Por
Luis Angel Romero
Estudiante
de Historia-UNMSM
Resumen:
El objetivo de este trabajo es comprender el modelo de caballero y su
representación en el Perceval de
Chrétien de Troyes, tomando en cuenta el surgimiento de un código deontológico
basado en la noción de honor en el siglo XII. Tomaremos en cuenta el contexto
histórico del autor y el marco cultural en el que se desenvuelve, para
relacionarlo con el ideal de caballero que se plasmó en la literatura y que
consistía, más que en un mero reflejo unidireccional, en una interacción mutua
entre el caballero del siglo XII y la literatura caballeresca.
1)
Marco
histórico y cultural: “Segundo Renacimiento” del siglo XII
Para
entender la obra del autor hay que ver el contexto de su aparición, conocer los
objetivos de su escritura y saber a qué público iba dirigida. Aparece en un contexto de renacimiento
intelectual en el que se revalora la cultura latina y los clérigos que conocían
el latín comienzan a hacer traducciones de los textos clásicos antiguos (así
nace el roman antiguo o la materia
antigua), para que luego los autores –como Chrétien- tengan más libertad en la
elaboración de sus obras y la materia de Bretaña pase a Francia[2],
por otro lado los objetivos de la
escritura de los roman tenían
intenciones pedagógicas, dirigidos a los “jóvenes” en las cortes, además de que
sus temas principales fueron la aventura caballeresca y el amor cortés (siempre
en constante interacción ambos elementos).
En los siglos
XII y XIII, las novelas de la
Mesa Redonda constituyen una literatura destinada casi
exclusivamente a un público aristocrático. Es una literatura militante, fuertemente
ideológica que […]: celebra a los jóvenes,
exalta la caballería, lamenta el poder en constante aumento del soberano
–Arturo, contrariamente a los tres reyes capetos y de la dinastía Plantagenet, es un rey
feudal, que debe pedir consejos-, lamenta, sobre todo, el empobrecimiento
político y económico de la mediana nobleza, desprecia a los villanos y aun más
a las comunas, los comerciantes y la población urbana (PASTOUREAU, 2006: 324).
El
renacimiento intelectual de los siglos XI y XII es uno de los tres
renacimientos[3]
que tuvieron lugar entre los siglos IX[4] y
XV, también pertenece a una coyuntura de tendencia secular que se caracteriza
por la expansión, es decir, la economía crece (actividades comerciales y
roturación de tierras), hay una relativa estabilidad del clima, hay un aumento demográfico
producto de la estabilidad, pero en especial son resaltables los progresos de
la escribalidad y la cultura (FLÓREZ, 2000: 69-110), este periodo está entre
los siglos XI y XIII, conocida como la
Edad de la
Expansión.
Los
valores aristocráticos y el espíritu caballeresco se afianzan por el contexto
de las cruzadas, pero también por la literatura de caballerías. El producto de
este esplendor cultural son tres materias en verso: 1) el ciclo Carolingio
(Carlomagno y su gesta), 2) la
Antigüedad clásica (sitio de Troya, Medea, Tebas, Eneas,
Alejandro) y 3) la bretona (Caballeros de la mesa redonda y Merlín) (CIRIA,
2008: 59-82).
Chrétien
de Troyes desarrolla su propia teoría literaria: la distinción entre matière y sens (argumento y sentido o tema) que producen la coyuntura. Un
aspecto importante a tomar en cuenta es que con la aparición de los roman de Chrétien de Troyes, éstos son
tomados como modelos para el desarrollo de las novelas de caballerías. Además,
es el modelo al que se opone El Quijote
cuando parodia a los libros de caballería. La importancia de estudiar a este
autor francés es que nos puede mostrar el modelo de caballero medieval y la
nueva concepción del amor –como creación del siglo XII francés (DE ROUGEMONT,
1938)- respecto a lo primero, la caballería surge antes del renacimiento
intelectual del siglo XII y por eso nos puede brindar un excelente modelo (que
posteriormente establece una relación bidireccional para que los nuevos
caballeros sigan el modelo de la novela), mientras que para el caso del amor,
este hay que entenderlo como enlazado al primer elemento mencionado. Estas son
pues las innovaciones de esta obra literaria y en específico de Chrétien.
