). “Historia de los acontecimientos y renacimiento de la
narración”. En: Formas de hacer historia.
2da edición. Madrid: Alianza Editorial, pp. 325-342
[6] Lo que
despectivamente se llamó “histoire
événementielle”.
[7] Ibíd.,
p. 325
[8] Ibíd.,
p. 328
[9] Ibíd.,
p. 331
[10] Ibíd.,
p. 333
[11] Ibíd.,
p. 339
[12] Ibíd.,
p. 342
[13] SCHAMA, Simon. Op. Cit., p. 173
[14] Ibíd., p. 174
[15] GIDDENS, Anthony (2001). “El positivismo
y sus críticos”. En: BOTTOMORE, Tom y NISBET,
Robert. Historia del
análisis sociológico. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 273-279
[16] ARON,
Raymon (1976). Las etapas del pensamiento
sociológico. Buenos Aires: Siglo XX, pp.95
[17] Ibíd.,
p. 152
[18]
QUINTANILLA PÉREZ, Pablo (2006). “La recepción del positivismo en América
Latina”. Logos Latinoamericano. Nº6,
p. 66-69
[19] Ibíd.,
p. 70
[20] RAMOS, Jorge (1968). Historia de la nación latinoamericana. Buenos
Aires: Peña Lillo, p. 14
[21] GRAHAM,
Richard (1999). “Ciudadanía y jerarquía en el Brasil esclavista”. En: SÁBATO,
Hilda (coord.). Ciudadanía política y
formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina.
COLMEX/FCE, pp. 347-348
[22] Por su
participación en la Guerra del Paraguay.
[23] VARGAS
LLOSA, Mario (2005). La guerra del fin
del mundo. Madrid: Alfaguara, p. 196
[24] PINTO,
Jorge (2003). La formación del Estado y
la nación, y el pueblo mapuche. Santiago: Centro de investigación Diego
Barros Arana, 319 pp.
[25] Resulta
interesante ver esta comparación porque nos muestra la búsqueda de imposición
de los valores de la idea del progreso en América Latina, el positivismo como
producto de exportación quería desaparecer las sociedades “tradicionales”.
[26] HALE, Charles (2000).
“Ideas políticas y sociales en América Latina, 1870-1930”. En: BETHELL,
Leslie (ed.). Historia de América Latina.
8. América Latina: Cultura y sociedad, 1830-1930. Barcelona: Crítica, p. 14
[27] VARGAS LLOSA, Mario. Op
Cit., p. 573
[28] Ibíd.,
p. 287
[29] MAILHE,
Alejandra (2010). “Imágenes del otro
social en el Brasil de fines del siglo XIX Canudos como espejo en
ruinas”. Prismas. Revista de historia intelectual. Vol.
14, no.1, p. 42
[30] Esto se
evidencia en que antes de la abolición de la esclavitud (1888), el censo de
1872 arrojaba que las ¾ partes de afrobrasileños eran libres. GRAHAM, Richard. Op Cit., p. 345
[31] HORVATH, Gyula y SZABÓ, Sára (2005). “El
positivismo en Brasil y México. Un estudio comparativo”. Tzintzun. Revista de Estudios Históricos. Nº42, pp. 11-13
[32] MAILHE,
Alejandra. Op Cit., p.37
[33] Ibíd.,
p. 13-19
[34] BURNEO,
Raúl Antonio (2009). Lo monstruoso en dos
novelas contemporáneas: Una indagación de la modernidad en Latinoamérica.
Para optar al grado de Doctor de Filosofía: Faculty of Arts and Sciences/ Georgetown
University, p. 51-52
[35]
HORVATH, Gyula y SZABÓ, Sára. Op Cit., pp. 19-25
[36] MAILHE,
Alejandra. Op Cit., p. 42
[37] PÍA
LÓPEZ, Maria (2012). “La civilización al descubierto. En diálogo con Los Sertones, de Euclides da Cunha”. Nueva sociedad. Nº238, p.22
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