Como
señala Victoria Cirlot, el roman es
un producto del norte de Francia que inicialmente era una traducción (por
ejemplo de textos latinos como hagiografías y bestiarios a la lengua románica)
y que luego pasó a ser una novela[5].
Esta actividad “condujo a la práctica del mecenazgo al atraer a los intelectuales
a sus residencias [de los nobles] y ponerlos a su servicio” (CIRLOT, 1995: 11).
El género coexistió con el cantar de gesta que era memorizado para ser
transmitida vía oral, en este sentido el roman
y el cantar de gesta fueron diferentes por la misma naturaleza de su difusión y
porque el primero responde al surgimiento de la cultura cortesana, interesada
en un primer momento en hacer accesible los textos en latín que eran monopolio
del sector eclesiástico y que buscaban darle una naturaleza laica a la escribalidad
(hay que tener en cuenta que la cultura cortesana es producto de la unión del
clérigo por el manejo del latín y el caballero). Victoria Cirlot añade que en
un principio el protagonismo lo tenía la materia antigua, es decir, las
traducciones de los textos antiguos en latín que hablan de Troya, Eneas, Edipo,
etc., debido a que fueron mandadas hacer por el rey Enrique II (esposo de
Leonor de Aquitania y ella María de Champaña[6])
para justificar su poder como perteneciente a la dinastía normanda y conectarse
así con la antigüedad greco-romana:
[…] todas
estas obras […] parecen construir una historia en la que ya se perfilaría el
ideal cíclico característico de la literatura medieval: el mundo troyano,
seguido de la historia de Eneas, el antepasado de Bruto que se trasladó a la
isla de Bretaña, hasta Arturo y sus descendientes con el fin de enlazarlos
directamente con la dinastía normanda (CIRLOT, 1995: 16).
En
este contexto nace un nuevo grupo denominado los “jóvenes”, no precisamente por
su edad, sino que hace referencia a un estado de celibato. A este grupo
pertenecían los caballeros errantes que no tenían ni tierras ni esposa, que
fueron producto de la institucionalización del matrimonio, según la cual solo
se podían cazar los primogénitos para que los reinos no tengan que dividir sus
tierras, por lo tanto los “jóvenes” se dedicaban a la errancia y a la vida de
torneos.
Respecto
a la obra de Chrétien de Troyes, Fernando Carmona advierte tres etapas de este
literato, en primer lugar están las obras donde pretende aclimatar la nueva
concepción cortés con la pasión amorosa adúltera de dos mitos medievales:
Tristán e Iseo y Lanzarote y Ginebra, en segundo lugar pretende armonizar el
sentimiento amoroso con la ideología feudal y cortés, tal es el caso de Erec y
Enide e Yvain. Finalmente se produce “la transformación del amor cortés en amor
espiritual y cristiano […] con su última e inacabada obra [Perceval]” (CARMONA,
2006: 152). Chrétien escribe el Perceval
entre 1181 y 1190 cuando está bajo la protección del conde Felipe de Flandes, y
es característico de la obra que no presente el tema del amor cortés de forma
tan marcada, pensamos –a diferencia de Fernando Carmona– que el amor cortés si
se presenta, solo que no es un tema central. Antes de continuar, veamos, qué
dice Georges Duby sobre el amor cortés. Señala que este se encuentra fuera del
amor matrimonial, ya que es un amor refinado que “es un juego […] de las
aventuras de la libertad […] constituye el precio de una competición, de un
concurso permanente entre los jóvenes de la corte, […] el amor refinado, ese
juego educativo, está reservado a los varones solteros” porque al estar casado
obviaban las reglas del amor refinado y simplemente fornicaban (DUBY, 1992:
43-44). Además, el amor cortés era un ritual que contribuía al mantenimiento
del orden, un juego amoroso que promovía la educación de la mesura (DUBY, 1992:
71). Vemos que en Perceval la
temática del amor se presenta, porque “siguiendo la concepción de Chrétien de
sus novelas anteriores, no hay caballería si no se armoniza en la aventura la
proeza con el sentimiento amoroso” (CARMONA, 2006: 154) y justo cuando hace
caballerías para obtener el amor de Blancaflor, el caballero se va en busca de
su madre, lo que evidencia que “la armonización de amor y caballería no parece
interesar ahora a Chrétien” (CARMONA, 2006: 154).
No
hay que olvidar que la novela artúrica es un conjunto de textos literarios que
tienen su desarrollo en contexto específicos, por esto mencionaré a los
principales, siguiendo a García Gual:
Geoffrey de
Mommouth un gran monarca de grandeza imperial, parecido a Enrique II de
Plantagenet, Wace insistió en la opulencia de su corte refinada, Chrétien de
Troyes otorgó el papel de protagonistas
a sus más distinguidos vasallos y dejó a Arturo su aura de gran señor
[…]. Fue la imagen de la corte de Arturo un espejo ejemplar de cortesía,
generosidad y justicia, entendidas como las normas del momento (GARCÍA, 2003:
9)
Podemos
notar que poco a poco el rey Arturo va quedando al margen de la acción heroica,
de las gloriosas aventuras que lleva a cabo los caballeros. Al parecer esto era
porque los reyes que eran idealizados con estos valores no eran guerreros –a
diferencia de la tradición céltica–, en su lugar la labor era encomendada a los
caballeros, pero esto responde al contexto de la Francia del siglo XII.
2)
El
modelo de caballero y su representación en Perceval[7]
La
caballería es una institución que formó parte de un ejército de élite, porque
mantenían un caballo (esto suponía tener recursos para mantenerlo). Desde niños
eran preparados por caballeros, luego llegaban a ser escuderos[8],
hasta haber aprendido las técnicas necesarias para convertirse en caballeros.
En la lucha se seguían ciertos códigos para pelear en igualdad de condiciones.
Esta institución iba de la mano con otras de igual importancia como el
homenaje, que era la ceremonia en la que se establecen relaciones
sinalagmáticas entre el señor y el vasallo, también tenemos a la investidura
que constituye la entrega del bien concedido, tiene que ser un elemento
material que represente al feudo[9]
(FLÓREZ, 2000: 92-93), finalmente está el espaldarazo que está más relacionado
con la caballería. El origen de la caballería es sumamente oscuro, pero lo
podemos encontrar en dos tradiciones “la tradición militar romana de los équites y la germana de los jinetes
vinculados al séquito del caudillo” (MARTÍN ET AL, 1985: 4). El ideal de
caballero medieval es la imagen del eterno viajero (errante) al servicio de los
débiles y guardián de un código ético y unas estrictas normas de conducta.
Jean
Flori afirma que, el elemento más influyente en la formación de la mentalidad
caballeresca fue la literatura que le inculcó ideales –llámense valores– y una
forma de comportamiento cortés, por otro lado también fue importante la
ideología de la Iglesia
(FLORI, 2001: 12) que fortaleció la visión de los tres órdenes –que se ceñía a
un plan divino y justificaba divisiones sociales– como bien lo señala Georges
Duby, pero también dice sobre los bellatores
(caballeros) que “Su vocación es la guerra, y el primer uso que hacen de su
riqueza es procurarse los medios más eficaces de combatir, mediante el
entrenamiento físico al que consagra todo su tiempo, […] al perfeccionamiento
del equipo, […] a la mejora de las condiciones del caballo, […] a procurarse
mejores armas ofensivas y defensivas” (DUBY, 2009: 220).
Cabe
resaltar que, como dice Flori, la literatura tenía aspiraciones más laicas, a
diferencia de la intencionalidad de la Iglesia. Además ,
menciona que es en el siglo XII cuando la caballería se dota de un código
deontológico, basado en el honor, que “humanizará”, en cierto modo, “las leyes
de la guerra”. Para Jesús Rodríguez-Velasco, “[…] la creación de la caballería
es el proceso mediante el cual la violencia desordenada se puede transformar en
el soporte de todos los valores civiles de una sociedad pacificada o de la
violencia institucionalmente regulada” (RODRÍGUEZ, 2009: 10), esta definición
resalta el papel social que cumplía el caballero en una sociedad en expansión y
–a la vez– violenta.
Fleckenstein
cuando habla de los orígenes de la caballería, resalta que en primer lugar esta
surge como un ejército de guerreros, es decir, de milicias y que ésta se
convierte en caballería, “la milicia tuvo, en general, sus raíces en la
gentilidad y estuvo vinculada a la gens,
la <> o unidad étnica, mientras que la formación de la
caballería coincidió con la integración en el contexto europeo […] como un
fenómeno general de Europa que […] constituye una gran unidad” (FLECKENSTEIN,
2006: 4), de aquí se entiende que la importancia de la caballería es su forma
supranacional o Europea. Además, se diferenciaron por su vinculación a formas y
normas nuevas, pues allí está la importancia del código deontológico de la
caballería. García Gual ya mencionaba que “El código de honor, el ámbito de la
cortesía, los ideales éticos (con un fundamento cristiano) son universales”
(GARCÍA, 2003: 69).
La
narración del Perceval resulta ser
paradójica, porque en la parte donde se supone debía completarse como caballero
–y donde se suponía debía acabar la obra- falla, esto sucede en el castillo del
grial donde en vez de preguntar por el significado de las reliquias que pasan
frente a él, simplemente se queda callado por atenerse al código caballeresco y
es que “Perceval desde el primer momento representa al héroe poderoso e
invencible (la fortitudo) pero ha de
completarse con el conocimiento y el saber (la sapientia)” (CARMONA, 2006: 158). En este sentido Perceval tiene
una dimensión espiritual y trascendental que no tiene Gauvain, ya que el amor
trasciende a una contemplación mística con la imagen de las gotas de sangre en
la nieve y la aventura caballeresca trasciende en la búsqueda del grial,
Fernando Carmona llama a esta transformación: del caballero cortés al guerrero
de la caballería celeste. Desde este punto de vista podemos decir que el
caballero Perceval tiene tres momentos: 1) el estado natural donde es ingenuo,
usa el venablo y vive en el bosque, es decir, se encuentra en un estadio
salvaje, 2) el estado cortés en el cual se traslada por varios castillos, y 3)
el estado espiritual y cristiano, este último es aquel momento en que “[…] oyó
el servicio y experimentó gran gozo.
Después del servicio, adoró la cruz y lloró sus pecados” (DE TROYES, 1961:
169), pues recordemos que este acercamiento a Dios ocurrió cuando Perceval se
dio cuenta que “pasó cinco años sin acordarse jamás de Dios” (DE TROYES, 1961:
163), entonces el ermitaño atribuyó su dolor y sus fallas al pecado. Además,
los tres momentos se corresponden con tres espacios y tres consejeros, en el
primer caso: el bosque de la
Yerma Floresta , la corte artúrica y el castillo del Grial, y
el templo cristiano, en el segundo caso tenemos a: la madre, el caballero y el
ermitaño.
Al
respecto mencionaremos algunas precisiones para establecer el modelo de
caballero, el manual de caballería más conocido es el de Raimundo Lulio (o
Ramón Llull)[10],
dice que, en primer lugar hay que jugar limpio, esto implica nunca atacar a un
enemigo desarmado, mostrar autodisciplina y administrar justicia y merced
cuando sea necesario, en segundo lugar tenemos el valor, implica mostrar coraje
en las palabras y en los hechos, vengar a los agraviados y defender a los
débiles e inocentes y nunca abandonar a un amigo, aliado o causa noble, en
tercer lugar está el honor, implica que siempre mantiene su palabras, sus
principios y nunca traiciona una confidencia o un compañero, en cuarto lugar
está la cortesía, es decir, practica las reglas del decoro y es muy respetuoso
con su huésped, la autoridad y las mujeres, en quinto lugar tenemos la lealtad,
es decir, ser fiel al soberano, al rey, al reino y al código, mostrar respecto
por la autoridad y las leyes, y es fiel a la amada, en sexto lugar tenemos la
generosidad, es decir, es generoso tanto como es posible y demuestra
hospitalidad ante los extraños, finalmente -y no menos importante- está la
piedad, es decir, tiene bien sostenida su fe, depende de Dios, los santos y
María, y se opone al infiel (LLULL, 1996).
El
Perceval de Chrétien de Troyes tiene
dos partes claramente diferenciadas, en primer lugar están las aventuras del
caballero Perceval y por otro lado está Gauvain que es el modelo de caballero
que encarna los valores corteses, de entrada decimos que el ideal de caballero
se encuentra mejor representado en Gauvain que en Perceval, porque el primero
es parte de la nobleza al ser sobrino de Arturo, esto se sabe debido a que a lo
largo de la obra se refieren a él como “mi señor”, pero hay que tener en cuenta
que el libro no habla de la infancia de Gauvain y sabemos que Perceval pasó del
estado natural al cortés o caballeresco en tan solo 15 días. Por otro lado,
tenemos a la corte del rey Arturo, de todos ellos en El Cuento del Grial destaca Keu, por ser un caballero, orgulloso,
fanfarrón, descortés y tosco, en resumidas cuentas es todo lo contrario al
modelo de caballero. Fernando Carmona –citando a Alvar– señala una
característica de Gauvain que no podemos dejar pasar y es que: “se caracteriza
por su frivolidad, <>” (CARMONA, 2006: 152-153). Además, analiza el
significado de los títulos, por un lado señala que Perceval el galés es un oxímoron
porque galés significa ignorante, pues “Como bruto y necio es calificado por
uno de los caballeros que encuentra al principio de la narración” (CARMONA,
2006: 157), por otro lado Perce-val es:
[…] el que atraviesa el valle, el que traspasa la
oscuridad, la bruma, es un ascenso hacia la luz […] marca el paso del espacio
acultural del bosque al de la corte artúrica, de la profundidad oscura del
valle a la luz de la altura del castillo de Arturo o del Grial; de la oscuridad
de la ignorancia a la luz del conocimiento” (CARMONA, 2006: 157)
Probablemente
para muchos resulte desconcertante no saber cómo termina la obra, qué pasa con
Perceval o con Gauvain, pero hay que notar que justo con esta obra se produce
un cambio en la narrativa de Chrétien porque “Perceval no encuentra en el amor
cortés su realización como caballero, lo requiere (episodio de Blancaflor),
pero tiene que trascenderlo (episodio de las gotas de sangre en la nieve), ya
que su verdadera búsqueda no queda en el erotismo ni en la idealización
amorosa, está más allá, en la búsqueda del grial” (CARMONA, 2006: 157).
Carmona
menciona una hipótesis sobre la significación histórica de Perceval, y es que
el caballero de la armadura bermeja pudo estar representando a Felipe de
Flandes (a quien Chrétien dedica su relato). Además, la estancia de Perceval en
el castillo del Grial la asemeja a la de Felipe de Flandes en Jerusalén para
ayudar a su tío el rey Balduino IV, quien estaba aquejado de lepra, por otro
lado el reino de Jerusalén de su tío estaba en un estado decadente al igual que
el castillo del Grial (CARMONA, 2006: 160). Felipe de Flande, finalmente, muere
en 1191 en Acre, año en el que Chrétien deja incompleta su obra.
3)
Conclusiones
El
modelo de caballero en El Cuento del
Grial es representado de dos maneras, primero la del joven ingenuo y en
estado natural como fue Perceval que sale de la Yerma Floresta
siguiendo a los caballeros de la corte del rey Artús o Arturo para responder a
su vocación como caballero, en él destaca su paso por varias etapas hasta llega
a una trascendente –que no se logra concretar porque la obra está incompleta–
en la que el amor terreno se convierte en un tema secundario. Por otro lado,
tenemos a Gauvain, que se desempeña como caballero parte de la familia real,
pero que está más atraído por intereses terrenales. En concreto, ambos
presentan los valores propios del modelo universal de la ética caballeresca que
son: el juego limpio, el valor, el honor, la cortesía, la lealtad, y la
generosidad, pero en ambos estos valores se manifiestan de forma distinta. En
el caso de Perceval estos valores son aprendidos y es que parece que este libro
está destinado a dar a conocer el proceso de aprendizaje de los valores de la
caballería[11].
Mientras que en el caso de Gauvain el código deontológico de la caballería
corresponde con él, pero en un sentido más terrenal.
4)
Bibliografía
a.
General
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GARCÍA
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b.
Específica
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CIRIA
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FLORI,
Jean, “Caballería y literatura caballeresca”, en Caballeros y caballería en la Edad Media , Barcelona, Paidós, 2001, pp.
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LLULL,
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Madrid, Alianza Editorial, 1996
c.
Complementaria
DE
ROUGEMONT, Denis, Amor y Occidente,
México D.F., Editorial Leyenda,
.
Consultado: 15 de abril a las 21:05 hrs.
DUBY,
Georges, El amor en la Edad Media y otros
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PASTOUREAU,
Michel, “Jugar al rey Arturo. Antroponimia literaria e ideología caballeresca”.
En: Una historia simbólica de la Edad Media occidental,
Buenos Aires, Katz Editores, 2006, pp. 321-338
d.
Fuente:
DE
TROYES, Chrétien, Perceval o El cuento
del Grial. Traducción del texto francés del siglo XII por Martín de Riquer,
Madrid, Espasa-Calpe, 1961
[1] Tomado
de: http://www.bbc.co.uk/history/british/hg_gallery_01.shtml.
El 13 de setiembre a las 23 Hr.s
[2] Aquí habían dos regiones
claramente diferenciadas por el lenguaje, el sur que era la región Occitana
cuya lengua era Oc y el norte donde
utilizaban el Oil (francés actual). Además, habían dos formas de difusión de la
cultura, la oral y la escrita, en esta última se distinguen el latín que era
usado por el mundo religioso y por los laicos que estudiaban en la universidad,
y los romances que van ganando cada vez más fuerza. Hasta aquí aún no podemos
hablar de naciones, porque estas se comienzan a distinguir –Francia e
Inglaterra– hasta después de la
Guerra de los cien años.
[3] Aunque también se habla
de un renacimiento Otoniano, pero tomaremos en cuenta tres (Siglo IX, XII y
XV), siendo el último un tránsito entre la Edad Media y Moderna.
[4] Renacimiento Carolingio
del siglo IX.
[5] Esto de novela es
discutible, pero tiene características que nos permite decir que el roman es su ancestro más antiguo.
[6] La Condesa María de
Champaña fue la protectora de Chrétien de Troyes –antes de que fuera a la corte
de Felipe de Flandes– era hija de Luis VII de Francia y Leonor de Aquitania [se
divorció primero del francés] casada con Enrique de Champaña. Ella solía
residir en el palacio de Troyes, capital del condado de Champaña y sin duda el
lugar de nacimiento de Chrétien.
[7] La edición que usaré es la de Matín de Ríquer que es la que edita
Willian Roach como Le roman de Perceval
ou le Conte du Graal de 1959. El traductor también utiliza la edición
crítica de Alfons Hilka titulada Der
Percevalroman (Li contes del Graal) de 1932 y la traducción en prosa
francesa moderna de Lucien Foulet titulada Perceval
le Gallois ou Le Conte du Graal. Chrétien afirma que la narración que hace
es una especie de adaptación en verso de un libro que le dio el conde de
Flandes.
[8] Su “deben aprender el
oficio actuando de […] servidores de un caballero, cuya misión es mantener y defender la fe católica,
contribuir a la gobernación de la tierra, … desempeñar oficios reales, mantener
y defender a su señor, hacer cumplir la justicia, ejercitarse con las armas,
mantener la tierra, defender a viudas, huérfanos y hombres desapoderados, tener
castillo y caballos para guardar caminos y defender a los labradores, perseguir
a los traidores y ladrones” (MARTÍN, 1985: 6)
[9] “El feudo puede ser de
varios tipos; principal pero no el único, una tierra (feudo territorial), un
bien religioso (feudo de altar), un cargo (feudo de honores), determinados
cobros (feudos de rentas) y en ciertos casos, pero no fue común, una cantidad
de dinero (feudo de bolsa)” (FLÓREZ, 2000: 93)
[10] Esta es una fuente del siglo XIII, pero guarda relación con la
caballería del siglo XII en sus valores morales.
[11] Además Gornemant de Goort le enseña a usar las armas y armaduras de
los caballeros, es ese sentido, aprende de la cultura material y de los
valores, es un aprendizaje completo.
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